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¿Hay método en su locura?
Parece toro belicoso en una tienda de cristal.
Quizás Trump sea tan solo un bully nacionalista, proteccionista y peligrosamente disruptivo como lo pintan. La pregunta más interesante es: ¿Hay método en su locura?
La guerra que provocó Rusia al invadir Ucrania lleva más de tres años, con cauda de un millón y medio de bajas y ciudades enteras destruidas. La estrategia de Biden y mandatarios europeos ha sido dar a Ucrania suficiente apoyo militar para no perder, pero no lo necesario para ganar. En tres años de guerra fueron incapaces de articular cuál es el resultado final que se persigue, qué significa “ganar”.
Temerosos de “provocar” a Putin, los europeos han estado dispuestos a continuar apoyando la guerra hasta el último soldado ucraniano y el último dólar estadounidense. Trump busca una salida diplomática que ponga fin a la guerra; ambos tendrían que ceder. La administración Trump buscó alcanzar un acuerdo con Ucrania para la explotación conjunta de recursos minerales; establecer un cinturón de seguridad de inversión estadounidense que Putin no se atrevería a atacar. Zelenski llegó a la Casa Blanca a firmar este acuerdo y en la conferencia de prensa, frente a las cámaras, se puso a interpelar a Trump y Vance sobre las intenciones de lograr una solución diplomática; no entendió que el negocio era una disfrazada garantía de seguridad.
Desde que se estableció la Otán después de la Segunda Guerra Mundial, la seguridad de Europa ha descansado en la potencia militar de EE. UU. Alemania, Francia, Italia y España, entre otros, gastan a manos llenas en programas sociales, desatendiendo su capacidad militar, confiados en que EE. UU. los protege. Fue Barack Obama quien los puso en entredicho: ¿Por qué los contribuyentes de EE. UU. tienen que pagar para protegerlos si ustedes no están dispuestos a aportar recursos para su propia defensa? Sus fuerzas armadas son tigres de papel. Caerán mal las amenazas de Trump de “abandonar” a Europa, pero han tenido resultado; los europeos entraron en pánico y anunciaron que invertirán cientos de miles de millones de euros en su capacidad militar.
No se sabe aún si es dolor antes de sanación o si el remedio será peor que la enfermedad.
En una conferencia de prensa conjunta con Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, Trump anunció que EE. UU. “tomaría” la Franja de Gaza y la reconstruiría para convertirla en “la Riviera del Mediterráneo”. Puede interpretarse que lo que hizo Trump fue enviar un fuerte mensaje a los países árabes de Oriente Medio, Egipto, Arabia Saudí, Emiratos: ¿Ustedes tienen una mejor propuesta para resolver este conflicto, o van a seguir así otros 70 años?
La política de imponer aranceles de 25% a las importaciones de México y Canadá es más difícil de interpretar, especialmente por su errática aplicación; un día sí, otro no. Trump la justifica como medida para combatir la inmigración ilegal, el tráfico de fentanilo y reducir déficits comerciales. Ha despertado animadversión en la sociedad canadiense y fortalecido la popularidad de la mandataria mexicana. Por otra parte, Canadá aplica elevados aranceles a ciertas exportaciones estadounidenses, como productos lácteos y la industria maderera, y mantiene cerrado su sector financiero. Al estilo europeo, no cumple su compromiso de inversión en defensa. México ha facilitado el tsunami migratorio, ha continuado la postura de López Obrador de tratar a los carteles con abrazos, no balazos, y promovido la instalación de fábricas chinas para exportar a EE. UU.
A Trump le será difícil mantener un ritmo tan protagónico y disruptivo sin provocar consecuencias no intencionadas o imprevistas. No se sabe aún si es dolor antes de sanación o si el remedio será peor que la enfermedad.