Los cambios tras las bombas

Los cambios tras las bombas

Para Rusia, ceder Irán a la hegemonía estadounidense es un riesgo inaceptable.

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Resumen Automático

24/06/2025 00:04
Fuente: Prensa Libre 

Solo tomó la detonación de tres bombas en los búnkeres de piedra, hierro y cemento en las montañas de Irán para cambiar toda la ecuación geopolítica en el Oriente Medio y, a nivel global, de paso generar unas consecuencias internas inmediatas para los EE. UU.

Dejando la politiquería: el mundo entero está pagando el precio de este delirio teocrático.

Externalidades les llaman los analistas a esos efectos multidimensionales que se dan cuando tiras, en forma de decisión o acto geopolítico, una piedra en el estanque global. Las ondas apenas comienzan a dirigirse hacia playas de una realidad inevitable.

Por un lado, a Trump y su audiencia Maga, a quienes se les hicieron promesas electorales de no intervenciones bélicas foráneas, y de dedicar el ahorro de los costos para beneficio del pueblo estadounidense. Si lo entenderán, dependerá de cuánto repercuta en el precio de los combustibles a raíz de una intervención en el epicentro de la explotación petrolera.

La intervención directa de EE. UU. en la guerra con Irán trae bajo el brazo un pan amargo de posibles escenarios para nada positivos. Una respuesta de un país chiita cuya raíz, desde los tiempos de la salida del sah de Irán en 1979, ha sido la promesa de borrar del mapa a Israel, el “pequeño Satán”.

Y que más que una política de Estado, ha sido una ideología penetrante que se ha enraizado, por la fuerza del garrote y la sangre, en la población iraní. Y en ese medio siglo en el cual ha habido una migración iraní por todo el globo, especialmente a Europa y Estados Unidos, ahí se encuentran asentadas ya posibles células terroristas a la espera de un llamado del ayatolá. Una yihad por lo que osaron hacerle al atacar suelo iraní.

Medio siglo de un Irán que ha dedicado todos sus recursos al financiamiento directo de movimientos antiisraelíes y antiamericanos como Hezbolá, Hamás y los hutíes. Billones de dólares en la construcción de un aparato bélico de tal magnitud, en forma y fondo, que culmina con la construcción del poder nuclear.

Nada funcionó para detenerlos. Las sanciones económicas, la diplomacia fingida, los acuerdos violados. Al final, pudo más la incompetencia de las políticas ingenuas de Obama, devolviéndoles decenas de billones de dólares retenidos en aras de una absurda promesa de detener la construcción de bombas nucleares.

El resto es historia. La masacre del 7 de octubre, perpetrada por Hamás contra población indefensa en Israel, detonó una guerra sin cuartel que llegó a la eliminación casi total de cada uno de estos grupos terroristas y sus líderes. Incluso uno de ellos en el propio Irán: un solo misil a la ventana del apartamento de Saeed Izadi, enlace iraní con los proxies.

La respuesta de Irán fue una andanada de misiles contra población israelí, que a su vez generó una respuesta contra objetivos militares. Desde entonces, la hostilidad entre ambos países evidenciaba una casi segura confrontación de mayor profundidad, que desembocó en el ataque masivo de Israel. Una operación de tal magnitud y preparación previa de inteligencia que quedará registrada en los análisis históricos. Fue un descabezamiento de los científicos nucleares, la élite del Estado Mayor del Ejército iraní, aunado a la destrucción de la infraestructura de radar, lo cual le permitió un total dominio aéreo.

Esta guerra estaba escrita desde el momento en que la ideología extremista reemplazó los valores de la convivencia pacífica y se dirigió hacia un juramento de eliminar por la fuerza, el derecho de un Estado a existir.

Ahora, el mundo entero está pagando el precio de ese delirio teocrático.