15 de septiembre, conocido; no así el 3 de marzo de 1847

15 de septiembre, conocido; no así el 3 de marzo de 1847

El 15 de septiembre de 1821, Guatemala se separó de España; el 3 de marzo de 1847 nació como república independiente.

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15/09/2025 00:05
Fuente: Prensa Libre 

En un brevísimo resumen: hoy hace 194 años, sin choque sangriento, como dice el himno, se separó del reino de España la Capitanía General de Guatemala, iniciada como tal en 1527, es decir casi tres siglos, como parte del Virreinato de la Nueva España, es decir México. La capital ya se asentaba donde está hoy, aunque las construcciones de la corona española y de los capitalinos no habían alcanzado su esplendor arquitectónico. Fueron cinco provincias entre 1527 y 1821. La principal era Guatemala y las demás, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Se agregaban Chiapas, Campeche y Tabasco, esta última unida después. Los ejemplos en la huella de España en el lenguaje, arquitectura y organización social se mantienen actualmente.


La división política española tenía lógica geográfica. Estas tres provincias tenían fácil comunicación con la ciudad de México y difícil con Santiago de Guatemala, por la topografía. La capitanía guatemalteca fue la tercera división en importancia del imperio español, porque el virreinato mexicano se extendía hacia el norte, donde también hay huella ibérica en los nombres de poblaciones y zonas después perdidas por México, ya independizado de España, a causa del expansionismo de Estados Unidos, donde ocho estados tienen nombres españoles: Texas, Florida, Arizona, California, Colorado, Montana, Nuevo México, y en ciudades: Los Ángeles, San Francisco, Santa Fe, San Agustín y muchas más. La huella inglesa comenzó en 1620, casi dos siglos después.

La división política española tenía lógica geográfica.


Los movimientos libertarios se inspiraron en la independencia estadounidense en 1776, la revolución francesa de 1789 y la guerra de independencia española, 1808-1814, cuando Napoleón intentó imponer a su hermano José, Pepe Botella, como rey, luego de forzar la abdicación de Fernando VII. La Capitanía General de Guatemala fue también parte de esa emancipación varios años más tarde, con el acta firmada en 1821 dentro del palacio situado en la 6a. avenida entre 6ª y 8ª calles de la zona 1. El 5 de enero de 1822, apenas a los cuatro meses, se alinearon al imperio de Agustín de Iturbide, cuya disolución en marzo de 1823 hizo nacer a las Provincias Unidas del Centro de América, y en 1840 la división en cinco repúblicas. (Claro: hay mucho más por expresar).


Dichos datos permiten descubrir la posterior y feroz enemistad entre liberales y conservadores, ambos arrogantes, especialmente en la capital, así como el rechazo de las élites de los nuevos países a los capitalinos, llamados despectivamente chapines por su uso de esos zapatos españoles con plataforma. Guatemala, ya república independiente, nació hasta 1847, cuando el istmo se dividió en los cinco países exintegrantes de la Capitanía General. Por eso la fecha del 15 de septiembre tiene importancia, ciertamente, pero debieron pasar 26 años (27 anteriores a la revolución liberal de 1871, encabezada por Justo Rufino Barrios y Miguel García Granados) para poder hablarse realmente de la fecha de nacimiento de nuestro país, cuya edad resulta ser de 175 años.


Me parece necesario analizar estos aspectos históricos en sí mismos, no desde la miope óptica política o ideológica. En 1847 se posesionaron los conservadores, liderados por Rafael Carrera, nombrado presidente vitalicio —casi rey— con el claro apoyo de la iglesia Católica y de las pocas familias poderosas. Por eso, la revolución liberal provocó acciones de defensa o ataque de las dos posiciones políticas, terminadas en 1920, con la caída de Manuel Estrada Cabrera, y 1944, con la revolución de octubre. Ya sea el 15 de septiembre o el 21 de marzo de 1847, ver analizar serenamente esos hechos históricos y sus épocas permite comprender las profundas raíces de la dura realidad político-social guatemalteca actual, pues se ha discutido muchas veces, sin lograr acuerdos.