Reprogramación total

Reprogramación total

Lamentablemente, hay un déficit de programadores en el país.
09/02/2025 00:05
Fuente: Prensa Libre 

Durante demasiado tiempo y en demasiados centros educativos de Guatemala, la materia escolar de Ciencias Naturales transcurre entre afanes memorísticos y dinámicas tediosas, que generan rechazo o, cuando menos, indiferencia. Algo similar ocurre con el aprendizaje de la Matemática, una asignatura que suele tener una prejuiciosa percepción de “complicada”, “difícil” o “solo para genios”. Si a esto le sumamos una displicente enseñanza del idioma inglés —incluso en ciertos planteles que se promocionan como “bilingües”, calidad que nadie audita—, estamos ante un caldero en el que se cocinan desempleados.

En esa confluencia de precariedades hay otros condimentos: el descuido de la lectura comprensiva, el poco fomento e incluso aversión hacia el pensamiento crítico —que suena a crítica, pero es discernimiento—, la devoción de cierto grupo de maestros a agendas ególatras y acomodaticias completamente ajenas a la excelencia formativa y, por supuesto, la falta de recursos en muchos planteles, en provincia o áreas urbanas. No son realidades nuevas.

Pero en un mundo interconectado, digital, de alta competitividad y demanda de perfiles capacitados, Guatemala es escenario de verdaderas paradojas. Una de ellas, y las más reciente, es la alta demanda de talento laboral en el área de programación informática —sobran abogados y faltan programadores—. En la era de la información, podría suponerse que ya no hay espacio para estas habilidades. Todo lo contrario; hay constantes procesos de invención y reinvención en múltiples campos tecnológicos, desde la seguridad digital hasta la automatización de procesos industriales, comunicación o servicios.

Lamentablemente, hay un déficit de programadores en el país, que ha llevado al sector naranja a solicitar al Gobierno planes de formación que involucren a más jóvenes estudiantes del sector público. Pero se necesitan auténticas becas, con condiciones atractivas y alta exigencia de resultados para crear una nueva generación guatemalteca bien programada y programadora. Este sector productivo puede generar oportunidades sin fronteras e ingresos notablemente superiores a otros empleos, incluso para recién egresados. Pero hay que transformar el modelo.

La mayoría de planteles públicos y privados siguen formando secretarias oficinistas, peritos contadores o bachilleres con nociones básicas, pero insuficientes, de tecnología digital. Todavía dicen “con orientación en computación”, cuando en realidad esta es herramienta, lenguaje y paradigma; no es un complemento, es el camino. Pero los prerrequisitos para la programación son inglés y matemáticas. Y en las propias universidades donde están empezando muchos jóvenes su formación en ingeniería, arquitectura o matemáticas, abundan aquellos con deficiencias.

Este desafío precisa de una agenda intersectorial en la cual haya aportes públicos y privados para crear esa academia nacional de tecnología digital. Es absurdo que exista una academia nacional de mecanografía y no una dedicada a pulir vocaciones en este campo. Esta apuesta por la ciencia es lo que tiene arriba a naciones como Corea del Sur o Singapur, que hace medio siglo eran más pobres que Guatemala. Claro, en esta difícil ecuación también entra el factor padres de familia, docentes y, sobre todo, iniciativa y visión del propio estudiante.