Con una cartera crediticia de Q4,557 millones, estas entidades aprovechan un nicho subestimado por otras

Con una cartera crediticia de Q4,557 millones, estas entidades aprovechan un nicho subestimado por otras

La mayor parte de los microcréditos se destinan al área rural y en mayor porcentaje, a mujeres emprendedoras o administradoras de pequeños negocios en la provincia.
21/03/2023 05:00
Fuente: Prensa Libre 

Más de 500 mil préstamos vigentes y un saldo por cobrar de un saldo de unos Q4 mil 557 millones son algunos de los datos que registraban a diciembre de 2022 las 20 entidades que integran la Red de Instituciones de Microfinanzas de Guatemala (Redimif).

Es así como las microfinancieras se han convertido en una fuente de recursos para la población productiva no bancarizada, especialmente en el interior del país, donde ofrecen préstamos de baja cuantía para financiar al menos a seis actividades económicas de micro y pequeñas empresas, así como de prestatarios individuales.

De acuerdo con Reynold Walter, presidente de la Red Centroamericana y del Caribe de Microfinanzas (Redcamif), el 42.4% de la cartera crediticia microfinanciera está destinado a financiar actividades de comercio; 26.2% para la compra de vivienda; 18.1% para el sector agropecuario y forestal; y el resto se destina a actividades de servicio, pequeña industria y consumo, entre otros.

En cuanto a la composición de la clientela, es bastante similar, pues el 54.4% está en el comercio; 22% pertenece al sector agropecuario y forestal; 11.5% está el sector vivienda; 5.5% son de la pequeña industria; 5% en el sector de servicios; y el resto entre otros.

“El crédito comercial es amplio, así como los de la pequeña industria y las actividades agropecuarias. También se han estado financiando préstamos para vivienda de interés social o mejoras habitacionales. Hemos impulsado créditos verdes, es decir, lo que están ligados al medioambiente, paneles de energía solar, sistemas de saneamiento de agua y estufas mejoradas, además de créditos educativos”, detalló.

De acuerdo con información a junio de 2022 de la Redcamif, en Guatemala el 24% de las instituciones de microfinanzas son grandes, el 33% son medianas y el 43%, pequeñas.

Según Walter, una microfinanciera se considera pequeña cuando su cartera de préstamos es menor a US$4 millones; mediana, cuando va de US$4 millones a US$15 millones; mientras que se considera grande cuando maneja una cartera de crédito mayor a esa última cifra.

Es otra opción

En opinión de Edgardo Pérez, gerente general de la Fundación Génesis Empresarial, en un país donde la pobreza es elevada y sin muestras de mejoría y con un nivel de bancarización muy bajo, incluso a nivel de la región latinoamericana, las instituciones de microfinanzas constituyen una alternativa para llevar oportunidades de desarrollo y mejorar la calidad de vida de las personas.

“Creemos que las microfinanzas, las que están esencialmente enfocadas en desarrollo y no solo para colocar créditos, son una fórmula de progreso y son las que verdaderamente impactan positivamente en la población”, enfatizó Pérez.

“De ahí, que el complemento que nosotros vemos de altísima relevancia es, aparte de oportunidades financieras y productos crediticios, la parte educativa. Creemos que una persona emprendedora puede éxito tener si le explicamos los beneficios y los riesgos, pero también si le damos acompañamiento y capacitación”, agregó.

 

Según el gerente general de Fundación Génesis Empresarial, la razón por la que las microfinanzas, en términos generales y en su caso, se enfocan en créditos productivos y no de consumo, es porque el enfoque de los microcréditos es propiciar una mejor calidad de vida a sus clientes.

También explicó que el principal nicho de mercado de estas entidades es eminentemente rural; cerca del 80% de los clientes son mujeres, quienes han demostrado un mejor manejo de los recursos y mayor éxito en los emprendimientos, aparte de que registran un nivel de morosidad muy bajo.

Adicionalmente, tanto si son mujeres u hombres, los clientes vinculados al sector agrícola, constituyen la cartera más sana de esa fundación.

SIB: Se rigen por una ley específica

Aunque una de las posibles desventajas del sector microfinanciero es que no se encuentra supervisado por la Superintendencia de Bancos (SIB), sí cuenta con un marco normativo legal, afirmó esa institución en esta entrevista:

¿De qué manera la SIB regula a las entidades de microfinanzas en el país?

La Superintendencia de Bancos no tiene dentro de sus funciones la regulación de este tipo de entidades. Estas se regulan por la Ley de Entidades de Microfinanzas y de Entes de Microfinanzas sin Fines de Lucro, Decreto No. 25-2016 del Congreso de la República de Guatemala y su reglamentación.

La SIB únicamente las supervisa, de conformidad con lo que indica la Ley de Supervisión Financiera, Decreto No. 18-2002, puntualmente en el artículo 78, Órgano Supervisor. La función supervisora se orienta, principalmente, a velar por el cumplimiento, por parte de dichas entidades, de las disposiciones legales y reglamentarias que les aplican, en este caso en específico el Decreto No. 25-2016 y la reglamentación que al respecto emita la Junta Monetaria y que, en términos generales, se resume en los aspectos relativos a su constitución, autorización, funcionamiento, operaciones, servicios, suspensión y liquidación, así como, lo relacionado con el registro, administración de riesgos y envío y divulgación de información.

¿Cuántas entidades de microfinanzas existen en la actualidad, según actividad económica?

Las microfinancieras realizan intermediación financiera a través de la captación de recursos del público y la colocación de préstamos en diferentes actividades económicas. Son entidades accesibles al público, principalmente en el interior del país, lo que coadyuva a fortalecer la estrategia nacional de inclusión financiera, al acercar al demandante de créditos con el oferente de esos recursos.

La Ley de Entidades de Microfinanzas y de entes de Microfinanzas sin Fines de Lucro, regula el ingreso, administración de riesgos y salida ordenada de las mismas, en caso fuera necesario. La SIB supervisará las microfinancieras que, luego de un proceso de autorización ante el ente regulador y obtener el dictamen favorable de este, sean aprobadas por la Junta Monetaria.