Quetzales dorados

Quetzales dorados

El deporte es más que medallas, es una herramienta de transformación social, alas de sueños.

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Resumen Automático

24/08/2025 00:05
Fuente: Prensa Libre 

Guatemala tiene ante los ojos y en el corazón una promesa, una oportunidad y un testimonio sólido de talento sonriente y floreciente. Los Juegos Panamericanos Júnior de Asunción, Paraguay, 2025 dejan una cosecha histórica de medallas gracias al talento, esfuerzo y excelencia de jóvenes atletas guatemaltecos que hacen avizorar un futuro brillante. Sonrisas de triunfo en el podio bajo la azul y blanco se repitieron en 14 ocasiones: siete preseas de oro, cuatro de plata y tres de bronce. Un logro histórico en el medallero: Guatemala tuvo el undécimo lugar, de 41 países participantes.

Estas justas son relativamente jóvenes también: apenas dos ediciones, desde el 2021, pero que constituyen un escenario para perfilar alta exigencia. Los seleccionados tienen menos de 21 años, es decir, son talentos que están despuntando y son promesas de más éxitos en futuras participaciones, incluyendo los Juegos Olímpicos de la Juventud en Dakar 2026, los Juegos Panamericanos del 2027 y la gran cita de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.

El medallero guatemalteco júnior constituye un reto de inversión, modernización, continuidad, eficiencia y transparencia de procesos, porque en este país hay más campeones potenciales. Pero es necesario seguir ampliando las instalaciones deportivas en provincia, ampliar los programas de becas, garantizar el acompañamiento médico, nutricional y psicológico, así como asegurar los fogueos y participaciones de los atletas, y no tanto de excesivas delegaciones burocráticas.

Cada medalla conquistada debe ser vista como una semilla que necesita cuidados para crecer y multiplicarse. El triunfo en el golf de Elzbieta Aldana y Gabriel Palacios fue apenas el símbolo más visible de un potencial que late en nuestras canchas, pistas y gimnasios. La emoción que despiertan estos triunfos no se limita al instante de escuchar el himno nacional en tierras extranjeras. Representa la certeza de que en Guatemala existen jóvenes que, con disciplina, pasión y resiliencia, son capaces de competir a nivel global. Y ello tomando en cuenta que el deporte es más que medallas, es una herramienta de transformación social, alas de sueños.

¿Qué estamos haciendo como país para que estas promesas no se apaguen en el camino? ¿Cómo aseguramos que este presente promisorio se convierta en un futuro de victorias sin límites? La respuesta exige compromiso. Requiere que las autoridades deportivas trabajen con visión de largo plazo, que las escuelas, públicas y privadas, promuevan el deporte como parte esencial de la formación integral; que las familias encuentren apoyo para que sus hijos no tengan que elegir entre estudiar o entrenar.

Los triunfos júnior empiezan a esbozar futuras proezas de la talla de Adriana Ruano, Jean Pierre Brol o Érick Barrondo, nombres que se convirtieron en orgullo y que demostraron que, con acompañamiento adecuado, un guatemalteco puede volar siempre más alto. El talento está aquí. Es hora de que el país, desde sus instituciones hasta sus escuelas, desde sus dirigentes hasta sus comunidades, entienda que apoyar al deporte es invertir en esperanza, disciplina, salud y autoestima nacional. Estos jóvenes quetzales dorados están fortaleciendo sus alas para poder alcanzar el firmamento.