Cómo las palabras que escuchamos de niños moldean nuestra vida de adultos

Cómo las palabras que escuchamos de niños moldean nuestra vida de adultos

¿Alguna vez ha reflexionado sobre el poder de las palabras y cómo pueden influir incluso en nuestro desarrollo? Conozca cómo lo que decimos puede tener la capacidad de construir o destruir, de sanar o lastimar.

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23/02/2025 00:00
Fuente: Prensa Libre 

Desde que Mariana era pequeña, en su entorno escuchaba frases como “eres una tonta”, “no puedes hacer nada”, “no sirves para nada” y muchas otras similares.

Sus padres nunca le dijeron “te amo”. Ellos asumían que Mariana entendía que la amaban porque “le daban de todo”.

Por otro lado, el entorno de su amiga Julia era diferente. Su familia le recordaba constantemente lo inteligente, valiente, fuerte y valiosa que era. Además, la frase “te amo” se repetía de manera constante.

Ambas eran muy buenas amigas y se llevaban bien; sin embargo, la forma en que se comunicaban era diferente, ya que a Mariana le costaba más que a Julia expresar sus sentimientos, hasta que llegó un punto en el que su amistad se vio afectada.

Este tipo de actitudes se debe a que las palabras tienen un impacto profundo en nuestro desarrollo emocional, psicológico e incluso neurológico.

Las palabras y su impacto en el cerebro

La psicóloga Regina Villagrán explica que “la manera en que nos dirigimos hacia otras personas tiene un impacto directo en el cerebro, y esto se forma desde las primeras palabras que escuchamos”.

Según Villagrán, la voz de la madre, por ejemplo, tiene un efecto calmante en los bebés, mientras que un grito o un diálogo violento puede generar estrés y ansiedad. “El lenguaje genera cambios en nuestro cerebro y modifica la percepción del entorno”, afirma.

Además, Villagrán destaca que la manera en que nos hablan de niños se convierte en nuestra voz interior de adultos. “Nuestros pensamientos y la manera en que construimos nuestra autoestima y la percepción que tenemos de nosotros mismos están directamente relacionados con el lenguaje que recibimos en nuestra infancia”, señala.

Por ejemplo, si a un niño se le dice constantemente que es “tonto”, es probable que internalice esa creencia y la repita en su diálogo interno, afectando su autoestima y su capacidad para desenvolverse en la sociedad.

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El tono e intención al hablar influyen en cómo se recibe el mensaje y su efecto en las emociones. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

El tono y la intención también cuentan

Sin embargo, no solo las palabras importan, sino también el tono en que se dicen. Villagrán explica que un tono intimidante puede generar miedo y desconfianza, mientras que un tono amable, incluso si se habla con firmeza, puede ser percibido como una señal de respeto y cuidado. “El tono influye en cómo recibimos el mensaje. Si es intimidante, puede generar una respuesta de defensa o huida”, comenta.

El impacto duradero de las palabras negativas

La psicóloga clínica María René Ordoñez señala que los efectos de las palabras negativas pueden ser sorprendentemente duraderos. “Nuestro cerebro activa un proceso llamado ‘sesgo de negatividad’, donde los comentarios negativos se registran con mayor intensidad y pueden dejar una huella emocional difícil de borrar”, explica.

Estos comentarios son especialmente impactantes cuando provienen de figuras de autoridad, como padres o maestros, ya que son personas a quienes los niños suelen admirar y respetar.

A esto, el psicólogo Arturo Archila agrega que las palabras disonantes, aquellas que generan miedo, rabia o tristeza, tienen un efecto profundo en el cerebro. “Estas palabras se registran y pueden manifestarse posteriormente en nuestra conducta, especialmente si provienen de experiencias traumáticas en la infancia”, afirma.

Retrato de un niño pequeño y triste sentado abrazando la rodilla deprimido mirando lejos, madre furiosa gritando a su hija regañándola. Concepto de escándalo y crisis en la familia, violencia doméstica, abuso.
Las palabras negativas dejan huellas duraderas en la autoestima y la percepción personal. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

¿Es posible “desaprender” el impacto negativo?

Afortunadamente, los expertos coinciden en que es posible desaprender el impacto negativo de las palabras que nos han marcado. Ordoñez explica que esto no significa borrar u olvidar, sino más bien reducir la carga emocional que provocan y darles un nuevo significado. “El primer paso es reconocer lo que nos afecta y trabajar en ello”, dice.

Villagrán recomienda trabajar en el diálogo interno, escuchando cómo nos hablamos a nosotros mismos. “Muchas veces, nuestro diálogo interno es muy agresivo, y esto responde a la manera en que nos hablaron en nuestra infancia”, señala.

Cambiar ese diálogo crítico por uno más compasivo y amoroso es clave para mejorar la autoestima y la salud emocional.

El poder sanador de las palabras

Aunque las palabras pueden lastimar, también tienen el poder de sanar. Villagrán destaca que la terapia psicológica es un ejemplo claro de cómo las palabras pueden ser herramientas de sanación. “Contar lo que sentimos, expresar nuestras emociones en un espacio seguro, tiene un efecto reparador”, afirma.

Además, recomienda el uso de afirmaciones positivas para fortalecer la autoestima. “Hablar con nosotros mismos como lo haríamos con alguien a quien amamos profundamente puede transformar nuestra manera de vernos y tratarnos”, dice.

Este hábito debe ponerse en práctica en todas las áreas en las que nos desenvolvemos, ya que las palabras también juegan un papel crucial en la construcción de relaciones interpersonales.

Villagrán explica que una comunicación positiva, basada en el respeto y la empatía, es fundamental para establecer conexiones significativas. “Utilizar palabras amables, elogios sinceros y mensajes de apoyo fortalece la confianza y el bienestar emocional”, comenta.

Ordoñez agrega que es importante evitar el lenguaje pasivo-agresivo y los calificativos negativos. “Minimizar los sentimientos de los demás o usar un tono que genere incomodidad puede dañar las relaciones”, advierte.

En cambio, recomienda priorizar la gratitud y la validación emocional en nuestras interacciones.

Es posible desaprender el impacto negativo del lenguaje a través del diálogo interno positivo. Regina Villagrán recomienda utilizar post it con frases positivas en un lugar que tengamos a la vista parta tenerlas presentes. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

El lenguaje como herramienta de transformación

Las palabras tienen el poder de construir o destruir, de sanar o lastimar. Desde la infancia hasta la adultez, el lenguaje moldea nuestra percepción del mundo, nuestra autoestima y nuestras relaciones con los demás.

Como señala Archila, “todos somos el producto de las palabras que hemos escuchado y las que nos decimos a nosotros mismos. Por eso, debemos buscar la manera de que nuestro lenguaje sea claro, concreto, conciso, completo y coherente para comunicarnos de manera efectiva”.

Archila también destaca la importancia de observar cómo actuamos y comunicarnos con conciencia, ya que esto nos ayuda a desarrollar una transformación psicológica que favorece una mejor comunicación tanto personal como con nuestro entorno.

Sin embargo, también tenemos la capacidad de transformar ese lenguaje. A través de la conciencia, la empatía y la compasión, podemos desaprender los patrones negativos y construir un diálogo interno y externo que nos permita vivir de manera más plena y saludable.

Como bien dice Villagrán, “toda escena dolorosa merece palabras de amor”. Y es en esas palabras es donde encontramos la posibilidad de sanar y crecer.

Así que, la próxima vez que piense en decirse a sí mismo una frase malintencionada o en hablar de cierta manera con sus familiares, reflexione sobre el poder de sus palabras y cómo estas pueden afectarlo a usted y a los demás.