La crisis climática exige acción integral por la niñez

La crisis climática exige acción integral por la niñez

Niños y niñas tienen ideas sobre cómo cuidar su entorno.

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04/10/2025 00:00
Fuente: Prensa Libre 

El cambio climático es uno de los mayores desafíos para Guatemala, un país con alta vulnerabilidad debido a su ubicación geográfica, condiciones de pobreza y dependencia de recursos naturales. Los efectos no son neutros: impactan de manera diferenciada a los grupos más vulnerables, entre ellos, a la niñez.

El cambio climático no espera: la niñez necesita protección, acción y participación ya.

En Guatemala, más de la mitad de la población vive en condiciones de pobreza, y la niñez representa casi el 40 % de los habitantes (INE, 2018). Este sector enfrenta altos índices de desnutrición crónica, acceso limitado a salud, escaso acceso a agua segura y deficiencias en educación. Los fenómenos climáticos extremos como sequías prolongadas, inundaciones y tormentas tropicales agravan estos problemas, elevando el riesgo de inseguridad alimentaria, enfermedades y pérdida de medios de vida

Las sequías en el Corredor Seco, por ejemplo, han reducido drásticamente la producción de granos básicos, dejando a miles de familias sin alimentos suficientes. A su vez, las lluvias intensas dañan escuelas o las convierten en albergues, interrumpiendo la educación y exponiendo a la niñez al desplazamiento y a mayores niveles de violencia, incluso en sus propios hogares.

Un estudio realizado por World Vision, llamado “La voz de los niños”, revela que el impacto no es solo físico o material. También hay repercusiones emocionales y psicosociales: niñas y niños reportaron miedo, estrés y pérdida de seguridad debido a condiciones extremas. Así, el cambio climático compromete no solo el presente, sino también el futuro de la niñez guatemalteca.

¿Se puede hacer algo? Sí. La evidencia internacional demuestra que fortalecer la resiliencia comunitaria es urgente. Para lograrlo, es necesario implementar sistemas de alerta temprana con información útil y accesible para las comunidades vulnerables. También es esencial promover prácticas agrícolas sostenibles y diversificación de medios de vida para asegurar alimentos e ingresos estables, incluso en contextos adversos.

Otro aspecto clave es ampliar el acceso a agua potable, saneamiento e higiene en zonas vulnerables. Esto protege la salud infantil y previene enfermedades. Además, la educación debe enfocarse en la adaptación al cambio climático: incluir educación ambiental en las escuelas puede preparar a los niños para actuar ante los riesgos.

Igualmente, importante es asegurar la protección integral de la niñez. Esto implica incluir protocolos de protección infantil en los planes de respuesta a emergencias y establecer espacios seguros con programas de apoyo psicosocial, atendiendo sus necesidades emocionales durante y después de los desastres.

La participación infantil también es esencial. Niños y niñas tienen ideas sobre cómo cuidar su entorno: desde sembrar árboles hasta señalar zonas inseguras. Escuchar sus voces no solo fortalece soluciones, sino que también les otorga un rol activo en la construcción de su futuro.

El cambio climático amenaza la vida, la salud, la educación y los sueños de la niñez guatemalteca. No actuar implica poner en riesgo su presente y su porvenir. Es momento de reconocer que la niñez no solo es víctima del cambio climático, sino también parte vital de la solución.