Derecha e izquierda atacan por igual a los periodistas

Derecha e izquierda atacan por igual a los periodistas

Las acciones en Cuba contra el periodismo independiente están teniendo un preocupante parecido a cómo actúa el gobierno actual guatemalteco.

10/12/2021 00:04
Fuente: Prensa Libre 

Ayer me enteré de un mensaje de Jorge Canahuati, presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa, en defensa de los periodistas cubanos Claudia Montero Lescalle y su pareja, el activista Fabio Corchado Borroto, ambos acusados de “desorden público”, castigados con “prisión y reclusión domiciliarias, que les impide salir del país”, por “el contenido contrarrevolucionario de sus videos”. El gobierno utiliza la persecución judicial para hostigar e intimidar a los periodistas independientes a partir de las protestas del 11 de julio y ya fueron acusados de los mismos “delitos”. Estamos hablando de Cuba y de la dictadura socialista de Miguel Díaz-Canel, sucesor de Raúl Castro.

Otro documento de la SIP señala el reconocimiento del gobierno mexicano del asesinato del periodista Alfredo Jiménez Sosa, por no haber garantizado “su seguridad, integridad, derechos y libertad” en el 2015, cuando murió en Sonora, porque escribía sobre las actividades del narco. Su cuerpo nunca apareció. No es el único caso porque el ejercicio del periodismo en el país vecino es una de las profesiones más peligrosas del mundo y por ello docenas de hombres y mujeres de prensa lo han pagado con su vida. En Guatemala, sobre todo en los departamentos, también trabajar en los medios informativos ha sido motivo de viudas y de huérfanos, las víctimas más inocentes.

Se ha vuelto común en los gobiernos recurrir a amenazas y acusaciones sin fundamento o con débiles bases. En Guatemala, uno de los periodistas perseguidos, acosados y atacados desde los últimos tres gobiernos es José Rubén Zamora, quien debió abandonar el país. Hace tres días, Juan Luis Font se convirtió en el más reciente de las víctimas periodísticas de un gobierno autoritario y tiránico, adverso a la publicación de investigaciones periodísticas por las cuales los guatemaltecos han podido enterarse de la atroz e imparable corrupción gubernativa, regada por todos lados. Por eso, cuando Alejandro Giammattei sin ruborizarse firma el convenio de cooperación internacional contra la corrupción, uno se pregunta si su sentido del humor es negro, o si vive en un cielo inexistente.

No solo el gobierno ataca. Con mucha frecuencia llegan mensajes anónimos con ataques y mentiras de los netcenteros oficiales, y también aparecen críticas no corruptas pero cuya debilidad obliga a sus autores a insultar, hacer generalizaciones imperfectas y descalificar. Acusan a toda la gente de prensa como traidores a la patria, calificados así porque no agachan la cabeza ante los politiqueros en el ejecutivo, el congreso y demás instituciones, pero su ofuscación no les permite analizar criterios distintos a los suyos y los del gobierno. Sus insultos provocan rechazo entre quienes piensan diferente pero no aceptan la diatriba. Por ello, el gobierno cada vez afianza más su parecido con Cuba y Venezuela, ambos de izquierda extrema, pero en este caso desde la derecha extrema.

El periodismo está hecho por seres humanos, por tanto con la posibilidad de cometer errores. Tanto reporteros como columnistas pueden ser criticados porque sus criterios reflejan siempre una verdad, no la Verdad. Sin embargo, todos firman su trabajo y eso implica valentía y aceptación de equivocarse. Los gobiernos casi nunca se equivocan; mienten. Su Verdad no responde a la realidad, lo cual sí es posible en el periodismo profesional y bien intencionado. Por aparte, quienes hacen uso del lenguaje procaz, pierden. Lo peor de hoy en día es considerar a los netcenteros como periodistas. No es así. En pocas palabras, son sicarios y cobardes, por infortunio un subproducto maligno de los positivos avances tecnológicos para la comunicación, mal usada para mentir.