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Bernardo Arévalo, la opción para atajar la confrontación étnica
De acuerdo con el artículo 182 de la Constitución Política del país, el Presidente “representa la unidad nacional”. Sobre la base de esa normativa, ha habido críticas al discurso de Bernardo Arévalo en la reciente conferencia de prensa conjunta que dio con las Autoridades Ancestrales. Critican que haya reconocido que en Guatemala coexistimos cuatro pueblos. […]
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De acuerdo con el artículo 182 de la Constitución Política del país, el Presidente “representa la unidad nacional”.
Sobre la base de esa normativa, ha habido críticas al discurso de Bernardo Arévalo en la reciente conferencia de prensa conjunta que dio con las Autoridades Ancestrales. Critican que haya reconocido que en Guatemala coexistimos cuatro pueblos.
Hace ya varios años, el 31 de marzo de 1995, en el proceso de negociaciones para alcanzar la paz que se llevaba a cabo entre las organizaciones revolucionarias agrupadas en la URNG y el gobierno de Álvaro Arzú, se firmó el Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas. En él se plantea que “los pueblos indígenas incluyen el pueblo maya, el pueblo garífuna y el pueblo xinca”. Afirma el citado acuerdo de paz que “la nación guatemalteca tiene un carácter multiétnico, pluricultural y multilingüe”. Preceptúa también que el reconocimiento y respeto a la identidad y derechos de los pueblos indígenas debe entenderse “dentro de la unidad de la Nación y la indivisibilidad del territorio del Estado guatemalteco”. O sea que no solo hay un pueblo en Guatemala, el mestizo, sino que hay otros tres, ya referidos.
Severo Martínez Peláez, en su emblemático libro “La patria del criollo”, al referirse a la realidad histórica derivada de la conquista y construida durante la colonia, nos recuerda que la herencia de sangre (biológica), y la de poder (económica y política) se expresó en el nacimiento de los criollos, “los hijos de españoles nacidos en América sin ningún mestizaje”.
También nos recuerda que todos los matices que se dieron en el concepto de criollismo, “tenían un fondo común importante: se daba por supuesto que el origen español acarreaba superioridad frente a los sectores indígenas y mestizos”.
Teniendo presente los anteriores pensamientos de Severo Martínez, saltemos de la Colonia a “la independencia”, que esencialmente fue el “triunfo” de los criollos frente a los peninsulares, los nacidos en España, representantes de la Corona. Y, por supuesto, como el Acta de esa independencia lo afirma, ella debe publicarse “para prevenir las consecuencias que serían terribles, en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo».
O sea que los mestizos terminamos heredando “La patria del criollo”. Obviamente los indios continuaron excluidos.
Pero hay que precisar que el Estado guatemalteco no se define, en términos absolutos, a partir de la contradicción indio/ladino, porque la división en clases sociales y las contradicciones que de allí se derivan, junto a la exclusión étnica, configuraron nuestro Estado mestizo.
Y, de nuevo, saltándonos importantes etapas de la historia (como el conflicto armado), ese Estado mestizo, expresión contemporánea de la “Patria del Criollo”, es el que ahora se ve retado por el accionar de las Autoridades Ancestrales de los pueblos indígenas, que se han convertido en el principal actor político nacional.
Por todo lo anteriormente referido es que he insistido en señalar que hay un riesgo dramático a la vuelta de la esquina, el cual consiste en que la confrontación étnica se convierta en el componente esencial de la conflictividad social en Guatemala.
Y, frente a este indeseable escenario, Bernardo Arévalo puede ser el puente para evitar la concreción de dicho riesgo. Como Presidente le corresponde constitucionalmente representar la unidad nacional. Pero la Patria del Criollo no es la expresión de ello.
La unidad nacional, manteniendo como principio fundamental la indivisibilidad del Estado, es el reconocimiento de que “la nación guatemalteca tiene un carácter multiétnico, pluricultural y multilingüe” y que el Estado debe reflejar esa realidad.
La Conferencia de Prensa conjunta a la que ya hemos hecho referencia al principio de esta columna, dada por el Presidente y las Autoridades Ancestrales de los pueblos indígenas, debe ser el símbolo de ese proceso de construcción de la verdadera unidad nacional, que se manifieste en un Estado que exprese la diversidad existente. Somos cuatro pueblos.