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¿Qué es un embarazo psicológico? El caso de una reina que creía que sería madre y qué dice la ciencia sobre la pseudociesis
Un deseo intenso o el miedo a ser madre puede provocar uno de los trastornos más inusuales, pero dolorosos, en mujeres en edad reproductiva.
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En 1555, Inglaterra esperaba con expectativa el nacimiento del heredero que, según se creía, llevaba en su vientre la reina María I.
La monarca, que según registros históricos tenía entonces 38 años, se había aferrado a la esperanza de dar un hijo a la Corona, ya que estaban en juego la continuidad de la dinastía, la alianza con España y la consolidación del catolicismo en sus dominios.
El entusiasmo se apoderó del palacio un año después de su boda con Felipe II. María I mostraba todos los signos de una gestación: su vientre crecía, sus pechos se transformaban, padecía náuseas matutinas e incluso aseguraba percibir movimientos en el vientre.
En el libro María Tudor: princesa, bastarda, reina, la autora Anna Whitelock relata cómo, en el palacio, todos estaban convencidos de la llegada del sucesor: los servidores prepararon la guardería, se designaron nodrizas y hasta se redactaron cartas de anuncio, listas para informar la fecha de nacimiento y el sexo del bebé.
La espera se prolongó más de lo previsto, el anuncio nunca llegaba, la incertidumbre crecía y los rumores se propagaban con rapidez. Algunos decían que la reina había muerto; otros, que el niño había nacido sin vida. Pero el heredero nunca fue presentado.
La realidad, sin embargo, fue muy distinta: María jamás estuvo embarazada. La monarca experimentó lo que la medicina conoce actualmente como pseudociesis, o embarazo psicológico.
El poder de la mente: ¿Qué es un embarazo psicológico?
Un embarazo psicológico está catalogado como un trastorno somatomorfo, definido por el médico psiquiatra Miguel Fuentes como “el proceso en el que una mujer está convencida de que está embarazada y desarrolla signos y síntomas físicos compatibles con la gestación, como si existiera un embarazo real, pero sin feto”.
Aunque es poco común, “no es imaginario”, indica Fuentes, pues existe un diagnóstico real avalado por el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales.
Médicamente no existe un factor físico que desencadene una pseudociesis; sin embargo, según Fuentes, hay diversas razones por las que una paciente podría desarrollar este trastorno. Entre ellas figuran el deseo intenso de quedar embarazada, el miedo al embarazo, las presiones socioculturales o familiares, la infertilidad y las pérdidas gestacionales previas.
Además, algunos trastornos psiquiátricos también podrían estar relacionados con el desarrollo de un embarazo psicológico. El médico confirma que entre ellos están la esquizofrenia, las ideas delirantes, los trastornos afectivos —como la depresión y el trastorno afectivo bipolar—, los trastornos límite de la personalidad, el trastorno histriónico y el trastorno de personalidad dependiente.

¿Qué sucede en el cuerpo cuando se desarrolla un embarazo psicológico?
Tal como le ocurrió a María I, una mujer convencida de estar embarazada presenta signos y síntomas clínicos propios de un embarazo.
La amenorrea, o ausencia de menstruación, es la primera alerta. Conforme pasan los días, las pacientes pueden presentar náuseas matutinas, aumento del apetito y de peso, distensión abdominal, crecimiento de las mamas y ganas constantes de orinar, explica la ginecóloga y obstetra Mariana Castillo.
Las mujeres que presentan pseudociesis también pueden llegar a sentir “movimientos fetales”; sin embargo, en muchos casos es probable que “sea el intestino el que esté haciendo su tránsito normal”, lo que podría confundir a las pacientes, señala Fuentes.
Además, si no se dio seguimiento médico al supuesto embarazo y las pacientes llegan “a término”, es posible que experimenten dolores de parto, oscurecimiento de los pezones y, en algunos casos, secreción de calostro.
La ginecóloga explica que esto ocurre porque, en casos de pseudociesis, intervienen factores hormonales o endocrinos, así como psicológicos o emocionales, que pueden influir en la creencia de estar embarazada.
Entre los trastornos hormonales que pueden presentarse en un embarazo psicológico están el aumento de algunas hormonas, como la luteinizante (LH), la folículoestimulante (FSH) y la prolactina.
Los “falsos positivos” en las pruebas de embarazo
Una particularidad de los embarazos psicológicos es que, según los médicos, en ningún momento las pruebas de embarazo —ni de orina ni de sangre— resultan positivas.
Si bien es cierto que existen algunos casos en los que las pruebas de orina pueden arrojar resultados conocidos médicamente como “falsos positivos”, estos pueden descartarse fácilmente con una prueba de sangre y una ecografía.
“Un embarazo verdadero se puede detectar incluso desde la semana tres de gestación. Y esto se puede hacer mediante un examen de sangre en el que se detecta la hCG (hormona gonadotropina coriónica humana). Lo que confirma el embarazo es un ultrasonido obstétrico, de preferencia endovaginal”, explica Castillo.
Según la ginecóloga, este tipo de casos ha disminuido gracias a los avances de la medicina moderna, que permiten confirmar con mayor precisión la veracidad de un embarazo. No obstante, algunas pacientes, debido a la falta de atención médica oportuna, no logran identificarlo sino hasta que acuden a la emergencia de maternidad con dolores y síntomas de trabajo de parto, y al ser evaluadas no se encuentra evidencia alguna de gestación.

¿Qué tan común es un embarazo psicológico?
En 2007, un estudio publicado en el International Journal of Reproductive BioMedicine calculó que, en Estados Unidos, se dan entre uno y seis casos por cada 22 mil embarazos.
En Guatemala, según confirma el Ministerio de Salud, no se cuenta con información específica sobre este asunto. La institución explica que esto se debe a que “tanto la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) como el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) no contemplan un código particular que permita el registro del denominado embarazo psicológico”.
Sin embargo, las experiencias de los profesionales de la salud han sido distintas. Castillo relata que, durante su entrenamiento en el Hospital Roosevelt, conoció dos casos de mujeres que llegaron a la emergencia de maternidad en labor de parto y, al ser examinadas, se determinó que nunca hubo embarazo.
Si bien estos son casos extremos, en su práctica diaria como ginecóloga también ha identificado pseudociesis durante las primeras semanas.
“La pseudociesis no es tan rara”, indica el ginecólogo y obstetra Antonio Wohlers. “Es algo frecuente, principalmente en mujeres mayores —entre 38 y 40 años— que tienen algún trastorno hormonal o se encuentran en el período de la premenopausia”.

Duelos invisibles
La reina María dejó de hacer apariciones públicas un año después del supuesto embarazo y retomó sus labores como monarca, asegurándose de que nadie —al menos de manera oficial— volviera a mencionar el asunto.
De manera similar a lo vivido por la reina, las mujeres que padecen un embarazo psicológico suelen no aceptar que nunca estuvieron embarazadas y, en muchos casos, enfrentan un duelo por un bebé que jamás existió.
Según explica la psicóloga especializada en salud perinatal y doula Regina Villagrán, las mujeres que atraviesan un embarazo psicológico enfrentan lo que se conoce como duelos invisibles, pues detrás de este fenómeno suele haber una salud emocional deteriorada.
Las pacientes que experimentan una pseudociesis enfrentan una carga emocional considerable, en la que se ve comprometido su estado psíquico, y en la mayoría de los casos es necesaria la intervención psicoterapéutica.
Generalmente, recurren a varios médicos con la esperanza de que alguno “les brinde la respuesta que quieren oír o, por otro lado, no asisten a ningún servicio de salud para que no les quiten la esperanza del embarazo”, explica Castillo.
¿Cómo tratar y prevenir un embarazo psicológico?
“El tratamiento tiene que ser multidisciplinario”, explica Castillo, ya que involucra tanto la salud física como la emocional de la paciente.
En primera instancia, el abordaje comienza con la confirmación médica a través de pruebas de embarazo y ultrasonido, siempre bajo una comunicación empática y no confrontativa, pues la mujer atraviesa una situación de gran vulnerabilidad, afirma.
Desde la ginecología, se busca descartar otras posibles causas, como trastornos hormonales, problemas tiroideos, tumoraciones ováricas o uterinas, así como cualquier otro desbalance que pueda estar influyendo en los síntomas.
Sin embargo, el tratamiento no se limita al diagnóstico físico. La intervención en conjunto con la psicología y la psiquiatría es fundamental para ofrecer un manejo integral.
En algunos casos, la paciente puede requerir medicación con antipsicóticos o antidepresivos, siempre bajo la supervisión de un especialista. Villagrán también explica que, a la par, la psicoterapia de apoyo y la psicoeducación son herramientas clave para ayudar a la mujer a integrar el resultado negativo sin caer en sentimientos de humillación o culpa.
La psicóloga señala que, en muchas ocasiones, detrás de la pseudociesis existen duelos no resueltos, ya sea por infertilidad o por pérdidas gestacionales previas, lo que convierte la experiencia en un evento traumático.

Por ello, la terapia enfocada en el trauma se vuelve un pilar del tratamiento, acompañando a la mujer “de forma compasiva, amorosa y sensible a su dolor”. Este acompañamiento también implica trabajar en la prevención de comorbilidades como ansiedad, depresión o incluso pensamientos autodestructivos.
Las especialistas subrayan la importancia de incluir a la familia como red de apoyo y de derivar a la paciente a otros profesionales, como endocrinólogos, psiquiatras, psicólogos o ginecólogos, según lo requiera cada caso.
Además, los expertos resaltan que la prevención pasa por la promoción de una salud sexual integral, entendida no solo como educación sobre el cuerpo y la reproducción, sino también como un proceso de protección emocional, autoconocimiento y comprensión de los propios deseos y límites.
Finalmente, destacan que el acompañamiento debe darse siempre desde la empatía y sin juicios, reconociendo lo doloroso de la situación. “Sin juzgar, sino que acompañar desde la empatía, porque nadie sabe lo doloroso que puede ser”, menciona Villagrán, recordando que la maternidad no se vive de la misma manera para todas las mujeres y que, en estos casos, lo esencial es sostener con respeto y cuidado a quien enfrenta la experiencia de un embarazo psicológico.
María I falleció tres años después del incidente, sin descendencia. Sin embargo, la monarca protagonizó el primer caso documentado de este fenómeno que, aunque raro, existe y afecta a muchas mujeres en edad reproductiva.