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Indulto podría meter a Trump en honduras
Es arriesgado el indulto porque connotaría un sesgo ideológico tan marcado que incluso libere a alguien que, según sus propios cánones, calificaría también como “terrorista”.
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El anuncio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acerca de un posible indulto al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández, sentenciado el año pasado a 45 años de prisión por narcotráfico, parece contradecir sus propias políticas antidrogas y su declaratoria de varios carteles del narco como organizaciones terroristas. El argumento del mandatario, quien posee tal potestad según la Constitución de EE. UU., es que Hernández “ha sido tratado, de acuerdo con muchas personas a las que respeto mucho, de forma severa e injusta”, según escribió en su propia red social.
JOH fue electo presidente en el 2013 y reelecto en el 2017, en unas controvertidas elecciones plagadas de irregularidades que detonaron protestas violentamente reprimidas. La crisis resultante ocasionó caravanas migrantes desde Honduras, justo cuando Trump estaba en su primer período en la Casa Blanca. En el 2019, cuando Hernández aún ocupaba el poder, su hermano Tony fue condenado por narcotráfico en Estados Unidos, lo cual acrecentó las sospechas sobre el verdadero papel del gobierno hondureño en este ilícito. Hubo capturas y deportaciones de narcos, pero, curiosamente, varios pertenecían a bandos rivales.
Poco antes de dejar el poder, el 1 de julio del 2021, el Departamento de Estado revocó la visa de JOH, y en febrero del 2022 se solicitó su captura y extradición, que se concretó en abril. El 8 de marzo del 2024, fue hallado culpable en una corte federal de Nueva York por los delitos de conspiración para traficar narcóticos, uso de armas de fuego y conspiración para traficar estas armas. En coincidencia, durante el período de JOH prosiguieron los narcovuelos sobre Honduras, según trazas aéreas detectadas desde Sudamérica, según reportes del 2019 y 2020.
Como mandatario, Hernández llegó a reunirse con Trump y lo agradó al alinearse con sus políticas y propuestas migratorias de entonces. Quizá sea eso lo que mueve al mandatario a volver la vista sobre este. En todo caso, sean las que sean esas voces que le hablan al oído para indultar al hondureño, se trata de una decisión personal del mandatario que no podrá endilgar a nadie. La ley le confiere la facultad de hacerlo, pero las consecuencias que acarreará este perdón son insospechadas y no serán mínimas.
Como telón de fondo a esta acción está el proceso electoral hondureño, cuya campaña ya finalizó. La cita ciudadana con las urnas es mañana y de alguna manera Trump declaró su apoyo a Nasry Asfura, candidato del Partido Nacional, el mismo que llevó a JOH al poder, pero que figura en tercer lugar en todos los sondeos, con diferencia de porcentajes. En primer lugar está la oficialista Rixi Moncada, de tendencia izquierdista, y en el segundo, Salvador Nasralla, de derecha. Está por verse el efecto que pueda tener el aval trumpista a los conservadores.
Ante la opinión pública estadounidense, y sobre todo ante el Partido Republicano, la reacción es de pronóstico reservado, especialmente por la agresiva retórica y acciones armadas ordenadas por la Casa Blanca en contra de embarcaciones señaladas de transportar drogas. El favoritismo hacia un narco convicto podría resquebrajar la justificación que hoy se sostiene en contra del régimen venezolano, al cual Trump acaba de designar como terrorista, por ser el núcleo del Cartel de los Soles. Lo mismo cabría cuestionar acerca de las exigencias al gobierno mexicano en el mismo tema. Es arriesgado el indulto porque connotaría un sesgo ideológico tan marcado que incluso libere a alguien que, según sus propios cánones, calificaría también como “terrorista”.