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Trump ha autorizado planes de la CIA para una operación encubierta en Venezuela, según testimonios
El presidente de EE. UU. dio el visto bueno a posibles operaciones dentro de Venezuela, pero también ha reabierto los canales de comunicación con el gobierno de Nicolás Maduro.
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Con el mayor portaviones de Estados Unidos posicionado en el mar Caribe, el presidente Donald Trump aprobó medidas adicionales para presionar a Venezuela y prepararse para la posibilidad de una campaña militar más amplia, según personas informadas sobre el asunto. Trump dio el visto bueno a los planes de la CIA sobre medidas encubiertas en Venezuela, operaciones que podrían estar destinadas a preparar el campo de batalla para nuevas acciones, dijeron esas personas. Al mismo tiempo, aseguraron, autorizó una nueva ronda de negociaciones a través de canales indirectos que, en un momento dado, derivaron en la oferta del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, de dimitir tras una prórroga de un par de años, propuesta que la Casa Blanca rechazó.
No está claro cuáles podrían ser las actividades encubiertas ni cuándo podrían llevarse a cabo. Trump aún no ha autorizado la presencia de fuerzas de combate sobre el terreno en Venezuela, por lo que la siguiente fase de la campaña de presión cada vez mayor del gobierno de EE. UU. sobre el gobierno de Maduro podría ser el sabotaje o algún tipo de operación cibernética, psicológica o informativa. El presidente estadounidense no ha tomado una decisión sobre el curso de acción más general por seguir en Venezuela, ni ha articulado de manera pública su objetivo final más allá de detener el flujo de drogas desde la región. Mientras, los planificadores militares y de la CIA han preparado diversas opciones para distintas contingencias.
Los planificadores militares han preparado listas de posibles instalaciones vinculadas con las drogas que podrían ser atacadas. El Pentágono también está planeando ataques contra unidades militares cercanas a Maduro. Trump tuvo dos reuniones en la Sala de Situación de la Casa Blanca, la semana pasada, para hablar de Venezuela y revisar las opciones con sus principales asesores. Es probable que cualquier acción encubierta de la CIA se produzca antes de tales ataques militares. Tanto la Casa Blanca como la CIA declinaron hacer comentarios sobre la orden de Trump.
La otra cara de la moneda
Aunque Trump ha ordenado a la CIA que prepare varias operaciones secretas posibles en Venezuela, también ha abierto negociaciones con Maduro por una vía informal, después de haberlas interrumpido el mes pasado, durante un breve período, dijeron las mismas fuentes. En esas conversaciones informales, Maduro ha señalado su disposición a ofrecer acceso a la riqueza petrolera de su país a las empresas energéticas estadounidenses. Trump reconoció esas conversaciones, en cierto modo, el domingo último. “Es posible que mantengamos conversaciones con Maduro, y ya veremos cómo resultan”, dijo.
Aunque Trump hace hincapié en el papel de Venezuela en el tráfico de drogas o en la migración ilegal cuando trata el tema en público, en privado ha hablado de las enormes reservas de petróleo del país y de que las empresas estadounidenses puedan acceder a ellas. Funcionarios venezolanos han dicho a los estadounidenses que Maduro podría estar dispuesto a dimitir, tras una transición de dos a tres años, según las personas informadas sobre el asunto. Cualquier demora en la salida de Maduro del poder es inaceptable para la Casa Blanca.
Pero, a pesar del aparente estancamiento en las relaciones, las negociaciones a puerta cerrada muestran que aún es posible una solución diplomática. Fuentes informadas sobre las conversaciones afirman que no está claro qué resultado prefiere el presidente Trump, podría aceptar un acuerdo diplomático para que las empresas estadounidenses tengan mayor acceso a los recursos petrolíferos de Venezuela, podría impulsar una resolución que permita a Maduro abandonar el poder voluntariamente o exigir que Estados Unidos destituya por la fuerza al dictador venezolano. Incluso con el panorama incierto, la Casa Blanca se ha decantado por una estrategia de aumentar la presión sobre Maduro, al tiempo que ofrece a Trump opciones sobre cómo podría ejecutar la campaña contra Venezuela.
Denominada operación “Lanza del Sur”, la concentración masiva de fuerzas navales estadounidenses en el mar Caribe es la mayor desde la crisis de los misiles en Cuba y el embargo estadounidense a la isla de 1962. El portaviones Gerald R. Ford llegó al Caribe el fin de semana y ahora hay 15 mil soldados en la región, incluidos infantes de marina en buques anfibios y personal en bases militares en Puerto Rico. Pero el aumento de efectivos militares es solo la parte más evidente de una campaña de presión polifacética. El Departamento de Estado estadounidense ha anunciado que, a partir del 24 de noviembre, designará como organización terrorista al Cartel de los Soles.
Aunque este no es un grupo criminal en el sentido tradicional, es una manera como Estados Unidos puede etiquetar a una parte del gobierno de Maduro como organización terrorista, para allanar potencialmente el camino para una acción militar, pero también presionando al Gobierno. Los comentarios públicos de Trump en los últimos días han reflejado la incertidumbre sobre la decisión final, aunque aumente la presión. El lunes dijo que no había descartado la entrada de fuerzas terrestres a Venezuela, y sostuvo la posibilidad de entablar negociaciones directas con Maduro. “No descarto nada”, afirmó Trump. “Solo tenemos que ocuparnos de Venezuela”.
Estados Unidos ha lanzado 21 ataques conocidos contra embarcaciones que, según ese gobierno, traficaban drogas, y en ellos han muerto al menos 83 personas. Trump ha dicho que información sustancial de inteligencia justifica los ataques, pero los funcionarios no han proporcionado pruebas detalladas de la carga que transportaban las embarcaciones. Esos ataques se han perpetrado sin autorización del Congreso estadounidense, lo que ha suscitado críticas de expertos jurídicos y demócratas en las Cámaras de que el Gobierno está atacando intencionadamente a civiles que pueden ser sospechosos de delitos, pero que no son combatientes.
Trump, al menos después de los primeros ataques en octubre, dijo que Estados Unidos había atacado el fentanilo, un opioide sintético mortal que ha causado decenas de miles de muertes por sobredosis. Pero funcionarios militares, en reuniones a puerta cerrada con el Congreso, han reconocido que los barcos transportan cocaína, no fentanilo.