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En búsqueda de la paz
La anhelada paz no ha podido alcanzarse
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El próximo jueves 26 de junio se conmemorará el 80 aniversario de la suscripción de la Carta de la ONU, en San Francisco, Estados Unidos (26 de junio de 1945), mediante la cual se constituye y organiza dicha institución multilateral. En este tratado internacional los adherentes expresan que están resueltos a “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles”.
En consecuencia, el primer propósito de la ONU es “mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz”.
Asimismo, se establece en la Carta que los miembros de la ONU “arreglarán sus controversias internacionales por medios pacíficos de tal manera que no se pongan en peligro ni la paz y la seguridad internacionales, ni la justicia”; “en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas”; así como que “las partes en una controversia cuya continuación sea susceptible de poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales tratarán de buscarle solución, ante todo, mediante la negociación, la investigación, la mediación, la conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, el recurso a organismos o acuerdos regionales u otros medios pacíficos de su elección”. El mencionado tratado también dispone que la Corte Internacional de Justicia será el principal órgano judicial de la ONU.
El derecho internacional humanitario también está en jaque.
No obstante, la anhelada paz, que se traduce en la ausencia de guerra, no ha podido alcanzarse; por el contrario, la humanidad, durante los últimos 80 años, ha seguido padeciendo los embates y efectos de los enfrentamientos armados, que, por cierto, ha sido cada vez más brutales y devastadores, debido a que la maquinaria de guerra se ha venido sofisticando, lo que está redundando en un mayor sufrimiento humano, destrucción y desgracia. Lo peor es que, hoy en día, la deriva a una conflagración con armas de destrucción masiva está abrumando a la humanidad de cara al horror que conlleva.
Sin duda, el espíritu de la Carta de la ONU está más lejano que nunca. De hecho, las potencias militares han venido haciendo caso omiso de su filosofía pacifista y sus mandatos, así como rige en la actualidad el mismo endurecimiento de actitudes e insensatez que llevaron a la humanidad a las dos guerras mundiales del siglo XX, que motivaron la fundación de la ONU.
El derecho internacional humanitario (DIH) también está en jaque. El DIH protege a las personas que no participan o han dejado de participar en los conflictos armados, así como a civiles, personal sanitario, prisioneros de guerra y combatientes heridos o enfermos. Dicha protección se hace extensiva a los hospitales y bienes indispensables para la supervivencia de la población civil, como el suministro de alimentos y agua. El DIH también prohíbe las armas químicas y biológicas, minas antipersonas y otras armas que no distinguen entre combatientes y no combatientes, así como penaliza la comisión de los delitos de genocidio, guerra, lesa humanidad y agresión.