TGW
Guatevision
DCA
Prensa Libre
Canal Antigua
La Hora
Sonora
Al Día
Emisoras Unidas
AGN
Mano extendida
El cuidado de la salud mental suele quedar relegado en las grandes prioridades nacionales.
Enlace generado
Resumen Automático
Uno de los grandes males de nuestro tiempo es esa sensación de soledad que agobia a algunas personas —quizá más de lo que se piensa—, incluso en calles concurridas, recintos atiborrados, en un aula y, a veces, lamentablemente, también en el interior de sus casas. Son estados de depresión, ansiedad y baja autoestima que a menudo requieren de un apoyo profesional o espiritual, pero incluso para llegar hasta tales instancias se necesita primero de un ojo atento, de una actitud empática y de una mano extendida que rompa esa burbuja que desde dentro puede parecer irrompible.
La rutina, los desencantos, los duelos, pueden ser detonantes de situaciones emocionales individuales que se conjugan con el carácter, el contexto y los propios cuestionamientos existenciales. Nadie está exento de retos o caídas, pero en ocasiones para algunas personas es más difícil levantarse que para otras. La unión familiar es clave, pero en ocasiones no hay un núcleo estable, por rupturas, migraciones o decesos. Y es cuando se pueden desencadenar crisis que precisan de auxilio, fraternidad y afecto.
El cuidado de la salud mental suele quedar relegado en las grandes prioridades nacionales. Si la salud física está sujeta a limitaciones presupuestarias, de personal y cobertura, cuánto más puede estar el cuidado de la psique en todos los rangos etarios. Varios estudios coinciden en señalar que al menos una cuarta parte de la población ha padecido algún tipo de síntoma emocional, como depresión, ansiedad, pensamientos repetitivos, cuya gravedad corre riesgo de acentuarse al no recibir ningún tipo de atención.
La cobertura hospitalaria o del Seguro Social suele ser insuficiente. En el ámbito privado hay excelentes profesionales, pero no siempre se cuenta con los recursos para contar con ese servicio. También hay fundaciones, institutos, universidades e iglesias que brindan apoyo gratuito a través de expertos que donan tiempo a este propósito. Pero resulta clave difundir más aún la existencia de este tipo de alternativas, sobre todo en poblaciones de provincia o en áreas marginales, en donde también inciden otro tipo de dinámicas, como la violencia o el temor al asedio delictivo.
El propio estrés de la vida urbana, con su tránsito agravado, horarios ajustados y exigencias de desempeño, ha llegado a convertir calles y carreteras en súbitos escenarios de enfrentamientos a golpes al calor de la psicosis. No vamos a citar un solo caso en específico, pero con frecuencia las redes sociales difunden agresiones y hasta crímenes surgidos a partir de un bocinazo, de un cruce de palabras o de un reclamo airado. Vivimos tiempos desafiantes y todos estamos a bordo de una misma sociedad. Todos somos capaces de reflexionar y sopesar valores para refrenar actitudes impulsivas o simplemente bajar la intensidad del enojo, la preocupación o la angustia. Respirar hondo 10 veces en los momentos de mayor presión puede ser clave para evitar acciones inconvenientes y también para proteger la propia salud corporal, que termina pagando el precio del estrés. Pero quizá, sin duda alguna, una buena medida para atajar las emociones y sensaciones negativas propias sea dejar de girar en sí mismo y abrir la mano al prójimo, preguntar, escuchar y comprender.