Viajeros planetarios

Viajeros planetarios

La riqueza natural de Guatemala abarca más de cinco mil especies de mamíferos, aves, reptiles, anfibios y también insectos.

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Resumen Automático

05/10/2025 00:05
Fuente: Prensa Libre 

Podría parecer asunto de místicos o poetas conectar el canto de un ave al amanecer con el agua que bebemos, el avistamiento de un jaguar con el cambio climático que vivimos o el vuelo de una abeja entre las flores con los alimentos que consumimos a diario. Pero no se trata de una visión contemplativa, sino de una realidad científica que nos afecta y nos desafía a todos. Ciertas mentes necias, en el mejor sentido bíblico, se empecinan en negar tales conexiones causales, pero lo hacen en nombre de intereses egoístas, ajenos al bien común.

En nuestra edición de hoy presentamos un reportaje de voluntarios que se dedican a rescatar huevos de tortugas marinas y conservarlos en incubación segura hasta el día de su eclosión. Entonces, liberan a las pequeñas criaturas de vuelta al océano, en espera de que un día vuelvan a repetir su ciclo. La recolección ilegal de estos huevos pone en peligro de extinción a esta especie, que de por sí padece por la contaminación marina. Pero el destino de la tortuga puede ser una premonición del nuestro, si no se cambian actitudes. Todos somos compañeros de viaje planetario.

Ayer, 4 de octubre, fue el Día Mundial de los Animales, ocasión dedicada a exaltar la necesidad de conservar el entorno ambiental en donde habitan especies de fauna, interdependientes, por supuesto, con la flora, es decir los bosques. Guatemala es catalogada como un país megadiverso, y hablar de ello no solo es hacer referencia a especies silvestres, es hablar de redes vivas directamente ligadas a la vida humana. Si esas redes se rompen, nuestra cadena vital también padece.

La riqueza natural de Guatemala abarca más de cinco mil especies de mamíferos, aves, reptiles, anfibios y también insectos. Sí, insectos. Sin la importante función de especies de abejas y avispas, muchos procesos de productos alimentarios agrícolas serían imposibles. Pero, a su vez, estas dependen de una interacción natural cíclica que a menudo se ve rota por la contaminación. Y en Guatemala existe actualmente un descontrol sobre el procesamiento de desechos sólidos y también de aguas servidas, agravado por las agendas oscuras de alcaldes, magistrados y diputados que le ponen trabas adicionales a la aplicación de normas de cuidado ambiental.

Abyecta es la reciente exención de estudios de impacto ambiental a edificaciones relacionadas con organizaciones religiosas: toda una contradicción moral, puesto que Dios es el creador de la Naturaleza y en esta se logra atisbar su magnificencia infinita. Rehuir normas de cuidado ambiental pretextando un credo es simplemente hipócrita.

Y son los relativismos y las ambiciones desmedidas de seres supuestamente racionales las que más amenazan a los animales. El quetzal, ave nacional, es una especie que llena de orgullo e inspiración; sin embargo, su entorno se reduce más cada año debido a la tala y quema de bosques que reducen su disponibilidad de alimento y de tocones para sus nidos. Cualquier especie que se extingue trae, a la vez, una advertencia implícita. Como dijo el gran jefe Seattle, de la tribu Amish, en 1854, a Franklin Pierce, presidente de EE. UU.: “El sufrimiento de la tierra se convertirá en sufrimiento para los hijos de la tierra. El hombre no ha tejido la red que es la vida, solo es un hilo más de la trama. Lo que hace con la trama se lo está haciendo a sí mismo”.