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Guatemala atrapada en el bajo crecimiento por falta de acceso en educación e inversión en infraestructura
Durante la conferencia inaugural del XX Congreso Industrial, Miguel Ángel Santos, decano de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey, compartió un estudio revelador sobre la economía guatemalteca.
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El estudio que presentó Santos contiene datos comparativos de más de una decena de países, por citar algunos: Chile, México, República Dominicana, El Salvador, Panamá, Nicaragua, Ecuador, Costa Rica y Honduras.
El economista subrayó tanto las fortalezas como los cuellos de botella que limitan el desarrollo nacional. Santos recordó que, en los últimos 35 años, Guatemala ha mantenido una tasa de crecimiento económico total de 3.7% anual.
Sin embargo, al descontar el rápido aumento poblacional, el crecimiento per cápita se reduce a apenas 1.5%.“Esa tasa no alcanza para disminuir la pobreza de forma sostenida”, advirtió.
De hecho, Guatemala es el único país del grupo estudiado donde el crecimiento ha venido acompañado de un leve aumento de la pobreza, a diferencia de sus vecinos que lograron reducirla.
Infraestructura: el gran cuello de botella
Uno de los hallazgos más repetidos durante la ponencia de Miguel Ángel Santos fue el rezago en infraestructura. Para el académico, éste es quizás el obstáculo más inmediato que enfrenta Guatemala para atraer inversión y mejorar su competitividad.
Según el análisis presentado, las carreteras del país registran una velocidad promedio de apenas 50 km/h, lo que coloca a Guatemala en los últimos lugares de la región, solo por encima de Nicaragua. A ello se suma un índice de conectividad vial que no solo la ubica en el último puesto entre sus pares, sino que además muestra una brecha considerable frente al resto de Centroamérica y Latinoamérica.
El déficit también se extiende a la infraestructura digital. Guatemala exhibe los niveles más bajos de acceso y uso de tecnologías de información y comunicación (TIC) entre los países comparados, incluso por debajo de Nicaragua. Esto significa que la falta de conectividad digital limita tanto la productividad empresarial como el acceso de la población a servicios modernos de educación y salud.
Santos subrayó que este rezago no es casualidad, sino el resultado de años de subinversión pública. Con un gasto total del Estado equivalente al 13% del PIB y una baja recaudación fiscal, el margen para destinar recursos a carreteras, puertos, aeropuertos o telecomunicaciones ha sido mínimo.
“La infraestructura es percibida como el principal freno por los propios empresarios”, recordó, citando la votación realizada en el Congreso Industrial, donde los asistentes priorizaron este tema sobre cualquier otro.
A la conclusión que llegó Santos, es que sin resolver el déficit de infraestructura física y digital, Guatemala seguirá atrapada en un equilibrio de bajo crecimiento. Para Santos, el desafío es escoger estratégicamente cuáles proyectos priorizar, porque intentar resolver todos los problemas al mismo tiempo es imposible con la actual capacidad fiscal del Estado.

Estado pequeño, recaudación mínima
El bajo nivel de recaudación fiscal es otro factor crítico. Con un gasto público equivalente al 13% del PIB (el más bajo de la región) y un gasto en educación que apenas alcanza un 2%, Guatemala no cuenta con los recursos suficientes para ampliar la cobertura educativa ni modernizar su infraestructura.
“Se puede ser un país de baja recaudación, pero sin el canal de Panamá ni otros activos extraordinarios, Guatemala se limita a sí misma”, subrayó.
Propuestas: industrialización inteligente
Pese al diagnóstico, Santos destacó que el país tiene un potencial considerable.
Propuso una estrategia de “industrialización inteligente”, basada en tres ideas clave:
- Diversificar con base en capacidades existentes: identificar industrias cercanas a lo que ya produce Guatemala y avanzar hacia sectores más sofisticados.
- Aprovechar la coyuntura internacional: insertarse en cadenas de suministro que Estados Unidos busca relocalizar fuera de Asia.
- Participar en la descarbonización global: utilizar recursos como el níquel y explorar oportunidades en sectores verdes.
Finalmente, insistió en que el reto principal no es la falta de potencial, sino la capacidad de materializarlo.
“La definición de locura es hacer lo mismo y esperar resultados diferentes. Si Guatemala mantiene baja recaudación y bajo gasto, seguirá atrapada en un equilibrio de bajo crecimiento”, concluyó.
Asistente identifican prioridades de país
Durante su presentación, Miguel Ángel Santos realizó un ejercicio interactivo con los más de 300 asistentes al Congreso Industrial.
A través de un código QR, pidió a los asistentes responder qué le solicitarían al presidente de la República si tuvieran la oportunidad de pedirle que resolviera un solo problema del país.
Las opciones eran: falta de fuentes de financiamiento, bajos niveles de capital humano, infraestructura deficiente (carreteras, puertos, aeropuertos, agua, electricidad), infraestructura de telecomunicaciones, inestabilidad macroeconómica, los impuestos son muy altos, la legislación laboral, la violencia, la inseguridad, la burocracia
El resultado fue:
- La infraestructura apareció como la principal demanda.
- En segundo lugar, los participantes señalaron la violencia y seguridad.
- En tercera posición, la burocracia.
- Finalmente, el capital humano ocupó el cuarto puesto.
Santos admitió que había preparado su presentación con un énfasis en educación, pero tras la votación decidió ampliar también el análisis de infraestructura, confirmando que este es un punto neurálgico para el sector productivo.
Educación: el talón de Aquiles del desarrollo
Para Miguel Ángel Santos, la educación es uno de los pilares más críticos para el futuro de Guatemala. El economista destacó que el país combina un ingreso per cápita relativamente alto con los años de escolaridad más bajos de su grupo de comparación.
“Es un milagro que Guatemala tenga este nivel de ingreso con tan poca escolaridad”, subrayó.
El diagnóstico mostró que el problema no radica tanto en la calidad, sino en la cobertura. Mientras la matrícula en secundaria es la más baja de la región, los estudiantes guatemaltecos obtienen resultados en pruebas estandarizadas similares a los de Panamá, Costa Rica o Chile, países con mucho mayor ingreso.
Santos recalcó además que cada año adicional de educación terciaria se traduce en un 20% más de salario en el mercado laboral, lo que demuestra el enorme valor que la economía le asigna al capital humano.
Incluso en el extranjero, los migrantes guatemaltecos sufren un “descuento salarial” mucho menor que sus pares latinoamericanos, lo que confirma que la formación académica nacional tiene reconocimiento.
En conclusión, insistió en que la cobertura educativa es la verdadera deuda pendiente: sin ampliar el acceso a secundaria y educación superior, el país difícilmente podrá sostener un crecimiento per cápita alto y reducir la pobreza de manera estructural.