Banguat advierte sobre impacto social de impuesto a remesas desde EE. UU. y descarta una contracción

Banguat advierte sobre impacto social de impuesto a remesas desde EE. UU. y descarta una contracción

El Banco de Guatemala refiere que un posible impuesto en EE. UU. podría desacelerar el ritmo en el ingreso de las remesas, pero no revertir la tendencia. El mayor impacto sería social, afectando a hogares que dependen exclusivamente de estas transferencias.

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05/06/2025 00:10
Fuente: Prensa Libre 

Las autoridades monetarias de Guatemala no anticipan, en el corto plazo, una contracción de las remesas familiares; por el contrario, se mantendrán en crecimiento positivo, conforme a los escenarios establecidos.

El ruido generado por la posibilidad de implementar un impuesto a las remesas familiares en Estados Unidos, y sus potenciales efectos en la economía nacional, es una temática que se mantiene bajo seguimiento.

Durante mayo, Guatemala ha recibido en promedio US$93.8 millones diarios por transferencias. En el mismo periodo del año pasado, el monto fue de US$79.3 millones. Un migrante guatemalteco realiza un envío mensual promedio de US$879 (equivalentes a Q6 mil 768).

Las autoridades del Banco de Guatemala (Banguat) expusieron que, de aprobarse e implementarse la medida en 2026, esta podría generar un impacto de US$860 millones, equivalente al 0.05% del producto interno bruto (PIB).

Johny Gramajo Marroquín, gerente económico del banco central, descartó que el superciclo de los flujos de remesas familiares hacia Guatemala esté llegando a su fin. Al contrario, aseguró que se mantendrán dentro de los modelos desarrollados. Reiteró que el principal efecto de esta medida sería de carácter social, sobre todo para aquellas personas cuyo único ingreso en el hogar proviene de remesas.

Para 2026, la estimación de ingreso por remesas es de US$24 mil 618.4 millones, con un crecimiento proyectado del 5% como valor central.

¿Cómo comprender la conceptualización del impuesto a las remesas?

Se trata de una propuesta incluida en un paquete más amplio de leyes de naturaleza fiscal, que contempla la extensión de recortes fiscales de 2017, modificaciones al programa Medicaid (seguro de salud federal) y, de manera indirecta, ingresos provenientes de aranceles e impuestos sobre remesas.

Originalmente, se propuso un impuesto del 5% a las remesas, pero posteriormente se redujo al 3.5%. El proceso legislativo exige su aprobación tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado. En la cámara baja, la votación fue muy cerrada, y pasó por un solo voto. En el Senado, el panorama es incierto, no tanto por el impuesto en sí, sino por las otras medidas fiscales incluidas en el paquete, que implicarían una expansión fiscal. Estas no cuentan con el respaldo de los demócratas y generan discrepancias incluso dentro del partido republicano.

¿Cuál sería el primer impacto?

Si se aprueba el impuesto del 3.5% y no existe forma de que sea absorbido por los compatriotas en Estados Unidos, el análisis macroeconómico sugiere un impacto en el flujo de remesas familiares a partir del 1 de enero de 2026, cuando entraría en vigor la ley.

Se proyecta una reducción de US$860 millones en las remesas familiares. Aunque se mantiene el escenario base de un crecimiento del 5% en 2026, este impuesto podría reducir dicha tasa, aunque seguiría siendo positiva, ubicándose entre 1.5% y 3%.

“El efecto social y microeconómico sería considerable por dos razones: la primera, porque organismos internacionales han documentado que cerca del 30% de los beneficiarios de remesas dependen exclusivamente de ellas para cubrir sus necesidades básicas. La segunda, porque una reducción en los montos enviados afectaría directamente a los ingresos de esos hogares”

En términos macroeconómicos, la repercusión sería leve: se pasaría de una proyección de crecimiento económico de 3.9% a una de 3.85%, es decir, un impacto de 0.05% del PIB.

¿Por qué se considera un impacto más social que macroeconómico?

Aunque el impacto macroeconómico no sería significativo, el efecto social y microeconómico sería considerable por dos razones: la primera, porque organismos internacionales han documentado que cerca del 30% de los beneficiarios de remesas dependen exclusivamente de ellas para cubrir sus necesidades básicas. La segunda, porque una reducción en los montos enviados afectaría directamente a los ingresos de esos hogares.

¿Qué escenarios se han estudiado?

El primer escenario, considerado base, contempla la solidaridad de los migrantes, quienes asumirían el costo del impuesto sin modificar el monto enviado. En ese caso, no habría cambios en los flujos esperados.

El segundo escenario considera que las familias compensarían la reducción utilizando parte de sus ahorros o inversión, que representa aproximadamente el 15% de los ingresos, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Esto implicaría postergar o cancelar mejoras a las viviendas para cubrir el déficit generado.

El tercer escenario, el más adverso, ocurre si el migrante deja de enviar remesas y el beneficiario en Guatemala no puede compensar el impacto, lo cual generaría una reducción de US$860 millones. A pesar de ello, se proyecta una variación positiva, aunque menor a la prevista.

¿Existen riesgos de caer en ese peor escenario?

Por ello, aunque se mantiene la previsión de un incremento del 5% para 2026, se estima que, con el impuesto, el crecimiento sería de 1.5%. Es importante subrayar que no se anticipa una contracción en las remesas, sino una desaceleración en su tasa de crecimiento.

¿Estamos ante el inicio del fin del ciclo de remesas?

Responder a esa pregunta es complejo, pues intervienen múltiples factores. Además del impuesto, influye la evolución de la migración neta. Hasta 2024, esta ha sido positiva, es decir, más guatemaltecos ingresan a EE. UU. de los que salen. Si los controles fronterizos se mantienen y frenan hasta el 90% de los intentos de cruce, podríamos ver una migración neta negativa, lo que implicaría una reducción en el número de personas capaces de enviar remesas.

Actualmente, se estima que hay cerca de tres millones de guatemaltecos en EE. UU., de los cuales 2.1 millones envían remesas, según la OIM.

¿Qué implicaría esto?

Significaría que ese número de personas dejaría de aumentar, y las remesas provendrían de un grupo que ya no crece. En ese contexto, lo que se anticipa no es una reducción, sino una desaceleración de los flujos.

¿Qué se ha analizado en el plano económico?

El envío de remesas depende, en gran parte, de las condiciones laborales de los migrantes en EE. UU. Actualmente, la tasa de desempleo es de 4.2%, históricamente baja, lo que indica un mercado laboral ajustado, con más plazas que personas buscando empleo. Esta situación mantiene los salarios altos, sobre todo en el sector de servicios, donde se concentra una parte importante de los migrantes.

El escenario central plantea que los ingresos por remesas se mantendrán altos. Un cambio en esta proyección se daría solo si se presentan condiciones adversas en EE. UU., como una fuerte desaceleración económica que afecte el empleo y los ingresos de los migrantes guatemaltecos.

¿Se trataría de una combinación de factores?

La “tormenta perfecta” sería la combinación de tres factores: la implementación del impuesto, una migración neta negativa y una desaceleración fuerte de la economía estadounidense. Solo en ese escenario adverso se podría observar una disminución en las remesas.

Sin embargo, el escenario base prevé que la economía de EE. UU. continúe su crecimiento, mantenga niveles sólidos de empleo y, por ende, el ingreso de los migrantes se sostenga.