Por qué llama Heidegger a Nietzsche el último metafísico

Por qué llama Heidegger a Nietzsche el último metafísico

Nietzsche profetiza una nueva era. En esto  se parece a muchos (a Nostradamus por ejemplo) pero anuncia también la llegada  de un hombre-sin-Dios: el Superhombre nacido más allá del bien y del mal. Los grises munícipes de nuestros días no pueden hacerse cargo de por qué ha dicho ¡tanto!, con la metáfora (que no por […]
21/10/2024 08:59
Fuente: La Hora 

Nietzsche profetiza una nueva era. En esto  se parece a muchos (a Nostradamus por ejemplo) pero anuncia también la llegada  de un hombre-sin-Dios: el Superhombre nacido más allá del bien y del mal.

Los grises munícipes de nuestros días no pueden hacerse cargo de por qué ha dicho ¡tanto!, con la metáfora (que no por metáfora es falsa) ¡Dios ha muerto!, y que no es una blasfemia. Es todo un divino canto de vida y esperanza, que anuncia un hombre tan moral, ¡tan súper moral!, que no necesitará del látigo o el castigo para ser “bueno”.

Heidegger se interesó mucho por Nietzsche (¿quién puede creer que esta es quizá la única razón por la que solemnes eruditos toman en serio al autor de “Más allá del bien y del mal”?). Y tanto se interesó que escribió varios libros en torno al pensamiento de FN., como los siguientes: El dicho de Nietzsche: Dios ha muerto, Senderos del bosque. ¿Qué quiere decir pensar?, Superación de la metafísica o ¿Quién es el Zaratustra de Nietzsche? Y su obra magna: Nietzsche I y N. II. Que representan el permanente diálogo que Heidegger sostuvo con el padre del profético Zaratustra y cuyo 

Interés y permanencia volcó en los cursos que sobre FN. explicó en la Universidad de Friburgo entre 1936 y 1940.

Pero no sólo el prestigioso, respetable y oscuro Heidegger se ha ocupado con tanto ahínco y pasión por FN., también lo han hecho Freud, Marcuse y muchos otros.

Más volvamos a la pregunta, ¿por qué llama Heidegger a Nietzsche el último metafísico? ¿Estuvo alguna vez tan demente e irreflexivo Heidegger que pudo llamar metafísico a un ateo? Y más aún: al autor de la contundente frase ¡Dios ha muerto!

Heidegger afirma en “¿Quién es el Zaratustra de Nietzsche?”, que el autor de “El Anticristo” creía en un ser eterno: La Voluntad de Poder, ¿ciego, sordo o mudo? ¡No importa! No se extiende mucho en ello Heidegger, pero dice muy en concreto:

“La suprema Voluntad de Poder, es decir, lo más viviente de toda la vida, es representar el pasar como perpetuo devenir en el eterno retorno de lo mismo y hacerlo así estable y permanente. Este representar es un pensar que, como subraya Nietzsche, imprime al ente el carácter de su ser. Este pensar acoge bajo su guarda, bajo su protección, al devenir al cual es inherente un perpetuo chocar consigo mismo: El sufrimiento.”

Pese al hermético estilo de Martín Heidegger y a su barroco esconderse -como el ser- declara a lo largo y lo ancho de sus escritos y cátedras nietzscheanas que el discutido autor de “Ecce Homo” ha fundado una nueva metafísica y ha encontrado un nuevo ser para el ente: la Voluntad de Poder en el devenir heraclitiano del tiempo circular y de los ciclos redundantes.

Pero, ¿qué es la Voluntad de Poder? Esto sí es más y muy difícil de presentar y “decir” y formular. Sin embargo, podemos entenderlo si acudimos a la alegoría de Dioniso. Porque la Voluntad de Poder, el ansia de vivir, la pasión por seguir existiendo pese al dolor y al sufrimiento del Valle de Lágrimas y a que no hay una segunda vida ni una gloria, que la vida es más bien una cadena absurda de peste y silencio ¡una pasión inútil!, como pronunciara Sartre. Pese a todo esto, la Voluntad de Poder empuja como en  un parto, como la ciega fricción y ritmo del orgasmo cósmico. La Voluntad de Poder es la Voluntad de Vivir, ciega e impetuosamente pasional y sin diques: ¡Dioniso!

Esta Voluntad de Poder es quizá no solo lo que mueve al hombre dentro de la absurda lucha por seguir viviendo su inútil pasión, sino lo que mueve también el río de Heráclito –el devenir mismo- el combustible de los ciclos y de las culturas que nacen y mueren como los hombres. Porque quizá solo la Voluntad de Poder, ¡que  no es nada y es todo!, sea eterna como el Dios de los cristianos, de los griegos, los romanos y los judíos.