Estertores finales del siglo XX
Una fingida lástima por un gran perdedor sirve para escamotear el ansia de un debate sobre ideas.
El comunismo es un fantasma. No el espectro que recorría Europa después de las sublevaciones obreras de 1848, sino el agotamiento de la imposición burocrática sobre el espontaneísmo de las movilizaciones socialistas de inicios del siglo XX. Las protestas de la clase obrera derivaron en una organización autoritaria: la tercera internacional, también conocida como Komintern. Fundada en 1919, en Moscú, consiguió liderar mucho del descontento contra el capitalismo inmoderado. Resultado de la segunda guerra mundial, la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, URSS, formó un bloque de Estados vasallos que fueron desgranándose. No obstante, su influencia permaneció hasta su final catastrófico, con la Perestroika o reestructura. Mijaíl Gorbachov *1931 +2022, encarnó la implosión de la URSS y, además, la quiebra de los partidos poseedores de una ideología dogmática autoritaria.
Hoy, en el siglo XXI, resulta difícil explicar 1. la adhesión al socialismo, 2. la pertinencia del marxismo y 3. el impulso de una organización con finalidad revolucionaria. 1. La demagogia y la mala dirección política, motejada como populismo, dificultan programas socialistas de conducción socioeconómica nacional. Esas expresiones nefastas, explotan la poca formación de la ciudadanía, sobrepasando en ofrecimientos a los programas posibles y realistas. Las propuestas relacionadas con alivio económico, la igualdad de sexos, el respeto a la diversidad sexual, el derecho a generar y recrear culturas ancestrales y la promoción de una filosofía espiritual materialista, son extremadas para causar su descrédito y abandono por los ciudadanos asustados ante la posibilidad de la tropelía.
2. El marxismo se forma con los escritos de Karl Marx *1818 +1883, Federico Engels *1820 +1895, y una larga discusión entre intelectuales, en su mayoría europeos. En Latinoamérica, además, se unen pensadores como el peruano José Carlos Mariátegui *1894 +1930, y otros de menor importancia. De esa cuenta, la necesidad de un estudio profundo de las obras de muchos autores, dificulta encontrar personas ilustradas con ofertas de filosofía política. La banalidad de la crítica a personajes efímeros en puestos de gobierno o legislativos, ahoga la oportunidad del marxismo para el desarrollo de un pensamiento de transformación social. Para ser marxista se necesita estudiar muchas obras generadas en dos siglos de polémica dentro de una expresión significativa en las ciencias sociales. Un charlatán solo necesita expresar nociones e ideas improvisadas, con baja racionalidad y elaboración, aprendidas en charlas, canciones y cantaletas de moda. Mejor si se auxilia de videos cortos o en una actitud histriónica.
3. En este continente, los políticos patrocinadores del cambio para conseguir un progreso acelerado se sitúan en un abanico de posibilidades bastante diverso. Dado el fracaso de muchos programas revolucionarios, así como la fácil polémica contra las propuestas de economía política de académicos norteamericanos, se genera la posición: conmigo o contra mí. Como resultado, solo cabe la sumisión interesada a la política exterior de Cuba, Venezuela, y otros inspirados menores. Las organizaciones con perspectiva revolucionaria, como en el caso de nuestro país, son controladas con unos pocos infiltrados pero suficientes para imponerse en los órganos de dirección. Además, los financiamientos obscuros, aseguran la dirección deseada, pero también su limitación o poco alcance.
En fin, murió el último y arrepentido impulsor del comunismo. No es gran cosa, pero tampoco carece de importancia.