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El futuro de la universidad: Parte 1
La Universidad de San Carlos de Guatemala, USAC, es la única universidad pública guatemalteca. Como toda universidad moderna, debería de ser una universidad autónoma, esto es, una institución que no ve comprometida su calidad académica por intereses políticos de los gobiernos de turno ni los grupos de poder. Eso parece que no ha sido posible […]
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La Universidad de San Carlos de Guatemala, USAC, es la única universidad pública guatemalteca. Como toda universidad moderna, debería de ser una universidad autónoma, esto es, una institución que no ve comprometida su calidad académica por intereses políticos de los gobiernos de turno ni los grupos de poder. Eso parece que no ha sido posible en la USAC porque primero se fue a la izquierda política, de 1960 a 1980. Entonces, los movimientos estudiantiles y docentes de la post revolución de 1944 recibieron un país marcado por la pobreza y la injusticia. Muchos jóvenes universitarios de entonces no encontraron más que la lucha revolucionaria como opción para cambiar el país. La guerra civil guatemalteca marcó profundamente a la Universidad Nacional. Así que la otrora universidad colonial se convirtió en una universidad contestataria, revolucionaria y en búsqueda de la justicia social.
La historia de la San Carlos de los años 70 y 80 del siglo pasado está descrita por aquella canción del grupo Guaraguao: «Que vivan los estudiantes, jardín de nuestra alegría, son aves que no se asustan de animal ni policía, y no le asustan las balas ni el ladrar de la jauría, caramba zamba la cosa, que viva la astronomía…» Ese era el espíritu de la época. El currículo estaba permeado por cursos y textos de materialismo histórico y materialismo dialéctico, libros rusos como el de F. V. Konstantinov. Todas las carreras universitarias de San Carlos incluían cursos de social humanística, los que tenían una visión marxista de la historia. Los estudiantes tomaban cursos de filosofía, espacios de reflexión social y académico. Pero eso no era todo, también el profesorado universitario estaba en la lucha, no todos por supuesto. Para ilustrar la naturaleza de la universidad pública en los años 1980 miremos el caso de Saúl Osorio.
Saúl Osorio Paz fuer rector de la USAC entre 1978-1980, en los años más álgidos de la represión militar a la San Carlos. Osorio era militantes del Partido Guatemalteco del Trabajo PGT. Previamente había sido director de la Escuela de Ciencias Económicas en Quetzaltenango, también fue decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la San Carlos. ¡Imagínese un rector guerrillero! Esa era la vida universitaria de entonces. La represión militar a la USAC se incrementó a tal extremo que el 14 de julio de 1980 un comando militar apostado en la rectoría y en diferentes partes del periférico universitario, ametralló indiscriminadamente a profesores, estudiantes y trabajadores universitarios, dejando varios muertos y muchos heridos, tal como dramáticamente lo narra el ingeniero Osvaldo Hernández, un sobreviviente de esa balacera. El siguiente rectorado, luego de Osorio Paz, debió negociar con el ejército, lo que tuvo un enorme costo político para la San Carlos porque luego se vino la infiltración de cuadros «académicos» de la extrema derecha. Lo mismo sucedió en el campus de Quetzaltenango cuando el director de Centro Universitario de Occidente, Raúl Rodríguez, debió pagar con su vida esta intención de recuperar la la actividad académica universitaria al ser baleado en el mismísimo campus.
La Universidad Nacional entonces empezó a moverse de la izquierda ideológica a la derecha mercantilista, esto es, luego de la intensa represión el temor se apoderó de los san carlistas junto a la infiltración de docentes de la derecha y a la nueva doctrina económica que se empezaba a apoderar del mundo, el neoliberalismo. Entonces, la educación se convirtió en una mercancía y el utilitarismo se impuso sobre la universidad socialmente pertinente, socialmente responsable, luchadora por causas justas. Junto a eso, en 1985 los constituyentes transforman la Constitución de la República, dándole a la USAC capacidad para participar en las comisiones de postulación de altas cortes y muchos otros puestos claves políticos del país. El primer rector que acompañó esta negativa transformación fue Eduardo Meyer. Esto cambió, para mal, a la Universidad y la encaminó al inicio de su autodestrucción.
De a poco los rectores empezaron a ocuparse más de la política externa, desde Meyer hasta llegar a los últimos corruptos que han ocupado tan importante puesto, léase, Gálvez y Paiz hasta llegar al actual usurpador a la rectoría. Estos veinticinco años han socavado la vida académica universitaria, donde casi no se realiza investigación científica. La docencia se basa en programas de licenciatura largos, realmente extensos, con una eficiencia terminal bajísima en muchos de sus programas de sus larguísimas licenciaturas. Mire estos ejemplos el lector, ejemplos de eficiencia terminal, número de alumnos que terminan el programa en el tiempo que dice el currículo, egresados en tiempo: Facultad de Agronomía, 7%, Facultad de Derecho, 10% y así los porcentajes bajísimos. Afortunadamente los programas de ciencia y tecnología de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia tienen eficiencias terminales del orden de 93%, en la misma línea en la Escuela de Física y Matemática, 91% y en el Tecnológico Universitario Guatemala Sur, 80%.
En Derecho de cada 100 estudiantes que ingresan a estudiar licenciatura, solamente 10 se gradúan en el tiempo y muchos, la mayoría, se pasan más de 15 años deambulando en esa obscura carrera. Habrá que estudiar a profundidad los programas que tienen eficiencias terminales bajas y aprender de los programas que tienen eficiencias terminales altas, programas que sí gradúan profesionales eficientes, en el tiempo que dice el currículo y en contra de muchas adversidades, en una universidad que no promueve ni financia adecuadamente ni la ciencia, ni la tecnología. Este será el tema de mi próxima entrada en esta serie de historias llamadas El Futuro de la Universidad.