¿Será…?

¿Será…?

Acto seguido, se entrega sexualmente a su victimario… hasta la siguiente golpiza.
18/02/2023 00:01
Fuente: Prensa Libre 

Hacía rato que no veía a mi amigo Evaristo, a quien encontré pocos días atrás.

Leo tus artículos todos los domingos, fue su alegre saludo.

Será los sábados, repliqué con sorna.

Cierto, es la Prensa del sábado, pero la leo los domingos, cuando tengo tiempo, respondió sin darse por enterado de la broma.

La cosa está jodida, prosiguió, y lo más cabrón es que, al parecer, no hay solución, pues mientras las fuerzas económicas del país, en alianza política con el Estado, coparon todas las instituciones y no dejaron santo parado; y nosotros, el pueblo, estamos como pendejos sin decir este pico es mío.

En uno de tus artículos o, mejor dicho, en varios, has mencionado cómo se fraguó la independencia en 1821 en una componenda de comerciantes, junto a la Iglesia y el capitán general, a quien pidieron apoyo a cambio de nombrarlo presidente de la nueva República. Contario a lo sucedido en otras colonias, en las que los movimientos independentistas fueron promovidos por el pueblo; en tanto aquí, solo le informaron a la mara la decisión y el cambio de autoridades que, en general, no alteró el manejo administrativo y político de la República Federal de C. A. Creo, y decime si me equivoco, que de ahí viene esa idiosincrasia que no nos deja levantar cabeza.

Pues, en general, Evaristo, así es, y no olvidés los zipizapes que siguieron a la declaración del 21Sept1821: intento de anexarse a México, el movimiento separatista del Sexto Estado de la Federación, hasta que el 21Mzo1847 Rafael Carrera creó la República que conocemos.

Pero qué me decís de la cacareada Revolución Liberal de 1871 que trajo consigo la repartición de tierras que hasta entonces pertenecieron a los pueblos originarios, a amigos y extranjeros y la introducción de cultivos para su exportación. Me parece que la única acción democrática fue la Revolución de octubre de 1944, que por auténtica y a favor del pueblo, fue abortada por los mismos de siempre, acusando al presidente Árbenz de comunista, con lo que EE. UU. accionó, comprando militares para traicionar a la patria.

Te digo, ante el proceso electoral que se avecina, algunos amigos han comentado que los guatemaltecos padecemos del síndrome de Estocolmo, es decir, de aquel que familiariza con su secuestrador en una reacción psicológica en defensa de su integridad. O, puesto en términos de nuestra triste cotidianidad, el síndrome de la mujer abusada: viene el marido borracho, quien por X o Y circunstancia sopapea a su pareja. Por el machismo predominante, la pobre infeliz asume que es por su culpa y decide para sí, que lo merece; acto seguido se entrega sexualmente a su victimario… hasta la siguiente golpiza.

Mirá, a propósito, tengo los artículos 1 y 2 de la Constitución de la República: “1. Protección a la persona. El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien común. 2. Deberes del Estado. Es deber del Estado garantizarle a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona”.

Creo reconocer que nuestros derechos cívicos, libertad y soberanía han sido abusados desde siempre. ¿Será entonces que por eso somos como somos?

Como ciudadanos, me parece que la única salida es ponernos las pilas, hacer valer la Constitución y dejar de elegir verdugos. ¿Vos qué pensás?

Pues, pienso que tenés razón, apreciado Evaristo.