El microscopio

El microscopio

  En enero de 1953 se inició nuestra vida estudiantil en la Gloriosa Escuela Normal Central y los escasos maestros que aún quedamos de nuestra promoción, nos reunimos el último jueves de cada mes a contar los recuerdos que todavía quedan de esa dichosa vida estudiantil, pues la memoria también va vaciando sus estanterías. En […]

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Resumen Automático

01/07/2025 08:51
Fuente: La Hora 

En enero de 1953 se inició nuestra vida estudiantil en la Gloriosa Escuela Normal Central y los escasos maestros que aún quedamos de nuestra promoción, nos reunimos el último jueves de cada mes a contar los recuerdos que todavía quedan de esa dichosa vida estudiantil, pues la memoria también va vaciando sus estanterías. En esta reunión del mes de junio, salió a luz la primera clase del curso de ciencias naturales que impartía don Héctor Nuila y cuyo tema era el microscopio. Don Héctor fue un estudiante de medicina que cursó toda la carrera y al final se trabó la carreta y no recibió el título; pero, era un médico hecho y derecho. La gruya Díaz, que después de largos años se recibió de médico, gracias a la ayuda de su carnal, el doctor Sandino Ávila, una vez le preguntó a don Héctor si sabía de alguna pócima que fuera buena para un dolor que padecía en sus tobillos de tanto driblar en el fútbol, y don Héctor, encolerizado, le dijo: “Sepa usted jovencito que yo soy médico y no receto pócimas”. Pero, la anécdota que se contó en el último almuerzo de este mes de junio, fue sobre la primera clase de ciencias naturales que yo tengo presente. Fue en el segundo período, después de recibir la andanada de quebrados que nos recetó el profesor Carlos Gordillo, se presentó don Héctor Nuila, auxiliado por un alumno que le ayudaba con la caja de madera en donde iba el microscopio. -Sobre este aparato versa la clase hoy- Nos dijo y empezó a describirlo: Tubo de cremallera, porta objeto y todo lo que forma este aparato que según dicen se inventó en el siglo XVI por un holandés de apellido Hannsen, aunque también se le atribuye a otros científicos. Don Héctor nos dio la lección sobre la estructura del microscopio, de su función y nos informó que permitía ver las cosas más insignificantes, como la meiosis en la división celular. No nos recordamos quién le preguntó al profesor si era posible ver la maratón del espermatozoide. Lo cierto es que don Héctor nos dijo que sí y que solicitaba un voluntario que dejara en la gaveta del escritorio un frasquito con esperma y que no le pusiera el nombre del donante para guardar el anonimato del pajero. Y llegó el día siguiente y don Héctor entró al aula con el microscopio, dispuesto a despejar las dudas de sus alumnos. Cuando abrió la gaveta del escritorio se llevó tremenda sorpresa, pues no había un frasquito sino cuarenta frasquitos que era el número de alumnos de la sección B.