Guerra total contra la basura sin clasificar

Guerra total contra la basura sin clasificar

Las familias guatemaltecas tienen un papel fundamental en esta naciente cultura de entregar basura clasificada.
10/02/2025 00:05
Fuente: Prensa Libre 

Después de décadas de descuido, indolencia y acumulación de complicaciones del problema de la basura, por fin mañana, 11 de febrero, entra en acción el acuerdo gubernativo 164-2021, que obliga a la clasificación de desechos sólidos para facilitar su disposición y aprovechamiento. Lamentablemente, llega con retraso y a un nivel muy elemental: en este momento solo existe la obligación de separar residuos orgánicos, inorgánicos y reciclables. El plan original de clasificar por aparte plásticos, vidrio, metal y papel o cartón se quedó en suspenso como amortiguador de un cambio inaplazable.

A pesar de los plazos anunciados con antelación, todavía se esgrime mucha ignorancia acerca del procedimiento de separación. Los recolectores de basura dicen aún no estar totalmente informados y capacitados sobre la forma en la que deberán proceder con cada tipo de desechos; hasta ahora, todo iba a dar a los vertederos, pero el objetivo esta vez es potenciar el reciclaje para reducir la cantidad de envases plásticos y materiales aprovechables que actualmente contaminan ríos, lagos, barrancos y caminos. Debe existir una interlocución directa del Ministerio de Ambiente para orientarlos y fortalecer la convicción de que son parte vital en una gran meta nacional.

Las familias guatemaltecas tienen un papel fundamental en esta naciente cultura de entregar basura clasificada, con la finalidad primordial de legar un mejor ambiente a las generaciones jóvenes al proteger los recursos naturales. A su vez, se hace necesario el compromiso total de las municipalidades para comunicar el cambio, a efecto de apoyar el esfuerzo y sancionar a los infractores que insistan en tirar basura en la vía pública, en crear tiraderos ilegales o abandonar bolsas de desperdicios para no pagar servicio de extracción.

Sí erosiona dolosamente este gran objetivo la pésima actitud de ciertos alcaldes que, con discursos clientelares hacia sus propios homólogos —en busca de preferencias gremiales, pero atentando severamente contra el bien de la mayoría—, se opusieron a la vigencia de la normativa de clasificación. Pura basura politiquera. Son demasiadas las comunas que aún no tienen ni idea de cómo proceder con los desechos, cuando en esencia podrían incluso ganar recursos económicos y favorecer a su misma población, a través de la creación de plantas de compostaje para elaborar abonos orgánicos destinados a sus parques y jardines, las áreas de cultivo y los hogares de los vecinos. El reciclaje de metal, vidrio, papel y plástico también puede ser fuente de ingresos. Pero se necesita de responsabilidad, voluntad e inteligencia.

El Ministerio de Ambiente aplazó la imposición de multas a las personas y entidades que incumplan con la recolección de desechos. Es una acción comprensible para no generar aún más oposición a la nueva obligación, pero debe tener un tiempo perentorio. Lamentablemente, hay ciertos grupos y personas que necesitan ser compelidas mediante la coerción económica, a falta de idoneidad, compromiso comunitario, convicción ambiental o todas.

Varios factores han confluido para la prolongación de un colosal río de basura que nos daña a todos: la ignorancia, la falta de educación ambiental, la ausencia de sentido de comunidad y el delegar la solución de problemas en las autoridades. Cierto, se postulan con ofrecimientos de mejora a diversos niveles, pero obviamente no todos tienen las capacidades o el interés real. Allí radica una posible motivación para un esfuerzo conjunto: enfocar la clasificación y disposición de basura como metáfora y principio para depurar instituciones contaminadas.