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Guatemalteca soñaba con financiar una casa para su familia, cómo lo logró y su paso como voluntaria
Construir casas para personas que no pueden pagarse una es una motivación para la guatemalteca Silvia Alpírez, quien por años ha dedicado un voluntariado en este tema.
Vivienda

Silvia Alpírez, primera a la izquierda, muestra la fachada de su casa, junto a su familia. (Foto Prensa Libre: Hábitat para la Humanidad, Guatemala)
Silvia Alpírez, de 45 años, una de las voluntarias que con frecuencia se une a grupos para la construcción de viviendas para personas con necesidades, comparte que le surgió la inquietud de involucrarse porque hace 19 años también fue beneficiaria de una casa en San Marcos.
“En el 2012 fuimos afectados por el terremoto en este departamento y toqué las puertas de Hábitat para la Humanidad y la respuesta fue que nos ayudaron a financiar un techo”, recuerda. “Cuando hay situaciones difíciles se necesita que alguien dé una luz y esto fue lo que sucedió. Ahora llevamos este mensaje a nuestras comunidades”, comenta.
Alpírez asegura que como voluntaria no tiene precio ver la alegría de una familia que recibe su casa. “Desde ese día en adelante ya no pasarán frío ni lluvia, o no tienen que pagar alquiler. Mejoran su calidad de vida”, agrega.
El proyecto de Hábitat para la Humanidad comenzó en 1976, como un movimiento cristiano en el sur de Georgia, Estados Unidos. Desde entonces se ha asociado con más de 70 países.
En Guatemala, las acciones iniciaron en marzo de 1979; en parte, por el terremoto ocurrido en 1976. Desde entonces han apoyado a casi un millón de personas a escala nacional.
El proyecto ha facilitado el acceso a viviendas nuevas o mejoradas, estufas mejoradas, letrinas, filtros purificadores de agua, por medio de un financiamiento de carácter social.

Delorean Randich, director nacional, explica: “Es una vivienda más allá de la casa, porque creemos que una vivienda es un concepto integral que involucra desde motivaciones de arraigo para que familias permanezcan en Guatemala y no miren al exterior, así como de educación y salud, además de programas como educación financiera y capacitación, entre otros”.
Entre estos programas existe uno para personas que reciben recursos mensuales, así como para quienes se encuentran en situación de extrema pobreza, a fin de apoyarlas para que puedan financiar su casa.
El trabajo
Este espacio también ha permitido que voluntarios participen en brigadas de construcción. Diferentes organizaciones, extranjeros o familias donan tiempo para construir en favor de una comunidad.
El actual presidente del Comité Directivo Nacional, Álvaro Herrera, empezó como voluntario cuando era estudiante, en su adolescencia.
Según estudios de la Asociación Nacional de Constructores de Viviendas, el déficit habitacional total en el país, de acuerdo con la metodología de la Cepal, que contempla la carencia de servicios básicos, es de más de dos millones de hogares con alguna deficiencia.

Por aparate, el XII Censo Nacional de Población y VII de Vivienda, a cargo del Instituto Nacional de Estadística, en el 2018, arroja que de los más de tres millones de viviendas censadas, cerca de 844 mil tienen piso de tierra —uno de cada cuatro hogares—.
Los pisos de tierra y las viviendas inadecuadas son un indicador primario que limita el desarrollo en la población. “Esto causa problemas en la familia, en la salud, en el desarrollo y también incide en la depresión”, afirma Herrera.