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Maduro ofreció petróleo y otros recursos a EE. UU. para evitar un conflicto
Con la esperanza de poner fin al enfrentamiento de su país con Estados Unidos, varios funcionarios venezolanos le ofrecieron al gobierno de Donald Trump una participación dominante en el petróleo y otras riquezas minerales de Venezuela.
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Esa oferta de gran alcance permaneció sobre la mesa mientras el gobierno de Trump calificaba al del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, de “cartel narcoterrorista”, reunía buques de guerra en el Caribe y empezaba a hacer estallar embarcaciones que, según funcionarios estadounidenses, transportaban drogas desde el país sudamericano. En virtud de un acuerdo discutido entre un funcionario estadounidense de alto rango y los principales ayudantes de Maduro, el líder autocrático de Venezuela ofreció abrir todos los proyectos petrolíferos y auríferos existentes y futuros a empresas estadounidenses, conceder contratos preferenciales a empresas estadounidenses, invertir el flujo de exportaciones de petróleo venezolano de China a Estados Unidos y reducir drásticamente los contratos energéticos y mineros de su país con empresas chinas, iraníes y rusas.
El gobierno de Trump acabó rechazando las concesiones económicas de Maduro y suspendió la diplomacia con Venezuela, la semana pasada. Esta medida acabó con el acuerdo, al menos por ahora, dijeron las mencionadas fuentes. Aunque Estados Unidos ha estado atacando lo que denomina embarcaciones que transportan drogas, el corte de la diplomacia, la concentración militar cerca de Venezuela y las amenazas cada vez más estridentes contra Maduro por parte de funcionarios del gobierno de Trump han llevado a muchos, en ambos países, a pensar que el verdadero objetivo es la destitución del gobernante venezolano.
Marco Rubio, secretario de Estado y asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, ha sido la voz principal en la presión del Gobierno para derrocar a Maduro. Lo ha calificado de líder ilegítimo, un “fugitivo de la justicia estadounidense”, y se ha mostrado escéptico ante el enfoque diplomático mostrado por un enviado especial estadounidense, Richard Grenell. Los partidarios de la diplomacia reconocen que el enfoque de línea dura de Rubio ha prevalecido por ahora. Pero creen que los esfuerzos diplomáticos podrían acabar dando frutos, y señalaron los repentinos reveses de Trump en otras cuestiones importantes de política exterior, como la guerra de Ucrania, el comercio con China o el programa nuclear iraní.
Este artículo se basa en entrevistas con más de una decena de representantes estadounidenses y venezolanos de facciones dispares que abogan por la diplomacia con Maduro, quienes describieron sus conversaciones bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a hablar públicamente. Públicamente, el gobierno venezolano ha respondido a la escalada militar de Trump con una actitud desafiante y promesas de defender lo que denomina una revolución socialista iniciada en la década de 1990 por el difunto predecesor y mentor de Maduro, Hugo Chávez. Al mismo tiempo, el mandatario venezolano ha dicho que sigue abierto a las negociaciones y que su gobierno continúa aceptando vuelos de deportación procedentes de Estados Unidos.
Sin embargo, tras bastidores, algunos funcionarios venezolanos de alto rango, con la bendición de Maduro, le ofrecieron a Washington concesiones de gran alcance que, en esencia, eliminarían los vestigios del nacionalismo de recursos, que constituye el núcleo del movimiento de Chávez. Aunque Grenell y los funcionarios venezolanos avanzaron en cuestiones económicas, no lograron ponerse de acuerdo sobre el futuro político de Maduro, según fuentes próximas a las negociaciones. El ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Yván Gil, dijo en una entrevista, el mes pasado, que Maduro no negociaría su salida.
Maduro ha reprimido repetidamente los desafíos democráticos a su gobierno tras haber asumido la presidencia, en 2013. El año pasado se aferró al poder después de perder unas elecciones presidenciales, amañando los resultados y reprimiendo brutalmente las protestas. Grenell declinó hacer comentarios para este artículo. El Departamento de Estado, la Casa Blanca y el Gobierno de Venezuela no respondieron a las solicitudes de comentarios. En Washington, los funcionarios estadounidenses ofrecen distintas valoraciones de las conversaciones. Uno de ellos dijo que los informes de las negociaciones sobre el levantamiento de las sanciones y el acceso al mercado venezolano “no eran una evaluación exacta de lo que ocurrió”.
Sin embargo, otros dijeron que funcionarios estadounidenses y venezolanos mantuvieron repetidas conversaciones respecto de cómo sería la normalización económica, incluido el acceso de empresas de Estados Unidos a los mercados energéticos venezolanos y el levantamiento de las sanciones estadounidenses. Mientras Grenell y los enviados de Maduro negociaban un acuerdo, la líder del principal movimiento de oposición de Venezuela, María Corina Machado, presentaba su propia propuesta económica en Washington, con el argumento de que a las empresas estadounidenses en Venezuela les esperaba una riqueza económica aún mayor —US$1.7 billones en 15 años— si su movimiento lideraba una transición política.
Su asesora económica, Sary Levy, dijo que la bonanza inversora ofrecida por Maduro nunca se materializaría sin democracia, Estado de derecho y libertades individuales. “Lo que Maduro ofrece a los inversores no es estabilidad, es control, un control mantenido mediante el terror”, dijo Levy. “El gobierno de Trump ha mostrado una clara intención de no caer en estas ofertas de soluciones fáciles”. Venezuela produce actualmente alrededor de un millón de barriles de petróleo al día, frente a los cerca de tres millones que producía cuando Chávez asumió el poder. La mayor parte de las exportaciones de petróleo de Venezuela se destinan a China, excepto unos cien mil barriles diarios que el gigante energético estadounidense Chevron le vende a Estados Unidos. La mayoría de los expertos coinciden en que Venezuela podría aumentar rápidamente la producción de petróleo con una importante inyección de capital extranjero aunque difieren sobre si esto es factible bajo el gobierno actual.
“Nuestro mensaje a las compañías petroleras es: las queremos aquí, desde luego”, les dijo Machado a los representantes de las empresas estadounidenses en junio. “Las queremos aquí no produciendo migajas de un par de cientos de miles de barriles diarios. Las queremos aquí produciendo millones de barriles diarios”. Machado declinó hacer comentarios para este artículo. En el pasado, Estados Unidos enmarcó su apoyo a un nuevo gobierno en Venezuela como un imperativo de los derechos humanos. En cambio, los puntos económicos discutidos por los enviados de Maduro con Grenell se hacían eco de una visión mercantilista del mundo que Trump ha promovido en otros lugares.
Trump ha exigido acceso a los minerales ucranianos como pago por el apoyo estadounidense al esfuerzo bélico de Kiev. Con frecuencia se ha lamentado de que Estados Unidos no obtuviera petróleo iraquí tras la invasión de 2003. Aceptó mantener soldados estadounidenses en Siria en 2019 a condición de que Estados Unidos “se quedara con el petróleo”.El acuerdo discutido entre Grenell y los funcionarios venezolanos fue particularmente amplio, y representaba posiblemente el intento más ambicioso de diplomacia de recursos durante el segundo mandato del presidente.
Normalizar el comercio y permitir que las empresas estadounidenses vuelvan a entrar en Venezuela podría resultar tentador para algunos funcionarios estadounidenses debido a las reservas de petróleo del país, las mayores del mundo, así como a los importantes yacimientos de gas natural, oro, hierro, bauxita y coltán, una mezcla mineral utilizada en baterías eléctricas. El acercamiento económico de Maduro a Estados Unidos también se ha extendido al sector privado, en un intento de fortalecer su influencia en Washington. La petrolera estatal venezolana le ha dado a Chevron, la mayor empresa estadounidense que opera en Venezuela, el control total de sus proyectos petrolíferos conjuntos, y ambas entidades han discutido la posibilidad de darle a Chevron una participación en otro importante yacimiento petrolífero.
Lo que Maduro ofrece a los inversores no es estabilidad, es control, un control mantenido mediante el terror
Las autoridades venezolanas han hecho esfuerzos para reparar las relaciones con otro gigante petrolero estadounidense, ConocoPhillips, que abandonó Venezuela en 2007 después de que el gobierno confiscara sus operaciones. El gobierno de Maduro y Conoco han estado negociando un acuerdo de comercio de petróleo este mismo año, según dos personas familiarizadas con las conversaciones. Chevron dijo que sus negocios en Venezuela cumplen todas las leyes venezolanas y estadounidenses aplicables. Conoco no respondió a una solicitud de comentarios. El acercamiento por parte de los funcionarios y empresarios venezolanos estuvo lo más próximo a lograr un avance diplomático en mayo, según las personas informadas de las conversaciones.
Como muestra de buena voluntad, ese mes Grenell orquestó el regreso de una niña venezolana varada en Estados Unidos tras la deportación de sus padres, lo que supuso una victoria política interna para Maduro. El gobierno de Venezuela correspondió poco después liberando a un veterano de la Fuerza Aérea estadounidense encarcelado en el país y entregándoselo a Grenell. Maduro llegó a apoyar la mayoría de los términos económicos de la propuesta discutida con Grenell. Una persona familiarizada con las negociaciones dijo que Maduro vaciló inicialmente ante la exigencia estadounidense de limitar los vínculos económicos de Venezuela con China, Rusia e Irán.
Pero finalmente vio que aflojar esas alianzas era un precio inevitable para evitar la intervención militar estadounidense, dijo la persona. Para maximizar los ingresos ante la presión estadounidense, Venezuela también ha dejado de enviar petróleo a Cuba, lo que ha agravado la grave escasez de electricidad en la nación aliada. Las negociaciones económicas de Grenell con los enviados de Maduro se enfrentaron a la fuerte oposición de Rubio, un cubano-estadounidense y exsenador que desde hace tiempo considera la caída de Maduro como un paso crucial para acabar con la dictadura comunista en la isla.
Los partidarios de las relaciones económicas con Maduro han conseguido pequeñas victorias. Chevron consiguió que se le restituyera en julio la licencia del Tesoro estadounidense para operar en Venezuela, según el gobierno venezolano. La empresa consiguió anular la prohibición impuesta por Trump meses antes después de un esfuerzo concertado de presión en Washington, según personas familiarizadas con el acuerdo. El Departamento del Tesoro emitió otra licencia que, en efecto, le permite a Shell, la mayor empresa energética de Europa, reanudar sus trabajos en Venezuela. Con el nuevo permiso, Shell podría empezar a producir gas de un enorme yacimiento venezolano en alta mar tan pronto como el año próximo, según una persona familiarizada con el acuerdo.
El gas del yacimiento, conocido como Dragón, se procesará y venderá desde la vecina Trinidad. Shell dirigió las preguntas al titular de la licencia, el gobierno de Trinidad y Tobago, cuyos funcionarios no respondieron a una solicitud de comentarios. Rubio dijo el mes pasado que Estados Unidos se aseguraría de que el proyecto Dragón “no proporcionara beneficios significativos al régimen de Maduro”. Maduro ha firmado una estipulación para que Shell invierta en proyectos sociales en Venezuela en lugar de pagar a su gobierno. Para el gobierno de Maduro, el principal beneficio es demostrar que Venezuela sigue abierta a los negocios.