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“Rebonito” el Alligator Alcatraz
Un exceso de diplomacia puede interpretarse como un oído sordo.
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Las condiciones en la cárcel para migrantes Alligator Alcatraz han angustiado, desde su apertura, en los inhabitables pantanos del Everglades. No es para menos. La zona es inadecuada para la vida humana. Y no hace falta ser suspicaces para inferir que esas condiciones fueron precisamente lo que propició la escogencia del lugar. Hoy, Washington opera documentadamente bajo la “lógica de la disuasión”.
“Deterrence”, en inglés. Es decir, el pensar que un sufrimiento tal sobre quienes caen en ciertos procesos provocará que otros se propongan jamás caer en lo mismo. Disuasión. Una práctica vieja, que recuerda regímenes totalitarios violadores de derechos en la historia. Durante años, hemos visto formas de esto gravitar en un EE. UU., que batalla con el problema migratorio. Cuando se supo del nuevo Alcatraz, alarmó la situación de nuestros connacionales. Hay hermetismo alrededor de sus instalaciones, inaccesibles para la prensa. Es merecido saber si adentro se violan derechos básicos de la gente.
Por eso eran esenciales las visitas que finalmente realizó ahí el Consulado de Guatemala en Miami, la semana pasada. Y por eso despertó interés en los medios, que entrevistaron a su cónsul. Seguramente es la única guatemalteca no apresada en ser testigo del lugar. Le preguntaron sobre las condiciones de la gente, pues estas han sido descritas como inadecuadas; incluso crueles. Pero, reiteradamente, su mensaje subyacente fue uno de normalidad. Casi una aprobación desde la oficialidad, muy contrario a lo que se conoce del lugar, de la voz de otros que han salido de ahí.
Hay formas de hablar sobre lo mismo con significados distintos.
Hay formas de hablar sobre lo mismo con significados distintos. Se puede decir que un recluso duerme en camas, implicando descanso, cuando en realidad estas puyan, duelen o lastiman. O que hay tres tiempos de comida, cuando esta es asquerosa, repulsiva y trae intención de denigrar. Como contraste a la funcionaria, es valioso el testimonio de quienes han salido de Alcatraz. Recomiendo escuchar al mexicano Carlos González, en https://www.youtube.com/watch?v=Dqv_gV-hhq4. O a la exempleada de la cárcel, en “It’s inhumane’: Former ‘Alligator Alcatraz’ worker describes conditions”.
Alligator Alcatraz es un asunto delicado, en extremo. En los videos citados se denuncian prácticas de tortura, sutiles, pero ciertas, graves y peligrosas. Amenazas contra la vida de los recluidos. Muchos, compatriotas. Por ejemplo, el aire acondicionado, puesto al extremo, puede amenazar la vida. Pero nuestra representante en el extranjero habla de él como si fuera una comodidad. ¿Hemos de olvidar a seis jóvenes guatemaltecos muertos en custodia de autoridades migratorias en 2019? El frío, reiteradamente, los llevó a una muerte lenta, dolorosa y miserablemente inadvertida.
Quien lea mis columnas sabe que opino, de nuestra presente Cancillería, que ha regresado un profesionalismo, prudente, estratégico y adecuado, para los intereses del país. Pero en casos como este, su máxima autoridad depende de la información que recibe de sus extensiones circunscripcionales. Entre ellas, hay funcionarios que llevan más tiempo viviendo en la contraparte de lo que han vivido en su propio país. Esto, en otras legislaciones, es un abuso; ampliamente inaceptado. Provoca pensar en una desconexión total del interés nacional. En casos como este, un exceso de diplomacia puede interpretarse como un oído sordo. Uno que, en casos recientes, ha derivado en la falta de protección al guatemalteco indefenso. Las denuncias de quienes han salido de la reclusión son un contraste lacerante contra lo dicho por nuestra representante consular. Una que me recordó a una vicepresidenta justificando las condiciones del Hospital Federico Mora. Ahora solo falta decir que está “rebonito” ese Alligator Alcatraz.