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Tuvimos Alaska
La Unión Europea ha dejado de ser un protagonista de la política internacional y su salvación puede ser la reunión de los miembros de la Otán.
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El ministro de Relaciones Exteriores de Polonia, Radoslaw Sikorski, no lo pudo haber dicho mejor en una entrevista para la cadena conservadora de noticias Fox News: “Se suponía que tendríamos sanciones (de los miembros de la Otán contra Rusia) y en cambio tuvimos Alaska (en relación a la cumbre presidencial entre Donald Trump y Vladímir Putin)”. Esta acertada crítica viene después de que diecinueve drones tácticos rusos violaron el espacio aéreo de Polonia en la madrugada del 12 de septiembre, lo que también fue calificado por Trump como un posible error. Polonia, siguiendo un protocolo, ha invocado el artículo 4 del tratado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otán), que dice: “Las Partes se consultarán cuando, a juicio de cualquiera de ellas, la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de cualquiera de las Partes fuese amenazada”. La incursión de los drones rusos en territorio polaco es, sin necesidad de consulta, una amenaza a las tres situaciones mencionadas en el artículo.
Por más que el primer ministro de Polonia, Donald Tusk, hubiese querido responder a la agresión rusa invocando el artículo 5 de la Otán, que aplica directamente el principio de la seguridad colectiva, donde el ataque a una de las partes equivale a un ataque a todas las partes y que ejercen su derecho a legítima defensa, Tusk, así como otros miembros de la Otán, deben saber si todas las partes van a llegar a un consenso para responder a dicha agresión. Conforme el tiempo pasa, dos cosas parecen claras: primero, que, con honrosas excepciones, la Unión Europea y los otros países miembros de la Otán cuentan con la clase política más mediocre desde la existencia de ambas. Un grupo de burócratas con ideas trasnochadas del fin del siglo XX que han dejado de tener cabida en la política internacional desde hace más de quince años. Segundo, que los Estados Unidos de Trump han dejado de ser un aliado confiable para occidente.
La consulta entre los países miembros de la Otán será fundamental para decidir el futuro de dicha organización.
Esto último es lo que están aprovechando países como China y Rusia, que en la cumbre de hace una semana, en Beijing, mostraron una alianza con varios otros países no occidentales que apuntan a un futuro asiático con un Estados Unidos que pareciera más querer ser parte de la misma en vez de hacer que estos países se sometan a las reglas de un sistema internacional que hasta ahora ha sido liderado por occidente. La consulta entre los países miembros de la Otán será fundamental para decidir el futuro de dicha organización o puede ser un parteaguas que refleje la bifurcación ya existente en la Unión Europea entre los países occidentales y los del este. La diferencia es que, ante la amenaza rusa, solo los segundos están dispuestos a enfrentarla frontalmente, mientras que el resto sigue escondiendo su cobardía con una diplomacia institucional muerta, como dije, desde hace quince años.
Estamos a las vísperas de una nueva guerra fría entre Estados Unidos y lo que la estratega geopolítica Velina Tchakarova llama el Dragón/Oso, refiriéndose a la mancuerna China/Rusia. De ahí será importante cómo otras piezas claves en toda Asia se estarán o las estarán alineando, como Arabia Saudita, India, Irán, Pakistán hasta llegar a Turquía. En la actualidad, la Unión Europea es un actor de reparto, por su inacción, y será a través de la reunión de las partes de la Otán y un cambio de actitud hacia la nueva realidad mundial que se les permita regresar al protagonismo que una vez tuvieron o, de lo contrario, tendrán que seguir conformándose con lo que los nuevos protagonistas deciden sobre ellos en cumbres como la de Alaska.
¡Feliz domingo!