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Mis normas están reflejadas en lo que tolero
Las normas nunca serán negociables y no tienen necesidad de ser explicadas para poder convivir.
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“He aquí la tarea de nuestros tiempos; hacer ver que la norma es mejor que el desenfreno”. José A. Primo de Olivera
Normalmente las normas que tenemos han sido inculcadas y aprendidas en nuestros años formativos, pero en algunos casos, con el tiempo probablemente hemos hecho algunos ajustes y cambios por las responsabilidades que hemos adquirido o probablemente porque el medio en el cual nos desenvolvemos nos ha mostrado el beneficio que algunas normas tienen y es de sabios apropiarse de ellas.
Si las normas son parte formativa de nosotros, llegan a ser una carta de presentación.
Es más provechoso en nuestras relaciones interpersonales que nos conozcan más por nuestras normas que por nuestros gustos porque la cuestión de gustos es algo con lo cual uno tiene que vivir para sí mismo lo cual no requiere tanta explicación. Pero las normas con las cuales me desempeño muy probablemente habrá de definir con quienes es posible convivir y trabajar. Probablemente podemos recordar de algunos trabajos o de algunas amistades, las cuales no se pudieron conservar por el simple hecho de que las normas con las cuales ellos actuaban no tenían afinidad con las nuestras y por ese hecho nos alejamos.
Además, es sorprendente la manera como nos afectan nuestras normas con los que están con nosotros en el momento que nos trazamos metas y nos proponemos involucrarnos en los proyectos para el resto de nuestra vida. Por ello mucho tiene que ver cómo me miro en el puesto de ese trabajo o bien la imagen que proyecto cuando estoy con ese grupo de amigos. Sin lugar a duda es más importante poder vivir en paz conmigo mismo que lo que pudiera ganar con algunos objetivos logrados.
Es importante tener presente y bien definido que las normas con las cuales me identifico siempre estarán en lo no negociable que mi persona tiene y en ningún momento se pueden tener consideraciones para ver las alternativas que pudieran considerarse.
Con el criterio de nuestro planteamiento debemos afirmar la importancia y la debida urgencia que hay en la tarea de la crianza de los niños, el deber de inculcarles las normas que habrán de acompañarles el resto de la vida. Cuántas veces en el andar diario se nos presenta alguna oportunidad para decir o hacer algo y como que una luz roja se nos enciende, por lo cual inmediatamente callamos o nos retiramos de algo que estábamos determinados en hacer. Los valores y las normas de nuestra crianza fueron el elemento determinante para no seguir adelante, por favorable y beneficioso que pareciera. Eso dice claramente de las personas que son de principios. Porque la tolerancia es una manera de manifestar qué cosas se toleran y cuáles no y esto es diferente en cada persona. Podemos ilustrar este principio en la similitud que hay en la resistencia o tolerancia que tiene cada persona al clima del calor o del frío, cuando algunos pueden desempeñarse con la mayor facilidad y sin algún problema, pero a otras personas les afecta de tal manera al punto que daña su salud.
Si cada uno de nosotros en nuestras relaciones personales somos dueños de nuestras normas, seguramente nos hemos ganado un espacio en la sociedad y podemos funcionar sin problema, y todos los que nos rodean lo pueden percibir con mucha facilidad y por esa misma razón tenemos un espacio ganado fruto de nuestras normas.