¿Súbditos o soberanos?

¿Súbditos o soberanos?

Alcanzaremos el progreso en la medida que nos responsabilicemos de nuestras decisiones, solo así podremos construir un futuro que dependa de nosotros mismos.

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12/10/2025 00:03
Fuente: Prensa Libre 

Esta semana una persona a quien estimo me dejó una reflexión reveladora, pero muy cierta: “muchos guatemaltecos padecen del complejo de súbditos”, me dijo. Esa incapacidad de actuar por cuenta propia, de asumir la responsabilidad de decidir, de sostener con convicción lo que se piensa o se hace.

Es como si necesitáramos siempre que alguien nos diga qué hacer, cómo y cuándo hacerlo. En lo personal, me hizo pensar que este complejo no es solo cultural, sino estructural. Hemos crecido bajo la sombra de depender: del jefe, del gobierno, del extranjero, del que “sabe más”. Y esa dependencia se ha convertido en un modo de vida que nos impide ejercer plenamente nuestra libertad.

El Diccionario de la Lengua Española define “súbdito” como “sujeto a la autoridad de un superior con obligación de obedecerle”, mientras que define “soberano” como “quien posee o ejerce autoridad suprema e independiente”. Dos conceptos que retratan la disyuntiva que enfrentamos como sociedad: ¿seguiremos siendo súbditos o asumiremos el papel de ciudadanos soberanos de nuestro propio destino?

En la antigua doctrina del Estado existía una idea poderosa: la autosuficiencia. Aquella condición por la cual los esfuerzos de los hombres, al complementarse, hallaban en el Estado una satisfacción plena. Se suponía que debía bastarse a sí mismo, sin necesitar de otro Estado para sostenerse o completarse.
Pero hoy, esa capacidad parece olvidada. Somos un país que constantemente busca que otros nos resuelvan lo que deberíamos ser capaces de atender por nosotros mismos.

Este complejo ha llegado a incrustarse incluso en el poder público, un ejemplo claro de ello fue el convenio que el Ministerio de Salud firmó con la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) por 900 millones de dólares para la compra de medicamentos. ¿De verdad no somos capaces de administrar nuestras propias compras públicas? ¿Necesitamos que alguien venga a enseñarnos cómo adquirir medicinas para los hospitales nacionales? Una muestra de que preferimos delegar antes que asumir.

¿Seguiremos siendo súbditos o asumiremos el papel de ciudadanos soberanos de nuestro propio destino?

Este tipo de decisiones no son menores: reflejan un Estado que ha perdido la confianza en su propia capacidad técnica y moral para manejar lo que le corresponde.

Esa misma falta de confianza se refleja en el anuncio del presidente Bernardo Arévalo desde Bruselas, donde solicitó a la Unión Europea una misión de observación electoral para las elecciones judiciales de 2026. Entiendo la intención política, pero el gesto evidencia un síntoma más del complejo de súbditos: recurrir a terceros para legitimar lo que nosotros deberíamos ser capaces de garantizar.


El próximo año tendremos elecciones trascendentales —de Tribunal Supremo Electoral, Corte de Constitucionalidad, Fiscal General y Contraloría General de Cuentas—, y de su transparencia dependerá el equilibrio de poder, la independencia judicial y las Elecciones Generales 2027. Si no somos autosuficientes para vigilar y exigir procesos limpios, terminaremos aceptando que otros definan por nosotros el rumbo de nuestra justicia. Y ese es un riesgo que ningún país puede permitirse.

Esa es la enfermedad de fondo: hemos convertido la dependencia en virtud y la autosuficiencia en una quimera. Pero mientras sigamos actuando como súbditos —esperando que otros nos digan cómo resolver nuestros propios males— seguiremos atrapados en un ciclo de supervisión política, económica y moral.

Ser soberanos de nuestro propio destino implica tener la capacidad y la firmeza de tomar responsabilidad, aprender a decidir por nosotros mismos y dejar atrás ese complejo de súbditos que impide tomar las riendas de nuestras vidas.

Alcanzaremos el progreso en la medida que nos responsabilicemos de nuestras decisiones, solo así podremos construir un futuro que dependa de nosotros mismos.