Brenda Martínez
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En la hagiografía de la religión católica aparecen historias de varios santos y de los animales que les hicieron compañía, relatos que dejan enseñanzas ejemplares.
San Francisco de Asís (1182-1226) es, sin duda, el más importante de ellos, pues es considerado el patrono de los animales, veterinarios y ecologistas. Según la tradición oral, podía comunicarse con todas las especies, que lo escuchaban, seguían y obedecían. Las golondrinas formaban una cruz sobre el lugar donde el santo predicaba.
Incluso, un feroz lobo que devoraba animales y personas fue amansado por San Francisco, quien se dirigía a él como “hermano lobo”, luego de lo cual, el animal prometió dejar de hacer daño, pues los pobladores se comprometieron a alimentarlo. El santo amaba tanto la creación de Dios, que compuso un cántico dedicada a ella.
Por estas historias que demuestran el amor que el santo manifestaba hacia la naturaleza, el 4 de octubre, fecha en la que se celebra su día en el santoral, fue declarado Día Mundial de los Animales. El papa Juan Pablo II lo proclamó patrono de los animales y ecologistas.
A continuación, se presenta la historia de otros cuatro santos que tuvieron animales como fieles compañeros.
Giovanni Melchiorre Bosco, mejor conocido como Don Bosco (1815-1888), vio sorprendido a un perro gris de gran tamaño que lo seguía por Turín, Italia, una noche de 1853. El santo se acercó a él para acariciarlo, y lo llamó Grigio, —gris en italiano—. El can acompañaba a Don Bosco por las noches, cuando salía a caminar, para cuidarlo. En varias ocasiones lo protegió de ataques de heréticos que rechazaban el culto a los santos y el sacerdocio. Grigio atacó a un hombre que le disparó al santo, pero falló, y lo obligó a huir. También evitó que otro malhechor lo hiriera con una estaca, al comenzar a ladrar insistentemente.
Se le considera el patrón de los perros. San Roque, que vivió en el siglo XIV, viajaba y auxiliaba a los enfermos de una peste que azotó Europa y que se encontraba en su camino, hasta que él también resulto infectado. Cuando lo supo, se retiró a un bosque a morir, pero un perro, cuyo amo era un hombre llamado Gotardo, llegaba con él con un pan en el hocico y lamía sus llagas, por lo que comenzó a sanar. A este santo se le atribuyen milagros en la sanación de los animales, especialmente de perros. A San Roque se le representa con atuendo de peregrino, acompañado de un perro con un trozo de pan en el hocico.
Se le considera la patrona de los jardineros y viajeros. Nació entre los años 625 o 626 y se convirtió en monja en el 640. Se la describe como “agotada por una vida de caridad, ayuno, falta de sueño y rezo”. En su iconografía se le ve con ratones que suben por su vestimenta o vara, que simbolizan las almas del purgatorio, por quienes la santa rezaba. A causa de ello, se le invoca desde el siglo XV contra las plagas de roedores. Debido a esta creencia, el fervor popular la ha asociado con los gatos y consideran que es patrona de los felinos.
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Una escoba y los animales domésticos son inseparables de la figura de San Martín de Porres o de Porras (1579-1639), a los que siempre compadeció y socorrió. El santo, de origen peruano, fue aprendiz de peluquero, asistente de dentista y de médico. Se encargó de amar y cuidar con cariño a animales, a quienes alimentaba y curaba de heridas o enfermedades. En los documentos del proceso de beatificación se detalla que fray Martín se ocupaba de cuidar y alimentar no solo a los pobres y enfermos, sino también a perros, gatos y ratones, que vivían en su refugio.