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“Fuente de miedo y ansiedad” cómo las redadas migratorias en EE. UU. afectan la salud mental de los menores
Un artículo reciente advierte que los menores expuestos a redadas migratorias en EE. UU. son más propensos a padecer traumas y trastornos de ansiedad.
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A finales de agosto del 2025, el Departamento de Seguridad Nacional confirmó al medio CNN que más de 200 mil personas han sido deportadas desde que inició el segundo mandato de Donald Trump en Estados Unidos.
Tras llegar al poder, el mandatario ha endurecido sus políticas migratorias y, con el apoyo del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), han predominado las redadas en varios puntos de EE. UU.
Además de las evidentes consecuencias que estos operativos provocan en la población migrante, hay un aspecto que se ha visto seriamente afectado por estas prácticas ordenadas por el mandatario estadounidense: la salud mental de los menores de edad.
Un artículo reciente publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría detalla que los impactos a nivel de salud mental que causan las redadas migratorias, sobre todo en los menores (independientemente de si son migrantes o nacidos en EE. UU.), son elevados.
Previo a abordar el asunto de las redadas migratorias, el artículo menciona que ya existen daños en la salud mental de los menores, en especial en los casos en que sus padres deciden irse del país y los niños quedan al resguardo de algún familiar.
“Aunque la intención es garantizar la seguridad y la estabilidad económica futuras, estas separaciones prolongadas durante períodos sensibles del desarrollo pueden socavar la seguridad del apego y aumentar la vulnerabilidad de los niños a la ansiedad, la depresión y los problemas de conducta”, señala el estudio.
Entre las principales afecciones que tanto menores como adultos migrantes padecen a raíz de la crisis migratoria —que incluye la incertidumbre jurídica, el acceso limitado a servicios y el temor constante a las autoridades migratorias— están los trastornos de ansiedad, la depresión y los traumas, lo que conlleva alteraciones en la relación entre padres e hijos.
El artículo menciona un estudio en el que participaron 547 adolescentes de entre 11 y 16 años, nacidos en EE. UU., que tenían al menos un familiar deportado o detenido en redadas migratorias.
“Tener un familiar deportado o detenido se asociaba con un mayor riesgo de ideas suicidas, conductas externalizantes y consumo de alcohol. Con relación a los más pequeños, se relaciona con trastornos del sueño, apetito y desregulación emocional”, afirma el documento.
También se señala que la pérdida de un cuidador (familiar, padre, madre, etc.) puede contribuir a lo que se conoce como Experiencia Adversa en la Infancia (ACE, por sus siglas en inglés), lo cual genera riesgos de padecer estrés tóxico y trastornos psiquiátricos.
Se explica, además, que las políticas migratorias, al ser más estrictas, afectan espacios que antes eran considerados seguros para los menores, como escuelas, hospitales o incluso el hogar.
Tras el endurecimiento de las redadas migratorias, de acuerdo con el artículo, es más probable que un menor sufra trastorno de estrés postraumático y síntomas de internalización.
El caso de Ana
El artículo presenta un caso concreto: el de Ana, una joven de 17 años nacida en EE. UU. y con padres originarios de El Salvador.
El padre de Ana presenció una redada migratoria por parte del ICE en su lugar de trabajo. Después del hecho, la salud mental de la joven se deterioró, al experimentar ansiedad constante por el temor a que su familia fuera deportada.
Ana también sufrió pesadillas recurrentes y una constante sensación de desinterés en la escuela.
“Aunque está protegida por la ciudadanía por nacimiento, Ana vive con el temor persistente de que su familia pueda ser separada en cualquier momento”, señala el informe.