Doña Consuelo decide seguir sacrificándose

Doña Consuelo decide seguir sacrificándose

El pacto de corruptos logrará siempre parar investigaciones y juicios, y destruir instituciones.

21/02/2022 00:05
Fuente: Prensa Libre 

Doña Consuelo Porras anunció el jueves su patriótica decisión de seguir sacrificándose por Guatemala, al continuar por un período más su innegablemente beneficiosa labor al frente del Ministerio Público. Sin duda el Altísimo escuchó las oraciones de millones de guatemaltecos, encabezados por Alejandro Giammattei, y por eso todos debemos estar felices al conocer esa prueba de las bendiciones divinas solicitadas con todo fervor y a granel por el mandatario. Algunos ingenuos considerarán la posibilidad de victoria de otro candidato, pero no es así. Ella será nombrada por las instituciones relacionadas, como la circense Corte Suprema de Injusticia, y en el caso lejanísimo de ser necesario, por la anticonstitucional Corte de Constitucionalidad.

Por fortuna para el país, es válido ejercer ese cargo aun cuando la tesis “doctoral” es plagio comprobado. No tiene ninguna importancia, claro, y tampoco es preocupante la inclusión de ella entre la gente antidemocrática, según esos gringos mala onda, encabezados por Joe (Pepe) y doña Kamala. Ni tiene trascendencia y relieve haberse olvidado, de seguro sin mala fe, de impedir la participación de Sandra Torres, cuyo impedimento por pura casualidad fue anunciado al día siguiente de haber sido inscrita como candidata en las anteriores elecciones. Son nimiedades, porque su verdadera meta es acabar con el Ministerio Público al sustituir funcionarios con experiencia por quienes llegan a obedecer órdenes internas y externas, como ocurre también en la CSJ y la CC.

Haciendo a un lado la sorna y la burla, necesarias cuando la realidad es surrealista, esa reelección es posible dentro de la ley, pero ahora se usa como ensayo para aplicar ilegal y burdamente ese criterio en la Ley Electoral y, de serles posible, en la Constitución. Esto no sería necesario porque los poderes estatales y las instituciones ya están cooptadas por el pacto de corruptos —inexistente según algunos con humor negro— y demuestra la íntima relación, aunque con criterios políticos distintos, con ese gran amigo de Giammattei cuyo nombre es Daniel Ortega de Murillo. Su altísima calidad moral le permitió encarcelar y dejar morir en prisión al exguerrillero sandinista Hugo Torres, uno de los nueve comandantes de 1979 y quien salvó de la cárcel somocista al desmemoriado dictador nica. Lo venció el cáncer y de inmediato fue convenientemente cremado.

Conforme se va cerrando el cerco internacional contra las ilegalidades de los presidentes y algunos funcionarios del Istmo, urgen acciones como la de la hija de Sandra Torres, presidenta entonces del inútil Parlacén, de hacer una apresurada sesión a medianoche para dar impunidad al circense y pintoresco Jimmy Morales. Algunos guatemaltecos versados en Derecho pero aferrados a su letra muerta, no a su espíritu, no dudan en usar las redes sociales para ejercer la misión de apoyar. Están en su derecho y yo ejerzo el mío de lamentar y rechazar esa posición, por la cual puede haber un muy cercano arrepentimiento a causa de sus consecuencias. Es parte de la tan atacada libertad de emisión del pensamiento, válida para sostener lo poco de democracia nuestra.

La posibilidad de predecir el futuro en la política guatemalteca tiene muchos otros ejemplos. Uno de los más cercanos es el del diputado Jorge García Silva, del partido Prosperidad Ciudadana, quien enfrenta una solicitud de desafuero por el caso de corrupción en el Insivumeh. Se le otorgó un arresto domiciliario sin la obligación de pagar una caución económica, o sea una fianza. Esto da pie a dejarlo sin problemas legales, tanto a él como a dos familiares. Si las nubes tienen color gris oscuro, hay una fuerte brisa y también frío, es fácil deducir lluvia, aguacero o tormenta. Esto se aplica al anuncio, tal vez amenaza, de dejar en su puesto a quien está derrumbando al MP por ser parte de la horda amenazante para la poca institucionalidad sobreviviente del país.