Poemas para dedicar en el Día del Niño

Poemas para dedicar en el Día del Niño

Un regalo especial para el próximo Día del Niño es dedicar un poema a los consentidos de casa o por qué no, aprender junto a ellos algunos versos.

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Resumen Automático

25/09/2025 19:46
Fuente: Prensa Libre 

Se acerca el Día del Niño, el próximo miércoles 1 de octubre, una fecha impulsada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con el propósito de visibilizar y reforzar los derechos de la niñez, reconociendo que los niños son fuente de energía, motivación, alegría y esperanza para el país.

Yasmina Álvarez Menéndez, profesora de Didáctica de la Lengua en la Universidad de Oviedo desde 2006, explica en una conferencia de TedX que es frecuente que, en la edad adulta, recordemos los versos que nos enseñan de niños. “Cuando leemos poesías de viva voz se activan resortes como la entonación y el ritmo, que favorecen la memorización… también está plagada de recursos sonoros que inundan de intención la lectura a través de la voz”, detalla.

“Octavio Paz decía que la poesía no está solo en el texto escrito; está también en la manera en que este es pronunciado y en cómo se escucha”, agrega Álvarez.

El portal Guía Infantil también menciona que la poesía infantil es un recurso educativo para estimular el aprendizaje de los niños, despertar su interés por la lectura y constituir su primer contacto con la literatura, por lo que sirve perfectamente como complemento educativo.

Como ya se sabe, ayuda a aumentar el vocabulario, potenciar la memoria, la concentración y la expresión oral. Es entretenida, divertida, y su ritmo y musicalidad son fundamentales para que los niños se sientan atraídos por ella.

Una de las recomendaciones es empezar con poemas cortos y atractivos. En este breve recuento se comparten algunos poemas:

Todo es ronda
Por Gabriela Mistral

Los astros son rondas de niños,
jugando la tierra a espiar…
Los trigos son talles de niñas
jugando a ondular…, a ondular…

Los ríos son rondas de niños
jugando a encontrarse en el mar…
Las olas son rondas de niñas
jugando la Tierra a abrazar…

A Margarita Debayle
Por Rubén Dario

Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:

Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.

Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.

Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.

Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».

La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».

Y el rey clama: «¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!…
El Señor se va a enojar».

Y ella dice: «No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».

Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: «En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».

Viste el rey pompas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.

Para mi hija
Por Vicente Huidobro

Hija, tú que eres un retoño de mi vida
Tú que eres una continuación de mí mismo,
De mi silencio y de mi melancolía;
Tú que tienes la dulzura de lirio
De tu madre, mírame largamente
Con tus ojitos llenos de alborada,
Llenos de una tristeza que se presiente
Porque el talento es una gran desgracia.

¿Qué quieres que te diga
Cuando abres el interrogativo de tu mirada?
¿Quieres saber algo de tu vida
Y por qué de repente te has encontrado aquí?
Tú eres una refundición de ella y de mí,
Tú eres el retrato y la firma de nuestro amor,
Tú tienes de los dos:
Tienes de mi tristeza meditativa
y de la fuente clara de su sonrisa.

Si
Por Rudyard Kipling

Si puedes mantener la cabeza en su sitio cuando todos a tu alrededor
la pierden y te culpan a ti.
Si puedes seguir creyendo en ti mismo cuando todos dudan de ti,
pero también aceptas que tengan dudas.
Si puedes esperar y no cansarte de la espera;
o si, siendo engañado, no respondes con engaños,
o si, siendo odiado, no incurres en el odio.
Y aun así no te las das de bueno ni de sabio.
Si puedes soñar sin que los sueños te dominen;
si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo;
si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso,
y tratar a esos dos impostores de la misma manera.
Si puedes soportar oír la verdad que has dicho,
tergiversada por villanos para engañar a los necios.
O ver cómo se destruye todo aquello por lo que has dado la vida,
y remangarte para reconstruirlo con herramientas desgastadas.
Si puedes apilar todas tus ganancias
y arriesgarlas a una sola jugada;
y perder, y empezar de nuevo desde el principio
y nunca decir ni una palabra sobre tu pérdida.
Si puedes forzar tu corazón, y tus nervios y tendones,
a cumplir con tus objetivos mucho después de que estén agotados,
y así resistir cuando ya no te queda nada
salvo la Voluntad, que les dice: “¡Resiste!”.
Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud.
O caminar junto a reyes, sin menospreciar por ello a la gente común.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.
Si todos pueden contar contigo, pero ninguno demasiado.
Si puedes llenar el implacable minuto,
con sesenta segundos de diligente labor
Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y —lo que es más—: ¡serás un Hombre, hijo mío!

Los juguetes
Por Grecia Aguilera

Ordenados en extrañas posiciones
se encuentran los juguetes
en la habitación.

Muñecas de trapo,
se ve la Juanita;
otras del mundo,
con exóticos trajes.
Las hay muy finas,
son maniquíes
de Coco Chanel.

De porcelana,
las alemanas,
vestidas de filigrana.
De Japón, la Daruma
observa en el tiempo
el beso eterno
de los novios de imán.

Trencitos antiguos,
juegos de té,
pequeños libritos,
de cebolla el papel.
Miniaturas muy finas
de Murano y Limoges
se resguardan del tamo
detrás de un cristal.

Emperatrices de Oriente
y el módulo lunar
se aprecian delante
de un monstruo hirsuto
que espanta
a todo el que lo ve.

Gatos y osos jazzistas
de célebres Big Bands,
aviones a escala:
se admira el Concorde,
el modelo de un Checker,
famosos autos de colección.

Estilizados felinos,
estáticos robots
y un enorme planetario
adornan más allá.

Sin vida,
un muñeco oscuro,
triste y llorón,
se ve a lo lejos
por el reflejo del sol.
Lo acompaña
la Reina Victoria,
ilustre muñeca
que un descuido rompió.

Arlequines iridiscentes,
originales extraterrestres,
siniestros payasos bicolor
reposan a la par de un dormilón
que observa al conejo blanco,
de chistera y frac:
¡el mago de la noche
no podía faltar!

Quietos,
muy quietos
están los juguetes,
objetos sin vida,
compañía eterna
de solitarios tiempos.

La penumbra los envuelve
y viene a la mente
un triste recuerdo,
repitiéndose así,
como una vaga melodía
que se encierra en la habitación.

Con información de Catalina Arancibia Durán, máster en Literatura Española e Hispanoamericana/Cultura Genial