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Dinero va y viene
Las monedas virtuales necesitan una legislación de urgencia.
No se tiene una moneda digital oficial en el país. La Superintendencia de Bancos (SIB) ha expresado claramente que las monedas virtuales no se consideran divisas ni medios obligados de pago, según comunicación vigente desde hace varios años. Se espera el E-quetzal, una moneda digital con respaldo del Banco de Guatemala (Banguat). Sin embargo, por el momento no se ha lanzado esa iniciativa. También el banco central indicó que las criptomonedas no son medio legal de pago. Álvaro González Ricci, presidente del Banguat, declaró a inicios de año la preparación de una CBDC, o sea una moneda digital de banco central. Es extraña la utilización de un acrónimo en inglés, aparentemente se debe al origen de la propuesta en los decaídos BRICS.
La prudencia, opciones de inversión y garantía bancaria son cimiento de economía nacional sana.
Actualmente, en todos los bancos nacionales se realizan transacciones electrónicas. Las transferencias por internet están dejando de lado el uso de cheques de papel. De esa cuenta, no existe razón para la creación de una moneda paralela para negocios locales.
Como se sabe, las monedas digitales se valorizan por la aceptación de productores que bajan el precio de sus mercancías. Así, una fábrica al comparativamente disminuir precios en bitcoines sobre las monedas oficiales, valorizan la moneda virtual, pues se pueden adquirir más productos. La razón consiste en constituir una clientela cautiva consumista para ocupar más espacio del mercado. Quienes tienen una billetera digital observan cómo se aprecian sus monedas. También puede ocurrir lo contrario, patrocinadores iniciales de las monedas, al considerar la generación de mayores costos en la administración electrónica de las cuentas, pueden aumentar los precios de sus productos, con lo que la moneda digital se deprecia. Cuando un grupo de abastecedores de bienes decide abandonar una moneda digital, los poseedores de monederos se quedan con un restringido acceso a bienes de quienes permanecen aceptando el dinero digital. También puede perderse todo valor cuando nadie la acepta como medio de pago de mercancías.
Los creadores de monedas virtuales les pagan a quienes realizan la ardua labor de crear los mecanismos electrónicos de registro, destinados a evitar estafas y apropiaciones indebidas. Lo denominan minería, pues cual trabajadores crean bloques de registro sucesivos e independientes, así establecen estratos y estratos para anotación electrónica donde se mantiene la individualidad de cada transacción.
La novelería siempre crea disgustos y errores. El 14 de febrero de 2025, el presidente Javier Milei elogió la creación de la moneda virtual $Libra, pues generaría incremento de negocios y emprendimientos. Muchos pensaron se participaría en préstamos al gobierno y financiamiento de emprendimientos oficiales y se dispusieron a comprar en masa ese dinero. Nuevamente, la ley de la oferta y la demanda operó, pues la masividad de la oferta del efectivo digital generó se depreciara frente a la falta de demanda. Rápidamente, Milei retiró su elogio y manifestó ser totalmente ajeno a quienes crearon esa moneda virtual. Pero el daño estaba hecho para quienes se precipitaron arriesgando sus ahorros. Fue una ilusión confiar en la valorización.
En nuestro país se han organizado bancos de moneda digital, ofrecen cuentas de ahorro. Para evitar descalabros, es necesario regularlos. Dotar a la SIB de facultades claras en supervisión, así como facilitar al Banguat la creación de moneda virtual, con opciones de inversión. Por definición, la moneda virtual es un negocio privado, pero la protección del ahorro nacional necesita evitar estafas y defraudaciones.