Desigualdad: la otra pandemia

Desigualdad: la otra pandemia

El 1% más rico de la población mundial se quedó con el 41% de toda la riqueza generada entre 2000 y 2024.

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11/11/2025 00:01
Fuente: Prensa Libre 

La humanidad enfrenta una serie de emergencias. La ambiental es una de ellas, las alertas han sido y son múltiples, las señales del deterioro de la naturaleza también. Pero, siendo central, no es la única emergencia.

Este nivel de concentración afecta la libertad, el desarrollo y la democracia.

En estos días un grupo de seis expertos internacionales de gran prestigio, coordinado por un Premio Nobel de Economía, el estadounidense Joseph Stiglitz, en un informe preparado a solicitud del G20, puso el foco en otra: la “emergencia de la desigualdad”. ¿En que sustentan esa definición?

El informe, según destacó entre otros medios El País, de Madrid, es obra del Comité Extraordinario de Expertos Independientes sobre la Desigualdad Global —conformado por iniciativa del G20—, que consultó para su elaboración a más 80 economistas y especialistas en desigualdad de todo el mundo y utilizó como base los datos y estadísticas del World Inequality Lab.

Algunas de las constataciones que realmente interpelan y que más han destacado los medios internacionales es que el 1% más rico de la población mundial se quedó con el 41% de toda la riqueza generada entre el 2000 y 2024, mientras que, en el mismo período, el 50% más pobre solo obtuvo el 1% de esa riqueza.

Otra conclusión es que, en estos 24 años, es decir en todo lo transcurrido del siglo XXI, el porcentaje del PIB mundial que está en manos de multimillonarios alcanzó 16%; ese número es el más alto de la historia. En otras palabras, nunca los denominados ultrarricos acumularon tanta riqueza como ahora. El informe establece como dramático contraste que, al mismo tiempo, el 25% de la humanidad, unos dos mil 300 millones de personas, tienen algún nivel de inseguridad alimentaria.

Otro elemento resaltado es que en lo que va del siglo XXI, la riqueza promedio del 1% más rico de la población mundial se incrementó en US$1.3 millones; sin embargo, en el mismo período de tiempo, los ingresos del 50% más pobre solo crecieron, en promedio, US$585.

El estudio, coordinado y presentado por Stiglitz, determinó nada menos que el 83% de los países analizados presenta un índice alto de desigualdad, si se aplica la definición del Banco Mundial.

El informe también indica que, si no se toman medidas, esta tendencia a la concentración extrema de la riqueza en un porcentaje ínfimo de la población mundial se profundizará en el futuro: en los próximos 10 años se esperan transferencias en ese sector por US$70 billones por conceptos de herencias.

Las cifras, que hablan por sí solas, hacen casi innecesario cualquier comentario: ¿quién puede sostener que tal grado de desigualdad y de concentración de la riqueza es bueno en algún sentido?

No obstante, son relevantes dos consideraciones finales. En primer lugar, es muy importante que el tema de la desigualdad se aborde como problema y que lo discuta nada menos que el G20, un nucleamiento internacional donde coinciden los países más importantes del norte y del sur global, con gran peso político.

En segundo lugar, es imprescindible que se coloquen todos los problemas que plantea este nivel de desigualdad en la humanidad. El informe señala con claridad que no se trata solo de una dimensión económica, que este nivel de concentración de la riqueza y del poder afecta la libertad, las posibilidades de desarrollo y la democracia. “Los países con mayor grado de desigualdad tienen hasta siete veces más peligro de sufrir deterioro democrático que los países con más equidad”.

Adriana E. Abdenur, experta brasileña en temas de desigualdad y una de las autoras del estudio, definió el problema con claridad: “El sistema económico actual no le brinda ni bienestar ni dignidad a la mayoría de la población mundial”.