Más preguntas que respuestas: el análisis sobre el papel de la psicología en la intervención del amor, según el psicoterapeuta Luis Muiño

Más preguntas que respuestas: el análisis sobre el papel de la psicología en la intervención del amor, según el psicoterapeuta Luis Muiño

Con una mirada al rol del terapeuta dentro de las relaciones y decisiones amorosas de sus pacientes, Luis Muiño expuso sobre las técnicas terapéuticas y su responsabilidad.

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23/07/2025 17:00
Fuente: Prensa Libre 

“¿Se puede curar el amor?”, fue una de las grandes interrogantes que dejó en el aire el psicoterapeuta y divulgador español Luis Muiño, durante su ponencia por el Día del Psicólogo, titulada “El amor en consulta”. La exposición abordó el papel del psicoterapeuta en la relación de pareja y si este interviene en el amor de sus pacientes o solo los orienta.

Derivado a la investigación de su libro La trampa del amor, Muiño se adentró en el estudio del amor. ¿Por qué el amor?, se preguntó, en el foro. “Porque creo que, curiosamente, es el gran ausente de la divulgación de la psicoterapia”, respondió.

A Muiño le parece extraordinario que el amor sea un tema tan poco tratado, pese a ser, según él, la gran dolencia de los pacientes desde el siglo XX. Reflexionó sobre cómo la mayoría de quienes acuden a psicoterapia lo hacen por problemas amorosos.

Para exponer su punto, el divulgador citó una historia de Irvin D. Yalom, en su libro Verdugo del amor, en la que una mujer mayor presenta brotes de amor y pasión a causa de una sífilis. En ella, Yalom le indica que puede curarla, pero ya no se enamorará. Ella decide seguir enamorada.

Esta reacción fue comparada con un episodio de Dr. House inspirado en el libro, donde el personaje no pregunta si la mujer desea curarse, sino que lo asume. A partir de esta comparativa, Muiño lanza su pregunta: ¿Se puede curar el amor?

En la ponencia, el divulgador cuestionó al público: ¿Los terapeutas curan el amor? Reflexionó que en el ámbito de la psicoterapia algunos consideran el amor como algo inevitable e incontrolable. Por ello, muchos terapeutas optan por gestionarlo, más que curarlo.

“Nosotros, en psicoterapia, trabajamos aquello que se puede cambiar. Digamos, tratamos el amor como si fuera una enfermedad, pero incurable”, expresó.

A lo largo de su ponencia, Muiño dejó varias preguntas sobre cómo se percibe el amor desde la psicología. ¿Deberíamos “curar” el amor o es parte vital de la experiencia humana?, planteó, para luego explicar que muchos terapeutas evitan tratar el amor por considerarlo inabordable o inmodificable.

Incluso Sigmund Freud sostuvo que no trataba a personas enamoradas en fase pasional, ya que, en ese estado, los pacientes renuncian a su yo. Francesco Alberoni calificaba esa etapa como intratable, recordó Muiño.

También mencionó otras posturas, como la de Albert Bandura, quien sostenía que el amor se modela mediante refuerzos. Como ejemplo, citó a personas que utilizan fotografías con perros en aplicaciones de citas para generar atracción, una forma de moldear el amor a través de estímulos que buscan provocar una respuesta emocional.

¿El amor tiene sentido vital?

Muiño también citó a Viktor Frankl, quien afirmaba que el amor auténtico da sentido a la vida, mientras que el falso lo arrebata. “¿Qué os parece? Frankl lo veía como un sentido vital”, comentó.

Sin embargo, advirtió que esa visión puede llevar a algunas personas a construir toda su existencia en torno a ese único sentido, lo que puede generar problemas. “Muchos pacientes nuestros tendrán lo que se llama el síndrome de Romeo y Julieta: cuando un amor es peligroso o prohibido, se intensifica y nos atrae más. Pero también puede enloquecernos si lo convertimos en nuestra única brújula”, apuntó.

Idealización y posesión

“Somos ciudadanos del siglo XXI con hormonas del paleolítico”, citó Muiño a Helen Fisher, para explicar cómo ese amor idealizado pasa por tres fases: idealización, posesión y ambición.

En la primera, explicó, nos enamoramos de la imagen que tenemos de la otra persona, no de ella misma. “Y de alguna manera, esa expectativa obliga al otro a responder a nuestra proyección. Eso nunca funciona”, subrayó.

La fase de posesión se manifiesta en los celos, una respuesta a carencias internas. Detalló que, según diversos estudios, los celos femeninos suelen ser emocionales, mientras que los masculinos son sexuales.

Helen Fisher, reconocida neurobióloga, sostiene que el enamoramiento dura aproximadamente tres años: el tiempo que toma alimentar a un hijo. Luego, el amor evoluciona hacia el amor compañero. La biología tiene su lógica.

Pero, dijo Muiño, seguimos idealizando, queriendo poseer y sintiéndonos adictos al amor. “Nos enamoramos de una imagen, no de la persona real. Seguimos siendo celosos por mecanismos evolutivos: las mujeres, por asegurar el cuidado de la descendencia; los hombres, por proteger la suya”.

Decenas de psicoterapeutas se unieron al foro promovido por la Asociación Guatemalteca de Psicología para hablar sobre su papel en la salud mental. (Foto: Prensa Libre)

Estrategias terapéuticas

¿Qué pueden hacer los terapeutas? ¿Por qué no intervenir en el amor?, planteó. Propuso estrategias como el “contacto cero” para romper relaciones tóxicas, y el “casting emocional”, que ayuda al paciente a definir lo que busca en una relación antes de comprometerse.

También sugirió enseñar a los pacientes a observar conductas más que promesas y a cuestionar patrones. “No todo es destino. No todo es incontrolable. Desde la psicoterapia también podemos —y debemos— hablar del amor”, afirmó.

¿Podríamos usar herramientas para curar el amor?

Muiño se cuestionó si los psicólogos podrían tratar el amor y sus causas como se tratan las adicciones. Destacó que muchos pacientes rechazan la idea de cortar el contacto con un ex que les hace daño. Sin embargo, esta técnica —el contacto cero— puede resultar efectiva: “Cuando por fin lo hacen y pasan los 40 días, se les pasa la tontería. Como con cualquier droga. En 40 días no mueren. No deben saber nada de la otra persona. No leerla ni hablar de ella. El contacto cero consiste en ‘matar’ a la otra persona simbólicamente”.

¿Pero recomendar esto es intervenir en el amor?, se preguntó.

Casting emocional: una herramienta sencilla

“Somos psicólogos. Sabemos que, en las relaciones, un casting emocional puede marcar la diferencia”, explicó. Comparó la idea con una prueba de cámara: no se trata de preguntarle a alguien si es sensible, sino de observar cómo actúa.

Preguntas como: ¿está abierto a los demás?, ¿le interesan las personas?, ¿tiene amigos?, ¿cuántos?, ¿dónde?, ayudan a establecer patrones.

Muiño relató cómo algunos pacientes descubren, tras un año de relación tóxica, que su pareja no tenía amigos. “¿No lo habías notado antes?”, les pregunta. Esa señal, dijo, estaba allí desde el principio.

También sugiere preguntar cómo terminó la última relación, pero enfocarse en los hechos, no en las palabras.

Las preguntas que deja a reflexión

Para concluir su exposición, Muiño lanzó una serie de preguntas a los terapeutas que participaron en el foro promovido por la Asociación Guatemalteca de Psicólogos, sobre el papel que juegan en la vida de sus pacientes.

“¿Estamos dispuestos a abordar el amor como una enfermedad o como una adicción?”, planteó, al proponer que este pudiera tratarse como cualquier otra dolencia que requiere un proceso terapéutico similar al de una dependencia.

Otra de sus interrogantes fue: “¿Intervenimos en el amor?”, ya que —afirmó— al acompañar a una persona, se asume que tomará sus decisiones por sí sola, pero la intervención está implícita.

“La psicoterapia ha sido demasiado fría para hablar del amor, porque no le gusta hacerlo —cuestionó—, ¿o ha sido demasiado ingenua al evitarlo?”.

Finalmente, dejó en el aire una última pregunta: “¿Es ético intervenir en el amor o deberíamos limitarnos a observar el proceso?”.