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¿Por qué hay personas que no aceptan ayuda aunque la necesiten? Esto dicen los expertos en psicología
Aunque pedir ayuda podría ser un acto de valentía, muchas personas lo ven como una señal de debilidad. ¿Qué hay detrás de esta resistencia y cómo saber cuándo es momento de abrirse a los demás? Expertos en psicología lo explican.
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Pedir ayuda puede ser uno de los actos más humanos y necesarios, pero también uno de los más difíciles. No existe una sola razón por la que algunas personas se sienten incómodas o incluso mal al hacerlo. Para algunas, simplemente no está en su visión de vida; para otras, hay experiencias más profundas detrás.
La psicóloga Lea Echeverría lo explica así: “Todas las personas somos diferentes, somos únicas y tenemos nuestras propias experiencias de vida que marcan nuestro caminar”. A esto se suma el estigma social y cultural que pesa sobre el tema. En muchas culturas, pedir ayuda se asocia erróneamente con debilidad, dependencia o incapacidad.
Creencias, orgullo y miedo: los factores que influyen
El psicólogo Mario Velásquez coincide y afirma que esto también está relacionado con la crianza. “El contexto social en el que nos desenvolvemos pesa. Si en casa se nos enseñó a no pedir ayuda, es probable que repitamos ese patrón. Otro espacio donde se refuerza esto es el centro educativo”, señala.
Velásquez explica que el miedo a mostrarse vulnerable es común: “La vulnerabilidad se ve como sinónimo de debilidad. Entonces, a nivel inconsciente, la consigna es resolver todo solos”.
También está el temor al juicio de los demás. “Hay quienes temen que se dañe su imagen si admiten que necesitan ayuda”. Esto va muy de la mano con el orgullo, que impide reconocer que no podemos con todo”, añade Echeverría.
La baja autoestima y las experiencias previas también juegan un rol clave. El sentir que no se merece o si alguna vez alguien ignoró una petición de ayuda, es posible que surja el temor al rechazo. En algunos casos, se idealiza tanto la autosuficiencia que se niega la posibilidad de necesitar a otros.
Desde un punto de vista emocional y psicológico, pedir ayuda implica enfrentarse a una mezcla de factores culturales, personales y emocionales que afectan directamente la autoestima y la calidad de vida.
¿Por qué sentimos temor de pedir ayuda?
El equipo de psicólogos de Alcobendas, en Madrid, resume así los factores más comunes que dificultan pedir ayuda:
Cultura que valora la autosuficiencia
- Estigma social
- Miedo a la vulnerabilidad
- Temor al rechazo
- Desconocimiento de cómo hacerlo
- Negación de las propias emociones
- Baja autoestima
- Miedo a generar dependencia
- Experiencias previas negativas

¿Qué puede hacer para aprender a pedir ayuda?
Si usted se siente identificado con esto, es importante saber que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino una muestra de valentía y conexión humana. Ese sería el primer paso: reconocerlo.
“Pedir ayuda es una habilidad poderosa, especialmente cuando se hace de forma clara, empática y con conciencia de nuestras necesidades”, asegura la psicóloga Echeverría. En esto influye también tener una buena red de apoyo.
Estas son algunas estrategias prácticas que propone Echeverría para aprender a pedir ayuda de manera efectiva:
- Reconozca que necesita ayuda (sin culpa)
Aceptar la necesidad no lo hace débil, lo hace humano. Reflexione: ¿en qué área se siente atascado, sobrecargado o inseguro?
Recuérdelo: pedir ayuda es una forma de autocuidado y conexión. - Sea específico
Identifique qué tipo de ayuda necesita:
– ¿Emocional? (escucha, contención)
– ¿Práctica? (acompañamiento, resolver una tarea)
– ¿Técnica o profesional? - Use un lenguaje asertivo y directo
Sea honesto y amable. Evite rodeos o disculpas excesivas. - Elija bien a quién se la pide
Busque personas con la disposición, capacidad o conocimiento para ayudarle.
Recuerde: no todos están disponibles siempre, y eso está bien. Pedir no garantiza un sí. - Prepárese emocionalmente para una posible negativa
Si alguien no puede ayudarle, no significa que su necesidad no sea válida. - Agradezca y dé seguimiento
Agradezca sinceramente, incluso si la ayuda fue pequeña. Si aplicó lo que le sugirieron, compartir el resultado fortalece la relación.