Por ley, una vida humana vale solamente Q277.91

Por ley, una vida humana vale solamente Q277.91

Valor de una vida: Q277.91, según el sistema legal. * Los basureros deben ser escuchados respecto a dividir los desperdicios.
19/02/2025 00:04
Fuente: Prensa Libre 

El sistema legal guatemalteco acaba de expresar indirectamente cuánto es el valor de una vida humana: ridículos Q277.91, o sea el costo de 9.26 galones de combustible. La cifra es el resultado de dividir los 15,000 quetzales de la multa a la empresa propietaria del autobús donde perecieron 54 ciudadanos, tres niños entre ellos. El ataúd con ruedas iba a excesiva velocidad, casi sin duda a causa del mal estado de los frenos; iba sobrecargado y lo manejaba un conductor sin licencia profesional. Es inaceptable: todos esos muertos y nadie se encuentra ni siquiera bajo arresto domiciliario. Un par de días después, en otro hecho de tránsito ocurrido en el kilómetro 70 de la carretera al Atlántico, resultaron heridos varios más, pero no se conoce de ninguna víctima mortal.

Valor de una vida: Q277.91, según el sistema legal. * Los basureros deben ser escuchados respecto a dividir los desperdicios.

La ley de tránsito es un chiste de mal gusto y sus violaciones se cuentan por cientos. Las autoridades relacionadas con el uso y manejo de vehículos por lo general carecen del conocimiento y experiencia del trabajo, obtenido por amiguismo o parentelismo. La tarea debe estar centrada en informar al público de su derecho de ir en vehículos seguros, conducidos profesionalmente por gente sobria, sin borrachera ni “goma”: filmar con celulares desde adentro del bus cualquier anomalía y enviarla a la policía para su conocimiento y traslado a centros de detención y / o a las redes sociales para su divulgación inmediata. Al tratarse de imprudencias homicidas, son crímenes, obviamente, también en el transporte de carga pesada.

Basureros tienen razón

Las elocuentes fotos de ayer muestran las aceras atoradas de basura en las calles citadinas tapadas por los camiones recolectores en los dos carriles. Es el efecto directo del total desconocimiento de las sesudas autoridades encargadas, al haber decidido desde un escritorio la división de los deshechos cotidianos, en vez de ir a un país llamado Guajerolandia, con sus ciudadanos, los guajeros, con jefaturas tácitas, niños fabricados y nacidos allí. Su reacción se debe a los efectos de esa idea, mal planificada y desde un escritorio, desconocedora de la realidad guatemalteca vivida por los ciudadanos obligados por su pobreza a realizar una tarea llena de suciedad, olores fétidos, efectos del mal tiempo, quienes ajustan sus ingresos buscando objetos aun servibles o con posible mercado de segunda mano.

A los guajeros se les aumenta el trabajo al recibir tres bolsas, las cuales de todos modos vacían en los camiones y la tarea realizada dentro de las casas resulta inútil. Es la realidad, conocida por ellos y por los zopilotes deambulantes en el cielo de los depósitos de basurera, convertidos muchas veces en homicidas cuando se derrumban sus laderas y dejan enterrados a quienes no pueden escapar. Es una tragedia con muchas facetas y por eso los planes de algo aparentemente tan simple como separar la basura sólo tienen éxito después de largas campañas para explicar la necesidad y mitigar los sacrificios, pero también obligar a las empresas grandes recolectoras a no dejarlos a la deriva.

Por supuesto, esta protesta causa daños económicos terribles para cientos de miles de capitalinos. Ya es imposible circular por la ciudad. Llegar a tiempo a un punto cuando la hora es fundamental, ya es imposible si no se sale horas antes, como es el caso del aeropuerto internacional La Aurora. Parte de la negociación deben ser las horas del traslado de los miles de toneladas de basura, y todo lo ocurrido se suma a las crisis de todos los días, causantes además de stress generalizado. Guatemala es una ciudad sitiada por sus propios problemas, algunos rayanos en lo increíble. La solución es simple: dar marcha atrás, olvidar y darle las gracias a los funcionarios tercos, causantes de pérdidas multimillonarias y tensión totalmente innecesaria.

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