La Antigua, una excepción en la administración

La Antigua, una excepción en la administración

La figura del Conservador de la Ciudad está por encima de las decisiones del alcalde.

18/06/2022 00:02
Fuente: Prensa Libre 

Para nadie es una novedad lo que La Antigua Guatemala representa para la humanidad lo que significa para el guatemalteco en general y para el antigüeño en particular: una entidad urbana que abarca un entorno bastante más amplio que la circunscripción del municipio.

El nombre la Antigua Guatemala fue resultado del traslado de Santiago de Guatemala al valle de la Ermita, en donde la ciudad recibió el nombre de Nueva Guatemala de la Asunción. La ciudad destruida es mencionada en las actas del Cabildo como la antigua Guatemala, como pudo ser la abandonada o la desamparada, cuya extensión territorial abarca los valles Panchoy y Almolonga.

Su valor actual radica en que el terremoto del 29Jun1773 y el ordenado traslado hicieron que sus monumentos civiles y religiosos quedaran en estado de ruina al momento de su máximo desarrollo, durante el período barroco; estado que el tiempo se encargó de magnificar.

La arquitectura doméstica fue renovada con la repoblación del siglo XIX, según el gusto neoclásico prevaleciente, que no alteró su originalidad, pero aportó nuevos elementos arquitectónicos y materiales que enriquecieron la expresión estética de lo que ahora se denomina bienes culturales. Por esa riqueza edilicia enmarcada por el paisaje natural, la ciudad siempre fue considerada un destino turístico, que la hace un caso excepcional de conservación previsto por la visión culta de la Revolución de Octubre de 1944, que propició la creación del Instituto de Geografía e Historia, que la tuvo a su cargo.

En 1969, con el apoyo del Concejo presidido por el doctor Víctor Manuel Asturias, fue formulada la Ley Protectora, actualmente vigente, que concibió una institución ad hoc con jurisdicción en cuatro municipios actuales, que acogieron la antigua Santiago de Guatemala, a fin de garantizar su conservación y desarrollo al margen de los avatares políticos propios de la administración municipal. De ahí el carácter supraterritorial del Consejo Nacional para la Protección de La Antigua Guatemala (CNPAG), institución esencialmente técnica, integrada por cuatro miembros provenientes de la academia, que preside el alcalde, como representante de los vecinos.

Así, el destino de La Antigua Guatemala y sus particularidades quedaron garantizados en manos del CNPAG como brazo técnico, profesional y científico en auxilio de la Municipalidad, instancia en la que la figura del Conservador de la Ciudad está por encima de las decisiones del alcalde, a quien corresponde la conducción política y administrativa de los intereses de la comunidad.

Su reconocimiento como ciudad conservada permitió ser incluida en la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad. Esa designación potencializó el valor del suelo, llevándola a cotas impensadas de éxito comercial, éxito que, desde luego, desató ambiciones, muchas veces desmedidas y contrarias al afán por su conservación. Una de ellas, la del alcalde de turno en 2012 por acaparar el control de las licencias de construcción —importante fuente de ingresos— que la propia Ley adjudica al CNPAG como parte de su patrimonio y soporte de su presupuesto.

La disputa interinstitucional desvió la esencia del manejo administrativo de la ciudad y su conservación, provocando una lucha absurda por la definición de lo que se hace y deja de hacer y a cargo de quién, generando un río revuelto, con la sempiterna ganancia de pescadores. Tal estado de cosas deviene de la inexistencia de un Plan de Ordenamiento Territorial, falencia que la municipalidad insiste en subsanar de manera discrecional, cuyos negativos efectos ponen en evidencia la fragilidad de su posición en la lista del patrimonio mundial.