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El emprendimiento en Guatemala: señales alentadoras y retos urgentes
¿Qué debería pasar para que desde Guatemala surja una innovación global como ocurrió con Waze en Israel, o Skype en Estonia?
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Cada año, la Universidad Francisco Marroquín (UFM) nos ofrece una fotografía valiosa del estado del emprendimiento en Guatemala a través del estudio Global Entrepreneurship Monitor (GEM). Este informe es una brújula que nos permite entender hacia dónde se mueve nuestro ecosistema emprendedor y cuáles son los retos que debemos atender con urgencia si queremos transformar nuestro potencial en impacto real.
Nos toca aprovechar este momento para preparar a nuestros jóvenes emprendedores.
En ocasiones anteriores, he manifestado mi preocupación por el hecho de que la mayoría de los emprendimientos en Guatemala son, en realidad, autoempleos: actividades que generan ingresos para el fundador, pero que difícilmente escalan o crean empleo para otros. En el GEM 2024 resalta una caída en la tasa de emprendimiento temprano (TEA), que pasó de 19.7% en 2022 a 14.6% en 2023. Sin embargo, encontramos una señal alentadora: el porcentaje de emprendimientos que generan más de un empleo aumentó de 18.5% a 25.6% en un año. Esto muestra que cada vez más guatemaltecos están dando pasos hacia modelos de negocio con mayor capacidad de crecimiento.
Otro hallazgo importante es que Guatemala reporta la más alta intención de usar tecnología en nuevos negocios (80.5%) y que 73% de los adultos considera que posee las habilidades necesarias para emprender. Estos indicadores reflejan confianza y deseo de apostar por la innovación, activos clave para cualquier ecosistema emprendedor.
Pero aquí debemos ser cuidadosos: tener motivación no basta. El gran desafío es transformar esa energía en emprendimientos escalables, que generen empleo e innovación. Las habilidades para crear negocios de alto impacto todavía son escasas. Y a esto se suman retos estructurales del país: muchos de nuestros jóvenes sufren de malnutrición y deben luchar a diario contra la violencia y las extorsiones. Estos factores limitan nuestro potencial, y son problemas que debemos superar como sociedad. Lo demás, como la creatividad, la perseverancia y el espíritu emprendedor, lo tenemos de sobra.
El GEM también nos recuerda la realidad de nuestro contexto: Guatemala está en la categoría C, que agrupa a los países con menor ingreso per cápita. En esta categoría, ningún país reporta emprendimientos que puedan aportar una innovación significativa para el mundo. Este dato debería sacudirnos y hacernos la pregunta: ¿Qué debería pasar para que desde Guatemala surja una innovación global como ocurrió con Waze en Israel, o Skype en Estonia? Estos proyectos nacieron en países pequeños o alejados de los grandes centros de poder económico y lograron transformar industrias enteras.
El camino no es fácil, pero la oportunidad está frente a nosotros. Guatemala atraviesa un momento único con su bono demográfico: una población joven que, si recibe las herramientas adecuadas, puede convertirse en la fuerza que empuje al país hacia la innovación y el crecimiento. Es importante reconocer que nuestro ecosistema está evolucionando, y aunque está en etapa temprana, tiene potencial.
Nos toca aprovechar este momento para preparar a nuestros jóvenes emprendedores, no solo para crear negocios que les den sustento, sino para construir empresas que cambien vidas, que generen empleo y que proyecten a Guatemala hacia el mundo.