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Centenario del zoológico La Aurora
El 25 de diciembre de 1924 se decidió realizar el proyecto de un zoológico en la capital.
Lorena Calvo M. escribió el libro Parque Zoológico La Aurora. Un homenaje en su centenario. Editorial Set, Guatemala. 244 pp. y más de cien fotografías.
Antes de comentar el libro, quiero transmitir algunas experiencias propias. Desde niño, un lugar apropiado en los días domingos era ir al zoológico. Hace un par de décadas volví a ir al zoológico acompañando al grupo empresarial que había hecho la donación de un hipopótamo, y después de los actos protocolarios de entrega —el hipopótamo ya estaba en su hábitat—, se hizo un recorrido por las instalaciones. Me quedé muy sorprendido de ver el cuidado de los grandes árboles, quizás algunos centenarios, convirtiéndose así en un jardín botánico. Recorrimos las distintas jaulas y fosos, y por supuesto, escuchamos los aullidos de los monos.
Más adelante acudí a la Casa de Té, a la velación por el fallecimiento del fotógrafo Ricardo Mata, exdirector del zoológico La Aurora, gran amante de los animales, y que había tenido el encargo de desarrollar el zoológico conocido como Autosafari Chapín en Escuintla, km 87.5 carretera a Taxisco, inaugurado en 1980.
El libro presenta la historia del primer siglo del zoológico, desde sus lejanos antecedentes, la forma en que se creó y el entorno de esa Guatemala, que muchos añoran todavía. Relata la forma en que se lo administra ahora, con la activa participación de la empresa privada. Además, incluye relatos de sus trabajadores y anécdotas.
La Finca Nacional La Aurora pertenecía al expresidente Lisandro Barillas y su hijo, y fue adquirida por el gobierno mediante expropiación con pago en efectivo, durante la administración de José María Reina Barrios, en 1892. Fue hasta el 25 de diciembre de 1924 que se decidió realizar el proyecto de un zoológico, durante la administración de José María Orellana.
La autora trabajó en el zoológico 13 años, primero limpiando jaulas hasta llegar a ser la directora.
Actualmente está remodelado, lo administra desde el año 1963 la Asociación Guatemalteca de Historia Natural. Vale la pena visitarlo, no solo para conocer las 280 especies distintas que alberga, de aproximadamente dos mil 500 animales, sino para conocer la variedad de árboles que se encuentra en el país. Hay letreros que explican no solo las características de los animales, sino también de cada árbol, en una muy bien llevada combinación de animales dentro de un bosque.
Al retomar el hilo del libro a comentar, la autora, al cumplirse cien años del parque zoológico La Aurora, emprendió la tarea de escribir su historia. Como se indica en la contracubierta, ella trabajó ahí durante 13 años, desde que entró como voluntaria asumiendo tareas como la de limpiar jaulas, hasta que ascendió a puestos de mayor responsabilidad, llegando a ser la directora del zoológico.
En ese puesto, ella fue parte de la profunda transformación que ha experimentado el zoológico La Aurora, poniéndose así al día con la corriente mundial. En la actualidad, los zoológicos no son solo sitios en donde los visitantes observan animales en cautiverio, sino que son centros de trabajo donde se los mantiene en hábitats que se aproximan más posible a su ambiente natural.
En el libro se relata la historia de este primer siglo del zoológico, desde sus lejanos antecedentes, la forma en que se creó y el entorno histórico de esa Guatemala, que muchos añoran todavía. Describe la forma en que se administra ahora, con la activa participación de la empresa privada. Un aspecto importante es la variedad de relatos de sus trabajadores y de valiosas anécdotas, que le dan mucha vida al libro.