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Juventud con carácter: esperanza firme para una Guatemala en crisis
Donde no se corrige el irrespeto, germina la violencia.
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Este 12 de agosto, en el marco del Día Internacional de la Juventud, vale la pena detenernos a pensar en el rol que los jóvenes tienen en el presente y futuro de Guatemala. No como una promesa distante, sino como una realidad urgente. Hablar de juventud no es hablar solo de edad, es hablar de identidad, propósito, dirección y esperanza. Es hablar de los cimientos sobre los que construiremos la nación que todos anhelamos.
Donde no se corrige el irrespeto, germina la violencia.
Pero no podemos hablar de juventud sin hablar de prevención. Guatemala necesita con urgencia fortalecer sus programas de prevención del delito. No podemos seguir siendo reactivos ante la violencia; debemos anticiparnos desde la raíz. Y esa raíz está en la juventud. Un joven que crece en un entorno seguro, con educación de calidad, acceso al deporte y oportunidades laborales reales, es un joven que difícilmente caerá en las garras de la delincuencia.
La educación debe volver a tener un rol formador, no solo informador. Necesitamos menos ideología y más carácter. Educar en valores, en responsabilidad, en esfuerzo y en respeto a la autoridad no es un lujo: es una necesidad para sostener la república. Los países que han salido adelante no lo han hecho porque sus jóvenes fueron complacidos, sino porque fueron exigidos, guiados y empoderados con principios firmes.
El deporte también debe ser parte esencial de esta estrategia. No sólo por sus beneficios físicos, sino porque forma disciplina, enseña a ganar con humildad y a perder con dignidad. Un balón puede cambiar una vida, pero también puede cambiar un barrio, una comunidad entera. Por eso debemos invertir más en canchas que en cárceles, más en entrenadores que en custodios. El deporte es prevención con impacto colectivo.
Además, no podemos ignorar un enemigo silencioso pero destructivo: el bullying. Muchos jóvenes guatemaltecos enfrentan violencia emocional, física o digital todos los días, muchas veces en silencio. La prevención del acoso escolar no puede verse como un asunto menor. Donde no se corrige el irrespeto, germina la violencia. Y donde se permite el abuso, florece la impunidad. Educar en límites claros, fortalecer la autoridad del maestro y empoderar a los padres para formar carácter desde casa son pasos fundamentales.
Por último, hablar de juventud es hablar también de empleo digno. No basta con soñar, hay que tener cómo sostener esos sueños. Necesitamos una economía que premie el trabajo honesto, que abra puertas a los que se esfuerzan y no solo a los que tienen conexiones. Urge apoyar el emprendimiento juvenil, las pasantías productivas y los oficios técnicos, porque no todos los caminos deben pasar por una universidad, pero todos deben llevar a la dignidad.
Hoy más que nunca, nuestra juventud necesita guía. Necesita adultos coherentes que les muestren con el ejemplo que el camino correcto, aunque más difícil, siempre vale la pena. Guatemala no saldrá adelante por decreto, ni por redes sociales. Saldrá adelante cuando formemos jóvenes con raíces profundas en valores eternos: familia, patria, fe, esfuerzo y responsabilidad personal.
No se trata de regalar el futuro, sino de construirlo. Y eso comienza hoy. Porque una juventud firme, es garantía de una nación fuerte.