El futuro no se construye con memes

El futuro no se construye con memes

Más que chapuces políticos, Guatemala necesita edificar instituciones firmes.

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Resumen Automático

24/08/2025 00:03
Fuente: Prensa Libre 

En tiempos de crisis política y social, las sociedades necesitan más que discursos fáciles y publicaciones atractivas en redes sociales. Lo que se requiere con urgencia es liderazgo auténtico, representativo, capaz de escuchar, unir y proponer soluciones reales.

Más que chapuces políticos, Guatemala necesita edificar instituciones firmes.

Lamentablemente, la política latinoamericana, y Guatemala no es la excepción, ha caído en la trampa del espectáculo: candidatos que dedican más tiempo a producir videos virales que a construir consensos; políticos que se miden por “likes” y no por resultados.

Un ejemplo cercano lo vemos en Colombia, con Miguel Uribe, un joven político con visión conservadora y con gran preparación, que desde el Senado impulsó debates de fondo, de esos que incomodan pero construyen futuro. Sin embargo, su voz fue relegada en medio del ruido de liderazgos más estridentes, que encontraron en la polémica y en las redes sociales su principal forma de sobrevivir. Lo que ocurrió con él no es un caso aislado: es un reflejo del riesgo que corremos como sociedades cuando anulamos a quienes representan liderazgo genuino.

Hoy abundan perfiles que confunden la política con un concurso de popularidad. Nos ofrecen frases fáciles, memes, ocurrentes “lives”, pero sin sustancia, sin visión de Estado, sin capacidad de construir un rumbo. Esta tendencia no solo es peligrosa: es profundamente dañina, porque erosiona la confianza ciudadana y relega a los verdaderos liderazgos a un segundo plano.

Nuestro país enfrenta desafíos enormes: violencia, pobreza, falta de oportunidades para la juventud, crisis en el sistema de justicia y una economía que no despega al ritmo que necesitamos. Frente a eso, no podemos darnos el lujo de apostar únicamente por quienes dominan la narrativa digital, sino por quienes tienen la capacidad de representar a la gente en serio, de escuchar voces diversas, de tomar decisiones difíciles aunque no sean populares y de construir consensos duraderos.

Más que chapuces políticos, Guatemala necesita edificar instituciones firmes, proyectos sostenibles y liderazgos que miren al largo plazo. El futuro no puede seguir improvisándose campaña tras campaña. Necesitamos construir sobre cimientos y principios sólidos.

No se trata de rechazar la comunicación moderna: las redes sociales son una herramienta útil para acercar a los políticos a la gente. Pero cuando estas se convierten en un fin en sí mismas, el liderazgo pierde su esencia.

Los ciudadanos debemos exigir más: líderes con principios claros, con propuestas viables, con visión de futuro, con un compromiso real hacia la nación y no hacia sus propios números en Facebook, Instagram o TikTok.

Guatemala necesita que los mejores liderazgos no sean anulados ni marginados, sino fortalecidos. Y eso comienza con una ciudadanía consciente, que sepa diferenciar entre el ruido del espectáculo y la voz serena pero firme de quienes de verdad quieren servir.

Porque el futuro del país no se construye con shows ni con chapuces, sino con carácter, responsabilidad y verdadera representación.

Este desafío nos invita a una profunda reflexión sobre la responsabilidad que cada ciudadano tiene en la construcción del futuro. No basta con lamentarse de la mediocridad política o con indignarse en las redes; es imperativo informarse, participar activamente en el debate público y, sobre todo, exigir a los líderes la altura y el compromiso que el momento histórico demanda. La apatía o la resignación son lujos que no podemos permitirnos.

Es tiempo de volver a lo esencial: la política como servicio, la honestidad como valor innegociable y la visión de largo plazo como brújula. Guatemala merece una generación de líderes que entiendan la complejidad de sus problemas y estén dispuestos a trabajar con seriedad, más allá de la popularidad digital, para forjar una mejor nación para todos.