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Cómo China busca más influencia en la Unesco mientras que Trump retira a EE. UU.
Washington había intentado limitar los esfuerzos de China por utilizar a la agencia cultural de la ONU para influir en la educación, las designaciones históricas e incluso la IA.
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Cualquier viajero que haya hojeado una guía internacional sabe que una designación de la Unesco indica un destino cultural que vale la pena visitar aunque implique desviarse un poco del camino.
Pero la Unesco —la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura— también se ha convertido en los últimos años en el blanco de una intensa campaña de influencia china, a medida que Pekín ha intentado aumentar su presencia sobre los planes de estudio, las designaciones históricas e incluso la inteligencia artificial (IA).
La decisión que tomó el martes el presidente Donald Trump de retirar a Estados Unidos del grupo elimina un poderoso freno a los esfuerzos de China, en el último ejemplo de cómo la retirada de la Casa Blanca de las instituciones internacionales ofrece la oportunidad para que China haga avanzar su poder blando.
Estados Unidos fue en su día el mayor patrocinador de la Unesco, con casi 25 centavos de cada dólar. Sin embargo, Washington ha mantenido una relación intermitente con la Unesco durante años, especialmente desde que Trump asumió el cargo en 2017, y China ha pasado a ocupar su lugar. Un funcionario chino es ahora el director general adjunto de la Unesco, un cargo que, según dijeron los diplomáticos, suele concederse a cambio de favores políticos o monetarios.
La Unesco ha prestado apoyo a las principales prioridades del máximo dirigente chino, Xi Jinping, incluido el programa mundial de infraestructuras conocido como la Iniciativa del Cinturón y la Ruta. Pekín también ha presionado mucho para obtener designaciones de Patrimonio de la Humanidad y está compitiendo para superar a Italia como el país con más lugares de importancia cultural. Algunos de esos lugares se encuentran en regiones oprimidas como el Tíbet y Sinkiang, donde muchos residentes locales los consideran un intento de apropiarse y controlar su cultura e historia.
Y aunque la Unesco ejerce una enorme influencia sobre lo que cuenta como historia, también es la agencia de la ONU encargada de establecer las directrices de la inteligencia artificial. La Unesco tiene un acuerdo con iFlytek, una importante empresa china de IA, para cooperar en la educación superior en Asia y África, según los medios de comunicación estatales chinos. (La Unesco dijo que tiene acuerdos de colaboración con muchas empresas de inteligencia artificial de todo el mundo).
“La Unesco es un campo de batalla por el poder y la influencia cultural e intelectual”, dijo David Killion, quien fue embajador ante la Unesco durante la presidencia de Barack Obama. “Estamos cediendo el reino del poder blando a una gran potencia expansionista y autoritaria”.
La embajada china en Washington, en respuesta a una petición de comentarios sobre su influencia en la Unesco, dijo que las organizaciones internacionales “no son escenarios para juegos geopolíticos”.
“China nunca pretende desafiar o sustituir a Estados Unidos”, dijo la embajada. “Esperamos que todas las partes puedan ver objetivamente el papel positivo de China en la Unesco”.
La Unesco dijo que, aunque China pronto será el mayor financiador, está infrarrepresentada en el personal de la agencia. “No estamos en condiciones de comentar la estrategia diplomática de uno u otro Estado miembro”, dijo una portavoz de la agencia en un comunicado.
El Departamento de Estado no respondió a una solicitud de comentarios, pero emitió un comunicado en el que afirmaba que la Unesco promovía “una agenda globalista e ideológica para el desarrollo internacional, contraria a nuestra política exterior de Estados Unidos primero”.
La salida refleja un repliegue más amplio de Estados Unidos de los organismos internacionales y la visión limitada de Trump sobre el poder blando, la antigua idea de que la influencia cultural y económica de Estados Unidos en el extranjero refuerza su influencia en asuntos exteriores.
Trump ha anunciado la salida de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud y ha desmantelado la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional. A principios de agosto está prevista una revisión de las agencias de la ONU por parte de la Casa Blanca, y los expertos esperan que la Casa Blanca le quite el financiamiento a otras.
“Estados Unidos ya no es de fiar”, dijo Wu Xinbo, decano del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad Fudan de Shanghái. “El estatus y la influencia de China en las Naciones Unidas aumentarán definitivamente en consecuencia. Esto es seguro”.
La Unesco fue la primera agencia de la ONU que Xi visitó tras convertirse en líder de China en 2012. Estados Unidos había retirado la financiación en virtud de una ley de la década de 1990 que exigía la interrupción de la financiación estadounidense a las agencias de la ONU que aceptaran a Palestina como miembro de pleno derecho.
Esto supuso una oportunidad para China.
Pekín consiguió que la esposa de Xi, Peng Liyuan, fuera nombrada enviada especial y envió dinero a París que destinó a sus objetivos de política exterior.
Tang Qian, quien solía ser subdirector general de la Unesco procedente de China, recordaba en sus memorias del 2020 que su gobierno veía la financiación de la agencia como una forma de expandir la influencia china, sobre todo en África.
Washington no se mantuvo al margen durante este periodo, a pesar de los recortes de financiación. El gobierno de Obama mantuvo a sus diplomáticos, como Killion, en París para trabajar en cuestiones como la educación sobre el Holocausto y contrarrestar a Brasil y China en la regulación de internet.
Pero en 2017, el gobierno de Trump anunció que se retiraría completamente de la organización, alegando prejuicios contra Israel. Tras la toma de posesión del presidente Joseph Biden en 2021, Killion y otras personas hicieron campaña para que Estados Unidos volviera.
“El vacío dejado por Estados Unidos lo están llenando otras grandes potencias, como China, que comprenden la inmensa oportunidad de poder blando que existe en la Unesco”, rezaba un documento que hicieron circular dentro del gobierno de Biden.
El Congreso autorizó una exención de financiación y Estados Unidos se reincorporó a la Unesco. La exención mencionaba explícitamente la preocupación por la influencia china.
El nuevo embajador se dedicó a intentar restaurar la influencia estadounidense, asegurando asociaciones para empresas tecnológicas como Microsoft y Netflix y dirigiendo un grupo, con el embajador de Ghana, que trabajaba en inteligencia artificial y aprendizaje digital en África, donde las empresas chinas habían estado haciendo incursiones.
No es que Trump esté buscando dar poder a China. Ha iniciado una guerra comercial y ha impuesto restricciones a la exportación de tecnología estadounidense. Pero Trump prefiere el poder económico y militar a la ayuda exterior y los programas culturales.
China considera que el poder blando es esencial para ampliar su influencia global y que la Unesco es clave para establecer su cultura e historia como prominentes en la escena mundial. China lidera el mundo en número de “patrimonios culturales inmateriales”, las creaciones más importantes de la humanidad, como el baile flamenco español, la sopa de camarones tailandesa conocida como tom yum kung y el reggae jamaicano.
Los sitios del Patrimonio Mundial atraen a tantos turistas que una designación de la Unesco puede transformar sus economías. Lugares en países occidentales han dominado históricamente esta lista, y los países asiáticos han presionado mucho en los últimos años para que también se reconozca su historia. Pero las minorías étnicas perseguidas afirman que, en manos de Pekín, los sitios se convierten en herramientas de apropiación y no están protegidos.
En un palacio de Lhasa que fue durante siglos el hogar de los dalái lamas tibetanos, el gobierno chino erigió dos pabellones en 2020. Los pabellones, construidos en un estilo marcadamente chino, rodean columnas de piedra sagradas que conmemoran la historia tibetana. Las normas de la Unesco exigen que los países avisen a la organización antes de realizar cambios importantes en los lugares. El gobierno chino no lo hizo.
Los grupos de defensa pidieron al Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco que designara el palacio como lugar en peligro en su reunión de este mes. No lo hizo.
Funcionarios chinos han descrito los esfuerzos del país para que la Unesco designe sus lugares históricos y culturales como una parte clave de la Iniciativa de Civilización Global de Xi. Dicha iniciativa sostiene que cada región tiene sus propios valores y no debería lidiar con la presión de países con valores diferentes. Los críticos la han descrito como un intento de socavar los derechos humanos y la democracia.
La desfinanciación estadounidense de la Unesco supondrá una menor supervisión del proceso del patrimonio, dijo Stephan Dömpke, presidente del grupo sin fines de lucro World Heritage Watch, con sede en Berlín. “Incluso ahora”, dijo, “la Unesco no puede supervisar aproximadamente un tercio de los lugares incluidos en la Lista del Patrimonio Mundial. La retirada de Estados Unidos solo acelerará este proceso”.
El embajador estadounidense ante la Unesco dimitió en enero, cuando Trump asumió el cargo. Poco después, un lingüista uigur, Abduweli Ayup, descubrió el riesgo de ofender a China en la Unesco.
Los uigures son un grupo étnico perseguido en el noroeste de China, a quienes se ha internado en campos, obligado a trabajar y prohibido utilizar su lengua materna en las escuelas. El gobierno chino actúa agresivamente para censurar y reprimir el debate sobre esta represión.
En febrero, Ayup viajó a París con su familia, esperando hacer una presentación en una conferencia de la Unesco sobre lenguas indígenas. Lo habían invitado a hablar sobre cómo los celulares han contribuido a que los uigures dejen de utilizar su lengua materna.
El primer día de la conferencia, Ayup formuló a un presentador de los medios de comunicación estatales chinos una pregunta que criticaba a Pekín. Al día siguiente, unas horas antes de su presentación, los organizadores le retiraron abruptamente la invitación.
La pregunta de Ayup fue el motivo, según tres miembros del comité académico de la conferencia que hablaron bajo condición de anonimato por temor a represalias. La empresa china de aprendizaje de idiomas Talkmate era uno de los principales patrocinadores, y los miembros del personal temían ofender a los ejecutivos, dijo uno de los miembros del comité.
La Unesco, en su declaración, dijo que su dirección no estaba implicada en la cancelación de la presentación de Ayup y que la agencia no había recibido ninguna petición de China al respecto.
Antes de abandonar la conferencia, Ayup garabateó con enojo en un papel y lo pegó en la pared de la sede de la conferencia. “UNESCO”, decía el cartel. “Mi presentación cancelada. ¿Por qué? ¿Por qué?”.