La familia, que se dedica a la venta de tamales, atoles y refacciones durante todo el año, ha logrado mantener viva la esencia de las posadas, convirtiéndose en un referente de esta tradición en su comunidad.
A pesar de las limitaciones de espacio que puedan tener, siempre encuentran la manera de adecuar su hogar y su entorno para recibir a los amigos, vecinos y visitantes que se suman a la celebración.
En este sentido, don Víctor comentó:

Cada familia enfrenta sus propias condiciones y desafíos al participar en estas actividades, pero lo más importante es la voluntad de compartir y vivir el espíritu de la Navidad.

En este hogar, las posadas no solo son una fiesta, sino una oportunidad de fortalecer los lazos familiares y comunitarios, demostrando que, más allá de las circunstancias, lo que realmente importa es la unión y la tradición que se transmite de generación en generación.