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Testimonios de excelencia
Las destacadas actuaciones de estos dos guatemaltecos no empezaron ayer ni este año, y esa es una clave para todo niño o joven que se sienta inspirado a seguir grandes pasos en estos u otros deportes.
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Sin pretensiones, pero sí con objetivos; sin presunciones, pero con nuevos admiradores; sin vanaglorias, pero con el logro de haber puesto a Guatemala en alto ante los ojos del mundo, dos deportistas guatemaltecos originarios de la provincia se han convertido en referentes internacionales en dos disciplinas muy distintas entre sí: el ciclista tecpaneco Sergio Chumil, por ser el primer guatemalteco en completar la exigente Vuelta a España; y el pugilista petenero Léster Martínez, tras haber logrado el empate —por una cuestionada decisión de los jueces— en una pelea contra el campeón mundial de peso supermediano del Consejo Mundial de Boxeo.
La actitud de gratitud a Dios, a sus familias, entrenadores y patrocinadores es un factor común en ambos profesionales, después de las proezas conseguidas. También el trabajo tesonero y silencioso, de preparación mental y física, con disciplina, perseverancia y mente centrada en metas grandes, altas, globales. Allí radica lo aleccionador de sus historias y de sus carreras deportivas, no libres de adversidades. Sin embargo, Sergio y Léster se sobreponen a cada obstáculo con nuevas fuerzas.
Las destacadas actuaciones de estos dos guatemaltecos no empezaron ayer ni este año, y esa es una clave para todo niño o joven que se sienta inspirado a seguir grandes pasos en estos u otros deportes. En el caso de Sergio Chumil, comenzó a los 13 años a practicar el ciclismo y, durante la década reciente, ha tenido momentos en que casi deja esta disciplina a causa de dificultades económicas para poder practicarla. Afortunadamente, su persistencia le permitió estar en las competencias oportunas para ser considerado por su actual equipo español. Reconoce que el nivel y la exigencia del ciclismo europeo son otro mundo, pero no se amilana ni se acompleja.
“Vamos a ser campeones”, es la convicción que repite Léster Martínez en cada entrevista, antes y después de cada combate que ha tenido en los últimos años, y también después de su destacado desempeño en el cuadrilátero de Las Vegas del 13 de septiembre. El apoyo de su familia es vital y empático. Sus padres afirmaron sufrir cada golpe recibido por su hijo en la lid deportiva, pero a la vez lo animan a nunca rendirse, a seguir creciendo.
Trabajo en equipo es otro concepto que ambos connacionales reafirman en cada entrevista. Lejos de atribuirse en lo individual la gloria de los logros, Sergio y Léster les dan el crédito a sus preparadores técnicos, al equipo que los rodea y al país que ahora los corea. Por cierto, la victoria del pugilista estadounidense Terence Crawford puso ante los reflectores la figura de Esaú Diéguez, su coentrenador, originario de Huehuetenango, quien migró a Estados Unidos en la década de 1990 con el sueño de llegar a ser boxeador. Realidades adversas se lo impidieron, pero no lo alejaron del deporte y se convirtió en entrenador.
Quizá hubiese sido algo apropiado, al menos para alguna autoridad de Estado, haber acudido a recibir a Léster al aeropuerto, sobre todo por ser un 15 de septiembre. Pero no lo necesita y, en todo caso, acudió la gente más importante: sus seres queridos, algunos admiradores así como viajeros que lo reconocieron en el emotivo momento de llegada a su tierra. Ciertamente, es lamentable el aprovechamiento fatuo de ciertos personajes politiqueros, que nunca antes, ni en sus pasadas campañas, hicieron alusión a figuras como Léster Martínez, pero que al enterarse de su combate empezaron a promocionarlo como excusa para publicitarse. Ambos deportistas muestran que son los logros lo que realmente cuenta.