Alza en la carestía de la vida

Alza en la carestía de la vida

Al final, la economía se ajustará a las condiciones, pero debiera intentarse minimizar los daños y, sobre todo, no ignorar el problema.

20/03/2022 00:04
Fuente: Prensa Libre 

Se le esperaba, se ha adelantado, ya está aquí: la inflación. Nadie quiere hablar de ella porque es difícil controlarla. Si se hace acompañar de estancamiento, se complica la vida. Si bien, un aumento de los precios puede ayudar a mejorar al buen desempeño económico, pues concentra ingresos. Si hay posición y experiencia, se permite disponer de esos fondos para aplicarlos a nuevos procesos productivos o a la innovación. Pero nada de eso sucede.

Antes de lo esperado, los efectos negativos de la pandemia de covid-19 los cuellos de botella en la distribución de bienes, la guerra de Ucrania con su correlato de alza de precios a los productos del petróleo y el crecimiento de la inflación en Europa y EUA, provocan un coctel paralizante. Como siempre ocurre, los países industrializados aumentarán el precio de sus exportaciones y maniobrarán para la baja en el precio de las materias primas.

Se han producido cortes y demoras apreciables en la distribución de bienes. Largas colas de transporte de mercancías se observan en puertos y fronteras. Estos obstáculos son debidos a problemas en los procesos de almacenamiento y falta de medios de transporte. El alza de los precios de la energía, en especial de los combustibles, generará un aumento en todos los productos.

El encierro supuso la quiebra de muchos negocios dedicados a los servicios. Con el alivio de las restricciones a la movilidad quizás vuelvan, pero no inmediatamente. La abundancia de dólares ha producido una sensación de seguridad al apreciarse el quetzal.

Se espera la fundación de empresas en el país por capitalistas interesados en poner en movimiento su patrimonio. Se incluye a nuevos capitales provenientes de fuera. No obstante, no existe suficiente evidencia sobre la efectividad de los llamados a la inversión extranjera. La estabilidad macroeconómica y los bajos salarios debieran valer. Aunque el Programa Nacional de Competitividad (Pronacom) anunció un aumento de 19,7% en el primer bimestre, frente al mismo período de 2021. Mucho de este aumento se debe a la compra de las acciones por los socios extranjeros. Por lo tanto, no se están creando nuevas empresas, sino aumentando el problema de la disponibilidad monetaria nacional. Ya se verá si se cumple la esperanza de iniciar medianas y pequeñas empresas.

El mal desempeño gubernamental complica el panorama. Ciegos ante el futuro, los gobernantes disparan el gasto público. El presidente Giammattei tuvo como primera provisión económica expandir la deuda externa. Los recursos adicionales han sido gastados en programas clientelares donde se debiera conseguir una activación económica importante y réditos políticos. La activación económica por incremento del gasto público debiera producir obras de equipamiento urbano, carretero y marítimo. En contra, se continúa confiando en la privatización. No se está en contra de la iniciativa privada y, por supuesto, no se le debe obstaculizar ni sustituirla, sino acompañarla con facilidades y apoyo de obras.

El gasto gubernamental en una serie de programas de reparto de alimentos, insumos agrícolas y subsidios no es efectivo. En lugar de mejorar la imagen del gobierno, se acompaña de una baja opinión. Curioso, porque debería haber un número importante de la población contenta por la recepción de dádivas. La explicación es el desvío de fondos por la corrupción. Solo cabe esperar que los nuevos ricos gasten sus fondos y lleguen a emprendedores dinámicos.

Al final, la economía se ajustará a las condiciones, pero debiera intentarse minimizar los daños y, sobre todo, no ignorar el problema.