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Continuum de corrupción y crisis
Nadie escapa de una cárcel sin ayuda externa solo para irse a su casa.
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En terapia se dice siempre que, si no se llega al problema de fondo, los síntomas regresan, una y otra vez. Es lo que pasa con el Sistema Penitenciario guatemalteco, entre muchos problemas más que nos caracterizan como sociedad en permanente crisis, sobre todo con aquellos problemas asociados a la justicia.
Pendiente de las modificaciones que hará el Congreso a la Ley Antipandillas y de los nuevos funcionarios que asumirán en Gobernación.
En el 2001, gracias a unas muy desafortunadas resoluciones judiciales, escaparon 78 reos de la cárcel llamada El Infiernito, entre ellos secuestradores, asesinos y asaltabancos pertenecientes a Los Pasaco, Agosto Negro y otras bandas. Cuatro años después (2005), cuando el ministro de Gobernación era Carlos Vielman, se escaparon 19 reos más de la misma cárcel y, según el mismo Vielman, habían comenzado a construir un túnel desde la Semana Santa anterior y a planear todo un año antes, mientras usaban “recursos legales para irse juntando todos los miembros de la banda en la misma cárcel” (LMTonline/Octubre 22/2005). Esta vez, y seguramente todas las anteriores y posteriores, habían sobornado a los guardias de prisión y a otros funcionarios del sistema penitenciario, además de auxiliarse con abogados (¡qué plaga!) que gestionaron que sus clientes fueran entrando poco a poco a El Infiernito, para escapar luego juntos.
Ante una nueva fuga, ahora de 20 líderes pandilleros del Barrio 18, de la cárcel Fraijanes II, conviene preguntarse cuál es el problema de fondo que hace que esto se repita una y otra vez. También conviene preguntarse, de cara a las seis importantísimas elecciones secundarias que se darán en Guatemala en el 2026 (MP, CC, TSE, Usac, CGC, Cang), ¿a quién le conviene moverle el piso a Arévalo y su gobierno? ¿Qué sectores se pronunciaron ante esta fuga, que ante fugas anteriores no dijeron ni pío? ¿Es el pacto de corruptos el que está, de nuevo, detrás de esta crisis de seguridad que enfrenta el gobierno arevalista?
No necesito ni quiero defender lo indefendible e insisto en que el gobierno de Arévalo ha perdido, en innumerables ocasiones, la oportunidad histórica que el pueblo de Guatemala depositó en sus manos. Rescato, sin embargo, que el centro de la corrupción no está en el Guacamolón, como tantas veces antes sí lo estuvo. Ya viví mucha Guatemala durante las últimas décadas como para no saber que el entramado es más complejo de lo que podemos ver a simple vista. En su momento, vimos a mareros matando pilotos para justificar la llegada al poder de un gobierno corrupto de mano dura que instrumentalizó a las maras para su propio beneficio; vimos también marchar, muchas veces, a sindicatos corruptos para generar más crisis y ganar poder; y hemos visto, más de una vez, cómo la violencia se incrementa en momentos de crisis política, para mover la balanza a favor de los corruptos.
El discurso de Arévalo relacionado con esta fuga fue ponderado y claro. Me quedo con su reconocimiento público de las redes criminales desestabilizadoras, y con las medidas para fortalecer el sistema penitenciario (nueva cárcel, censo de reclusos y fuerza de tarea). Pendiente de las modificaciones que hará el Congreso a la Ley Antipandillas y también de los nuevos funcionarios que asumirán en Gobernación. Enfrentamos un continnum de corrupción y crisis y se repiten los mecanismos, muchos de los operadores en los tres poderes del Estado y hasta las narrativas de hace 40 años. Nadie escapa de una cárcel sin ayuda externa solo para irse a su casa. Esta fuga fue orquestada en momentos de mucha tensión política para perjudicar al gobierno actual, que tampoco se ha hecho muchos favores. “En río revuelto, ganancia de pescadores”, dicen las abuelas. Estamos viendo a los tiburones de siempre morder y salpicar en el Congreso, las cortes y otras instancias estatales para que, al final, los ganadores terminen siendo los mismos siempre: los patrones de la corrupción. Eso no lo podemos olvidar si queremos hacer un frente común que cambie la correlación de fuerzas y el estado de cosas en Guatemala.