Es impostergable priorizar a la niñez

Es impostergable priorizar a la niñez

Es tiempo ya de cambiar de capítulo, de dejar atrás las prioridades ridículas para ocuparse de crear una hoja nacional de ruta que garantice la nutrición, transforme la educación y priorice los monitoreos de salud preventiva.

01/10/2021 00:05
Fuente: Prensa Libre 

Cuando llega el barullo confuso de las elecciones, con todo y sus discursos mercadológicos y viralmente elaborados para toda ocasión, ya sea maratón de mitines, lucha libre en foros o “espontáneas” pero avisadas apariciones en eventos públicos, la apelación al futuro de la niñez constituye un tópico recurrente, un pretexto perfecto para prometer la transmutación de ruinosas escuelas, la modernización de la docencia y hasta la digitalización de las aulas, además de bonos por hijo, seguros de salud, zapatos gratis y polideportivos que después, como todos los ofrecimientos anteriores, se quedan en proyecto, en ofrecimiento y, en el mejor de los casos, en obras aisladas sin mayor seguimiento sistemático. Se ha visto, ha ocurrido y por eso se consigna aquí.

Son infaltables, eso sí, las ocasiones en que los candidatos abrazan, besan, cargan o saludan a atónitos niños que no saben cómo reaccionar ni quién les está hablando… Y en caso de saberlo, muy posiblemente haya unas líneas aprendidas para manifestarlas a esa persona, que de llegar al Gobierno será la primera y última vez que la vean tan sonriente y afable. Cuando le reclamen por la desnutrición crónica y aguda, por la falta de recursos escolares o por la desatención médica a los menores, responderá de mala gana diciendo que nadie valora todos los logros de su gestión. Se ha visto, ha ocurrido y por eso se repite aquí.

En otras palabras, la niñez ha sido abusivamente aprovechada por gavillas de politiqueros para apelar al corazón de padres y madres en favor de un símbolo en ocasión de una votación. Hasta reparten juguetes, sobre todo en años preelectorales, porque ello les sale más barato que trabajar en serio por la infancia.

Hoy se conmemora el Día Internacional del Niño, una ocasión anual en la que se exalta el valor de esta etapa de la existencia como una exhortativa a los gobiernos y a las sociedades a procurar mejoras en las condiciones de educación, salud, acceso a servicios, armonía familiar, en fin, todo lo que apunte a un desarrollo integral para las generaciones que asumirán el relevo productivo y administrativo de los países.

Guatemala cuenta en este momento con un bono demográfico impresionante: un 33% de la población total tiene entre 0 y 14 años de edad, y si se abarca hasta los 24 años equivale al 54% del total; es decir, una población eminentemente joven. Sin embargo, de millones de niños guatemaltecos, el 49% padece algún tipo de desnutrición y hasta la fecha no existe un plan sistemático, integral y de largo plazo —es decir durante varios gobiernos— que tenga como meta erradicar este flagelo. Esa es una vergüenza y una deuda que la clase política, a cargo del manejo del Estado, arrastra sobre sí. No pueden culpar a nadie más que a inicuas agendas de conveniencia, cortoplacismo y miopía sectaria.

Es tiempo ya de cambiar de capítulo, de dejar atrás las prioridades ridículas para ocuparse de crear una hoja nacional de ruta que garantice la nutrición, transforme la educación y priorice los monitoreos de salud preventiva. La pandemia ha acentuado la vulnerabilidad de la niñez guatemalteca en más de un sentido, debido a los problemas económicos familiares, el aumento de casos de violencia y las ineficiencias del sistema sanitario. Por si fuera poco, para más de 10 mil de ellos, el covid-19 trajo la condición de orfandad, sin que exista una sola acción gubernamental en su favor, excepto el amor de abuelos, tíos, hermanos, familiares o el padre o madre sobreviviente, para enfrentarse a una dura realidad que amenaza su porvenir.